*POV Tadeous*
Mi padre sabe hasta qué límite debemos llevar las cosas con los humanos, sin embargo, en esta oportunidad parece estar bastante emocionado.
Apenas le comento la idea, casi brinca de alegría, aunque no tengo idea de por qué.
—No comprendo cuál es la alegría de colaborar con una humana. No le veo ningún beneficio— hablo mientras me cruzo de brazos.
El Rey me mira y entonces frunce el ceño.
—Ya entiendes por qué no puedo dejarte ni por un momento tomar decisiones por ti mismo, Tadeous— explica él al tiempo que bebe un sorbo de café —Le interesamos a los humanos, esa es una muy buena señal para nuestra manada, es una oportunidad de crecimiento para nuestros ingresos. Los problemas de la aldea disminuirán—.
—¿Cómo estás tan seguro de eso?— exijo saber, ya que, no entiendo su actitud.
—A veces solo es cuestión de corazonada— dice mi padre, con una sonrisa en su rostro que no le veo desde hace tiempo.
Hay un brillo en sus ojos que me llena de confusión.
—Entonces ¿Qué haremos con la chica? ¿Se enterará de lo que somos?— pregunto, mirando directo a los ojos ajenos.
—Solo si es lo suficientemente lista, se dará cuenta por sí sola— dice mi padre, quien es un alfa bastante respetable.
Mi olor se parece al suyo, pero se diferencia en los tonos cítricos a toronja y limón. Es amaderado con un toque de nuez moscada.
—No creo que tenga que ser muy lista para darse cuenta de que podemos transformarnos en lobos cuando queramos— digo con cierto tono de sarcasmo.
—Escucha, solo deja que la chica venga. Luego me lo agradecerás— insiste mi padre, a lo que no puedo negarme.
Prefiero no acotar nada y sigo con mis asuntos, firmando y revisando documentos, los cuales, la mayoría, tratan sobre la compra y venta de material textil.
Somos una manada bastante próspera y llena de vida, mi padre se encarga todos los días de ello.
Las manadas más cercanas y las únicas que mis ojos han visto, se reducen solo a grupos pequeños de lobos que se encuentran regados por los bosques, sin un orden en particular. Solo tienen una regla, y esa es no tener contacto con los humanos.
Mi padre es muy flexible con esa regla, ya que, para él, la manera de surgir es teniendo lo mejor de ambos mundos, él defiende que también somos humanos en parte.
La gente lo aclama, sabe que su monarquía es lo mejor que pudo haberle pasado a los hombres lobo.
Lo que me confunde es que aceptase tan rápido trabajar con alguien. Ni siquiera esperó a reunirse con el concejo.
Al terminar la jornada con el Rey, decido que es tiempo de ir a mi habitación y tomar una ducha.
Por el camino me topo con Louis, mi mano derecha.
—¿Qué sabes sobre esa humana?— le pregunto claro y conciso.
—Mi señor, lo único que se rumorea es que la chica solía ser dama de compañía de su padre. No he escuchado otra cosa desde ayer— dice él con un poco de vergüenza.
—Pero qué tonterías dicen— chasqueo la lengua al terminar de hablar —Mi padre no ha tocado a una mujer en años—.
—Eso no estoy al cabo de saberlo, mi señor— responde Louis encogiéndose de hombros —Pero siempre ha estado con la reina—.
Mi padre nunca ha tenido amantes, no es un hombre que piense en eso. Bien se queja mamá de que le falta afecto.
Termino de llegar a la habitación y me despido brevemente de Louis.
Abro la puerta del baño y comienzo a desvestirme.
No he querido desde que soy adolescente que ninguna doncella o mayordomo me atienda a la hora de asearme, siento que es extraño tener a tanta gente solo para un deber tan sencillo.
Apenas el agua toca mi cuerpo, ya siento que libero malas energías, que tengo una oportunidad más.
Salgo después de ducharme y me coloco una toalla que cubre la mitad de mi cuerpo.
—¡Ay, por Dios!— grita una voz cuando salgo.
Me volteo, un tanto sorprendido por ello.
—¿Elizabeth?— pregunto extrañado —¿Qué demonios?—.
Ya esto es demasiado.
—¡Lo siento! ¡No era mi intención entrar aquí!— dice ella, quien mantiene su rostro cubierto por las manos.
—Eso no responde a mi pregunta— hablo molesto mientras busco una bata que pueda taparme un poco más.
Apenas la encuentro en el clóset, me la pongo sin reparos.
—¡Me dijiste que viniera hoy! Yo vine, tu asistente me dijo que podía esperarte en la sala de visitas, luego pregunté si tenían disponible un baño porque manché mi falda con café y quería verme presentable, él me dijo que en la planta de arriba...— habla ella lo más rápido que puede mientras intenta hacerse una con la pared —Yo no tenía idea de que era tu habitación...— dice por fin.
—Buena historia— le digo, sonando jocoso —Pero me han dicho mejores excusas— es entonces que sonrío y sé que la hice molestar por la manera en que sus mejillas se encienden en un tono rojo.
—¡¿Acaso te estás burlando de mí?!— empieza a gritar, perdiendo la cordura —¿Por qué querría estar aquí sabiendo que estás casi desnudo? ¡Es absurdo! Si quisiera ver a un hombre desnudo, iría a una playa nudista, no a este lugar—.
Yo suelto una risa por lo bajo ante lo que veo.
Me acerco a la mujer, quien ahora no me parece tan cero a la izquierda como ayer. Me acerco tanto que logro ponerla nerviosa, huelo su nerviosismo, siento su corazón latir a mil por hora.
Tomo su cabello, el cual hoy está suelto y lo llevo hasta mi nariz.
—Hueles a almendras... y un poco a caramelo— comento mientras la miro directo a los ojos.
—Y tú hueles... Hueles...— intenta hablar Elizabeth, pero no puede.
—Dime ¿Cómo huelo? ¿Te gusta?— pregunto mientras ella se acerca más y más hasta quedar pegada a mi pecho, justo donde la bata no cubre mi piel.
Ella olfatea y la siento casi desvanecerse en su lugar.
Son los efectos de ser hombre lobo, es casi incontrolable que los humanos sientan atracción por nosotros.
—Delicioso...— dice ella, y yo sé que no lo habría dicho en una situación común.
Tomo en mi mano derecha su cuello y hago que suba el rostro, nuestros labios están a milímetros.
En el aura solo había calor y ganas de sellar el beso.
Un toque desesperado en la puerta nos interrumpe, haciendo que ella se separe por completo en menos de un segundo.
Vaya día.
*POV Elizabeth* El hombre que me atendió ayer me dijo que volviera hoy, y lo hice. ¿El único error? Casi lo beso. ¡Yo! Qué vergüenza. A su lado parezco estar borracha, eso es demasiado. Todo en mí se siente mucho más caliente, de alguna manera. Algo en este lugar no es normal, nunca he visto hombres tan altos y fornidos tan de cerca. No en una sociedad, al menos. Ni una sola persona aquí es obesa o estéticamente inapropiada. Incluso las mujeres que veo a mi alrededor tienen una figura envidiable. Casi me opacan, eso ya dice mucho. Hoy tengo entendido que conoceré a quien ellos le dicen Rey. El padre de Tadeous, del cual ahora sé su nombre debido a que su asistente me lo especificó en la entrada. Me encuentro sentada en la sala de espera de la que no debí haberme movido. ¿Cómo puedo ser tan torpe a veces? Entré a la habitación de un hombre semidesnudo, un hombre a quien ni siquiera conozco. —Señorita ¿Se le ofrece algo? Puedo traer bocadillos si así lo desea— me habla una d
*POV Tadeous* Por alguna razón, jugar con esta humana me divierte, es como si hubiera encontrado un nuevo pasatiempo. Le dejo la gran duda de a qué lugar la llevaré, y aunque me gustaría solo llevarla a mi habitación y así finiquitar nuestra evidente atracción física, quiero algo más de ella. Que me sirva como distracción de todas las ocupaciones aburridas de príncipe y heredero al trono. Un príncipe nunca tiene lugar para la diversión, eso es deprimente, pero como jamás he vivido de acuerdo a las reglas, no soy una persona depresiva. De haber seguido el ejemplo pulcro de comportamiento de mi padre, sería un gruñón sin remedio. Elizabeth me mira confundida mientras camina a mi lado, sujetada por mi brazo alrededor de sus hombros para que no escape. Hemos dado una enorme vuelta a la gran casa real, justo detrás del jardín se encuentra una especie de vivero que contiene una entrada oculta en el suelo hacia mi pequeño escondite. —Bienvenida a un nuevo mundo— le digo a Elizabeth, a
*POV Elizabeth* Todavía no me creo que haya intimado con Tadeous, ese hombre tan machista, un claro ejemplo de que nunca le ha faltado nada. Nadie nunca le ha dicho que no, estoy segura. Es solo un niño mimado que no sabe qué hacer para entretenerse, y por desgracia, yo estoy en medio. Me he topado con un hombre que podría destruirme si así lo quisiera. De todos modos, no hay algo que pueda hacer para retroceder el tiempo. Hay algo en él que genera calor en mí, no parece ser normal, eso no me sucede con nadie. He sentido deseo antes, pero jamás como con él. Trago saliva mientras me levanto de la cama. Son las 4:23 a.m. y yo estoy sin poder conciliar el sueño, simplemente no puedo dejar de pensar en lo que sucedió y lo bien que se sintió. No sé cómo tuve la fuerza y la voluntad de irme y dejarlo allí. Camino hasta la sala y me siento en el sofá, tomo mi libro de economía, ya que, me hace falta aprender un poco sobre las gráficas y el mercado para poder mejorar los detalles de la
*POV Elizabeth*Pasados dos días, me encuentro conduciendo a la aldea Old Sallow, por alguna razón, no puedo mantenerme alejada de allí por mucho tiempo tras conocer a quienes están en la cabecera de ese lugar.Es increíble la capacidad que puede tener una persona para influenciar en tus acciones.No dejo de pensar en ese hombre, hoy tengo la excusa de comenzar con el proyecto, y por ende, necesito la guía de Tadeous.Qué conveniente, Elizabeth.Tomo un sorbo de mi café frío mientras conduzco y vuelvo a posar el termo en el posavasos.Comienzo a observar la vegetación y disfruto mucho el paisaje por primera vez desde que estoy allí. Suelto una ligera sonrisa, ya que, al ver ese tipo de paisaje, sé que lo veré pronto.Subo el volumen de la música, la cual, casi siempre me acompaña en paseos largos. Es un tipo de pop-rock que va acorde a la ocasión de una manera casi perfecta.Muevo mi cabeza de un lado a otro a ese ritmo, hay algo sobre estar en este lugar que me genera placer, más all
*POV Elizabeth*Mis ojos se abren como platos al solo comprender un poco de lo que está sucediendo frente a mí.—¿Tadeous? ¿Me puedes explicar qué es todo esto?— pregunto, sin estar muy segura por un momento de si lo que mis ojos captan es la realidad.Me siento como si estuviera bajo los efectos de una droga muy fuerte, ya que, las cosas que he visto, no son de este mundo.—Dios, Elizabeth ¿No puedes dejar de ser tan testaruda por un solo segundo?— me dice él, como si estuviera fastidiado en cierto modo.Luego de unos pocos segundos, termino de procesar que él está sin ropa, como vino al mundo.La vergüenza se asienta en mi rostro y bajo mi cabeza para ver al suelo.No es como si ya no conociera este lado suyo, pero sigue siendo un tema delicado para mí verlo así. Desde que conozco a Tadeous, lo único en lo que puedo pensar es en mis hormonas.—Pues no, ser testaruda me ha ayudado a llegar a donde estoy. Gracias— respondo con un tono poco amigable.Él me mira sorprendido.—¿En serio
*POV Tadeous*Observo a mi alrededor y todavía no me creo que Elizabeth esté en la cabaña conmigo.Este lugar es muy especial para mí, y no pensé mostrárselo a nadie sino hasta enamorarme.En lo personal, el amor jamás fue una opción para mí, amo con locura a las mujeres, pero especialmente sus cuerpos.Aunque puedan pensar que soy inmaduro, eso no es del todo cierto. Mi padre se ha asegurado de dejar en claro que esto es así, pero me encargaré de cerrarle la boca.Elizabeth se encuentra sentada en el sofá frente a la chimenea de la sala de estar. Se encuentra viendo al fuego, como si estuviera hipnotizada.—No creo que el fuego responda todas tus dudas— le digo, mientras termino de quitar una de las sábanas que cubre uno de los sillones individuales.—Tampoco hablar contigo lo hará, y aquí estoy— me responde, encogiéndose de hombros con una pequeña sonrisa en sus labios.—Vaya, qué carismática— le digo, con cierto sarcasmo en mis palabras.Al terminar de adecentar un poco la sala que
*POV Elizabeth* El reloj al lado de mi cama empieza a vibrar y a hacer un ruido casi chirriante, así que me levanto, como todos los días. Volteo a ver la hora, son las 5 A.M. Me levanto de la cama, observo que mi gata Medianoche ha venido a saludarme, así que la levanto en mis brazos y le doy una tierna caricia en su cabecita peluda. Tiene un bonito color negro con un lunar blanco en la nariz. —Hola, preciosa, hoy es un nuevo día—. A veces pienso que estoy un poco loca al creer que podría responderme. Si lo hiciera, de verdad me asustaría. Termino de ir a la cocina para hacer mi desayuno, el cual consiste en dos tostadas con aguacate y queso crema. Lo acompaño con un té verde frío. Me alisto para el trabajo, ya que, soy la jefa y tengo siempre que estar a tiempo. Soy el ejemplo de mis empleados. Nunca fallo. Me dedico al diseño de modas, y en este trabajo jamás hay descanso. Recibo una llamada de mi asistente personal. —Buen día, señorita Conway—. —Buen día, Marilyn ¿Qué
*POV Tadeous* —Príncipe y señor mío, por favor, le pido que llame a su padre. Solo el Rey sabrá alivianar mi situación en estos momentos— gimotea una mujer que se encuentra fuera de las rejas de la casa real. —No puedo hacer tal cosa ¿Sabe usted que es un delito venir aquí de esa manera?— abro la boca y sigo trabajando en mi proyecto de jardinería. —Pero príncipe, he quedado sin casa tras las fuertes lluvias, y mis hijos están pequeños como para trabajar... Tenga compasión— implora ella. —Hay un plan en estos momentos funcionando para problemas como el suyo. Debería ir y hacer sus reclamos allí— digo y finalmente me levanto después de cortar ciertas hojas secas de mis preciosas flores. Me retiro sin decir nada más, estoy harto de la gente que se queja por todo. La mujer se enfurece y entonces comienza a gritar mil y un barbaridades. Así son los pobres, personas a las que si no ayudas pasas a ser mala persona. Pero vaya que siempre están pidiendo. Lo malo de ser príncipe, de per