Al llegar frente a la garita del portón de la mansión, quedo en shock, aquí podría estar viviendo la reina Isabella con toda su familia real... ¡Esta mansión es enorme! Incluso más grande que la de Giovanni. Observo la expresión de asombro en el rostro de Giovanni. Pobre iluso, ¿acaso pensó que sería el único millonario con mansiones imponentes en Londres? —Danna, esta mansión es impresionante... ¡Y tú vives aquí! —exclamo, señalando la majestuosa estructura. —Sí, y por dentro es aún más asombrosa. Le diré a Murgos que te invite un fin de semana para que pases una tarde en el área social. No puedo evitar sonreír, sintiendo una mezcla de asombro e incredulidad. ¿De dónde ha salido esta gente? ¿Cuál es la historia detrás de esta familia? Hikari no suena como un apellido inglés, lo que me hace pensar que no son originarios de aquí. Ahora recuerdo que Danna mencionó que el padre de Gabriel tiene rasgos asiáticos. Seguro que vienen de allá. Giovanni detiene su auto frente a la garita de
Cuando el ascensor se detiene y las puertas se abren, Giovanni no me suelta ni por un segundo. Sus labios se deslizan por mi cuello, arrancándome suspiros mientras intento, con manos temblorosas, sacar las llaves de mi bolso. El calor de su aliento me enciende, haciéndome perder la concentración cada vez que sus labios rozan mi piel. Finalmente, logro encontrar las llaves y, con dificultad, las inserto en la cerradura. El deseo se mezcla con la impaciencia mientras lucho por abrir la puerta, sintiendo la urgencia en cada beso que Giovanni deposita en mi cuello. Sus manos recorren mi espalda, bajando lentamente hasta la curva de mi cintura, mientras yo trato de no dejar caer las llaves al suelo. La puerta se abre de golpe, y antes de que pueda procesarlo, Giovanni me empuja suavemente hacia adentro, cerrando la puerta detrás de nosotros. Mientras nos despojamos de los abrigos, las bufandas y los beanies, dejo que sus labios se apoderen de los míos, y mi cuerpo responde sin vacilar, d
Mientras el agua tibia cae sobre nosotros, mis pensamientos se enredan en una maraña de dudas y temores. Puedo sentir cómo la mirada de Giovanni, esos ojos verdes que brillan con una intensidad inesperada, se clava en mí con un amor tan puro que me asusta. No es bueno, no es para nada bueno que un mafioso esté enamorado de mí. Conozco la naturaleza obstinada de estos hombres, cómo se aferran a lo que desean con una tenacidad peligrosa. Y si Giovanni ha decidido que yo soy suya, sé que hará cualquier cosa para que le corresponda, y «cualquier cosa» en su mundo puede significar cosas malas, cosas que no quiero imaginar. El peso de esa realidad me aplasta, y aunque una parte de mí anhela dejarse llevar, la otra sabe que corresponder a ese amor podría arrastrarme aún más hacia las sombras.Estoy tan cerca de salir de esa oscuridad, de por fin alcanzar una vida decente, una vida que me permita dejar atrás este mundo lascivo. No es que quiera denigrar a las prostitutas; sé que cada una tien
De repente, Giovanni se ha convertido en una melodía que resuena constantemente en mi mente, una canción que no puedo dejar de cantar. Sin embargo, a veces me inquieta el verdadero significado de cada letra en esta lírica. ¿Estas notas evocan una bendición o presagian una tragedia?El primer día de las prácticas de graduación ha llegado, y no puedo evitar sentirme nerviosa. Sé que me encontraré con él, y no puedo dejar de imaginar cómo, en su esplendor característico, captará toda mi atención. Mi rostro no podrá ocultar la fascinación que siento, porque estos sentimientos son nuevos para mí. Nunca nadie me había interesado tanto como Giovanni; nunca antes alguien había invadido mi mente de tal manera. No sé cómo reaccionar ante esta avalancha de emociones.Al abrir la puerta del anfiteatro universitario, lo veo a lo lejos, tan guapo como siempre, rodeado por su grupo de amigos, destacándose como el centro de atención. Lleva una camisa negra con dos botones desabrochados, dejando ver u
Nuevamente estoy parada frente a la prestigiosa fachada exterior del club, y la oscuridad de la noche envuelve el lugar en un aire de misterio que ahora me resulta familiar. Frente a mis ojos, el neón parpadeante del letrero sobre la entrada principal ilumina mi camino, pero yo me desvío hacia la puerta del personal, ubicada discretamente a la derecha del local.Cruzo el umbral, y de inmediato, el sonido sordo de la música de la discoteca me envuelve, una mezcla de bajos retumbantes y risas apagadas que parece filtrarse por las paredes. A medida que avanzo por el pasillo estrecho que conduce a los camerinos, cada paso que doy se sincroniza con el ritmo de la música. Es como si el tiempo hubiera retrocedido, como si el último show junto a las bailarinas hubiera sido apenas ayer. Los recuerdos de las luces, los aplausos, y la energía del escenario me invaden, pero esta vez con una sensación de distancia, como si pertenecieran a otra vida.Cuando empujo la puerta del camerino y entro, la
Salgo del camerino con una mezcla de furia y determinación que hierve en mis venas. Mis pasos resuenan en el pasillo mientras me dirijo hacia la oficina de Murgosia Hikari, cada zancada cargada de la indignación que me invade. ¿Cómo se atrevió a involucrar a Bárbara en este mundo? Esta situación ha cruzado todos los límites, y no pienso quedarme de brazos cruzados.Empujo la puerta de la oficina sin tocar, y ahí está ella, Murgos, sentada tras su elegante escritorio, revisando unos papeles. Cuando levanta la vista y me ve, una sonrisa se dibuja en su rostro, como si estuviera disfrutando de alguna broma privada.—Veo que ya has conocido a Crazy Patsy —dice, con ese tono calmado que me irrita aún más.—¿Cómo pudiste, Murgos? —sueno más molesta de lo que pretendía, pero no me importa—. ¡No tenías derecho a involucrar a Bárbara en esto!Su sonrisa no desaparece, pero sus ojos se estrechan un poco, como si evaluara mi reacción. Espero su respuesta, mi corazón latiendo con fuerza, lista pa
El amanecer del día de mi graduación llega con el tenue resplandor del sol invernal filtrándose por mi ventana. Me despierto con una mezcla de emociones difíciles de describir. Los nervios son inevitables, la felicidad de volver a ver a mis padres va acompañada de una ligera tristeza que se cuela en mi corazón. Porque quería enorgullecerlos, mis invitados especiales en esta ocasión, vienen desde Ashbourne solo para vivir este momento tan importante. Realmente quería que me vieran subir al podio y que escucharan mi discurso... M****a, no puedo evitar pensar en eso. Aun así, trato de recordarme a mí misma que no tengo nada de qué quejarme. Después de todo, he logrado graduarme entre los tres mejores promedios de la universidad, y eso es un logro que no muchos pueden decir. Es un sueño hecho realidad. He alcanzado algo que siempre soñé: graduarme en la mejor universidad de Londres y hacerlo con un índice académico que cualquiera admiraría. Voy a la cocina y preparo un desayuno ligero: un
Giovanni camina con paso firme hacia el podio del anfiteatro, su toga ondeando ligeramente con cada movimiento. Su presencia impone, y aunque siempre lo he visto como una figura destacada de la escuela de negocios, hay algo en este momento que lo hace aún más admirable. No puedo apartar la vista de él mientras sube los escalones, avanza sobre el escenario y se coloca frente al micrófono.Antes de empezar su discurso, Giovanni se toma un instante para observar la multitud que tiene delante. Sus ojos recorren el anfiteatro, deteniéndose en los rostros de los profesores, de los estudiantes, y finalmente, en los invitados. Es un momento de pausa, como si estuviera absorbiendo toda la energía del lugar. Su mirada se suaviza, y por un breve instante, me parece ver una chispa de nerviosismo en sus ojos, pero desaparece tan rápido como apareció.Finalmente, toma aire y comienza a hablar, su voz resonando con claridad por todo el anfiteatro:—Queridos compañeros, profesores, y, por supuesto, f