A las tres de la tarde. Bajé del avión y fui directamente al parque de atracciones sin dejar mi equipaje.Marta estaba allí y me abrazó nada más al verme:— Sara, por fin has vuelto.Le di una palmadita de tranquilidad en el hombro:— Ven, acompáñame a revisar algunos puntos.Apenas había dormido anoche, pensando en dónde podría estar el problema. Aunque sospechaba de la constructora y el fabricante de las luces, la probabilidad de que cometieran un error era baja. Era un proyecto grande y un error deesa magnitud les costaría mucho dinero.Así que pensé que podría ser otro problema, pero como no soy experta en eso, no estaba segura. Necesitaba verlo en persona. Estuve varias veces encendiendo y apagando luces, comparando con las imágenes de muestra detenidamente hasta las dos de la madrugada.— Sara, has acumulado energía durante una semana para esta explosión — bromeó Marta, realmente agotada.¿Me había ido una semana? No tuve tiempo de pensar en ello. Marta y yo fuimos a la oficina y
Carlos estaba sentado, vestido con un traje negro, camisa blanca y una corbata con pequeñas estrellas. Esa corbata se la regalé en su cumpleaños el año pasado. Nunca se la había puesto, supongo que no le gustaba. Qué ironía que ahora que nos hemos separado, se la ponga.Su expresión era muy dura, sus ojos fijos en mí con una mirada feroz.Yo sabía por qué estaba tan enojado, pero en ese momento hablé con calma:— ¿Para qué me ha llamado, señor Carlos?— ¿Dónde has estado estos días? — su voz era distante.— Pues de vacaciones anuales — le respondí evasivamente.Los dedos de Carlos se crisparon con furia sobre el escritorio.— Te pregunto de nuevo, dónde has estado.— En Valle Sereno — no tenía nada que ocultar, así que le di el nombre del lugar.Frunció el ceño aún más, con un destello de confusión total en sus ojos, como si no supiera dónde estaba Valle Sereno. Claro, ¿cómo iba a conocer un pueblecito tan insignificante? Aunque, si realmente se preocupara por mí, lo sabría. Le había d
Carlos se ajusta la corbata con un gesto bastante brusco.—Sara, ¿qué demonios te pasa? ¿Por qué te echas para atrás con la boda de repente? ¡Y encima de todo desapareces!—Ya habíamos terminado con el trabajo, y volvimos a lo nuestro. Eso era lo importante para él.—No estoy haciendo un drama —le respondí con simpleza.—¡¿Y esto no es un drama?! ¿Sabes el lío tan terrible que hay en casa? ¡Mi mamá está hospitalizada por tu culpa! —Carlos estaba furioso.Me sentí culpable por lo de Alicia, pero una cosa es una cosa. Mi culpa con Alicia y Gabriel no borra el daño sicológico que Carlos me ha hecho.—Voy a hablar con Alicia y a pedirle disculpas.—Sara, ese no es el punto. Te pregunto una vez más por qué no te quieres casar —Carlos volvió a acomodarse la ropa, molesto.Este tipo había cometido un error y creía que yo le debía algo. Así que no me importó dejarle claro quién le había fallado a quién.Bajé instintiva la mirada, posándola en su reloj. —Fui a Nueva Armonía.Al decir eso, escuc
Carlos no dijo nada, después de un rato hizo una fea mueca de irónica.—Si quieres hacer un drama, pues adelante, hazlo.A estas alturas, ni siquiera reconocía su culpa, seguía echándome la culpa a mí.Ya no tenía ganas de discutir, así que solo dije: —Me voy a mudar de su casa.—¿De nuestra casa? —Los ojos de Carlos se entrecerraron—. Sara, la verdad es que nunca la consideraste tu hogar, qué desperdicio de todo el cariño que te tuvieron mis padres.Mordí con rabia mi labio. Él no entendía que lo que yo quería no era precisamente el cariño de sus padres, sino el suyo. Ya había decidido separarme de él, así que decirlo o no, era lo mismo.—Señor Carlos, me voy a mi trabajo —No mencioné el tema de la renuncia, quería terminar mi trabajo.—Sara, ¿de verdad quieres terminar conmigo? —Carlos me preguntó de nuevo.Parecía que antes no había escuchado bien. Lo miré a la cara, a esa cara que había admirado tanto durante diez años, y le dije con frialdad: —Sí, Carlos, quiero terminar contigo.
—No te culpo, lo que no se cuida se muere, es algo natural —dije sinceramente, sin sentir rencor hacia Marta.Ni siquiera éramos amigas, a lo sumo compañeras cercanas, incluso hermanas de sangre priorizan su propio bienestar antes de ayudar a otros.—Sara… —Marta me tomó en ese momento del brazo, queriendo decir algo.Pero la interrumpí. —El señor Carlos dijo que, si el problema de la iluminación no se resuelve, la responsabilidad recae en nosotras. Ahora no tenemos tiempo para pensar en otra cosa, debemos solucionar lo antes posible el problema de la iluminación.Marta abrió ampliamente los ojos. —Esto no es culpa nuestra, parece que fuéramos las culpables.—Somos las responsables de este proyecto, si hay un problema, somos las primeras responsables, sin excusa alguna. Si no quieres asumir las consecuencias, soluciona el problema —dije con seriedad.Marta no dijo nada más, obedeció y se dio la vuelta.Escuché que murmuró: —Venganza personal.Entendí de inmediato su significado, que Ca
Beatriz, con su artimaña desenmascarada, se sonrojó profundamente.Aun así, intentó mantener su imagen de superioridad. —¿Es que acaso, estás convencida de que Carlos y yo tenemos algo?¿Necesita la confirmación de otros? ¿No sabe lo que ha hecho?Mi educación me impidió responder con groserías, pero los ojos de Beatriz se humedecieron de repente. —No me esperaba que la gente fuera tan sucia y vil.Mira cómo se presenta como alguien superior.—Sara, Carlos es un buen hombre, ni siquiera puedes confiar en él, solo por eso no eres digna de él —con esas duras palabras de Beatriz, lo entendí todo.Su discurso previo tenía como objetivo demostrar que yo no era digna de Carlos. Así que, tal vez, tenía algo más que decir. No dije nada, la dejé actuar.Como era de esperar, secó sus lágrimas fingidas. —Sara, ¿de verdad no quieres a Carlos?Esta mujer me estaba tendiendo una vil trampa. ¿Cree que soy tonta?Me burlé. —Si digo que no, ¿dirás que es perfecto para ti?El rostro de Beatriz se tensó
Agarré el vaso y me lo tomé casi todo de un solo trago.— Ya se fue —solté sin más.— ¿Ah? —Paula, sentada con las piernas cruzadas frente a mí, me miró con cierta curiosidad.— Lo mandé a volar y se fue. Dizque a trabajar. Y ya, fin de la historia —mis palabras en ese momento dejaron a Paula medio shockeada.— ¿Se fue así nada más? ¿Ni siquiera insistió un poco? —Paula lo negó— Qué poca fibra tiene ese tipo, chava.— Nah, él sabe cuándo retirarse. No es de esos hombres intensos e insoportables —mientras hablaba de Sergio, no pude evitar recordar su aspecto rudo y tosco.Paula ladeó un poco la cabeza y me miró fijamente.— Oye, ¿y si hubiera peleado un poco más por ti? ¿No crees que tal vez...?— ¡Ni de chiste! —la corté en seco— Sabes, no voy a usar a alguien para curarme las heridas que me dejó otro.— Claramente nadie puede reemplazar a Carlos, así como así —concluyó enfática Paula.Esbocé una sonrisa nostálgica.— Carlos aceptó que termináramos.Paula se quedó tiesa. Dejé el vaso y
Gabriel y Alicia se quedaron claramente sorprendidos por mis palabras, lo cual no me sorprendió, pero sí me puso algo nerviosa.—Sara, ya lo sabemos todo, no es tu culpa, es culpa de ese imbécil de Carlos. Ya le he regañado y le he dicho que vuelva a pedirte perdón… —Antes de que pudiera hablar, Alicia ya había empezado como locomotora a insultar a Carlos.Quería evitar que dijera lo que ellos no querían oír.Gabriel fue más racional que ella e interrumpió a Alicia: —Deja que Sara hable.Alicia apretó mi mano con más fuerza, mirándome con la misma intensidad que sus nostálgicas palabras.Bajé instintiva la mirada, esforzándome por no dejarme distraer. —Gabriel, Alicia, he roto con Carlos.Tras mis palabras, reinó un silencio sepulcral en la sala, solo se escuchaba el apretón de Alicia en mi mano.— ¿Por qué? —preguntó Gabriel con voz asombrada y firme.Sabía que tenía que darles una razón irrefutable que les impidiera seguir interfiriendo, para que esto terminara, si no, se prolongaría