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Adele.

Estoy confundida.

Miro a mi alrededor y noto que estoy en una habitación de la enfermería, con mis padres muy cerca de mí, con el sanador y dos asistentes. ―También está alfa Noah, cuya cara está muy cerca de mí y quien ahora me besa la frente con tanta ternura, que no puedo siquiera intentar apartarme de él.

Tampoco es que pueda, porque me siento tan débil, que apenas si pude decir unas cuantas palabras legibles hace un momento.

― ¿Te encuentras bien? ―me dice alfa Noah, quien estrecha mi cabeza contra su pecho, lo cual se siente muy bien y de alguna manera que no logro comprender, me llena de fuerza, de su fuerza, para ser más precisa.

Entonces, trato de moverme, pero siento que me duele hasta el cabello, lo cual me hace reír.

―Más o menos, mi alfa―le respondo con una sonrisa y él me besa ahora la coronilla.

― ¡Adele! ―dice esta vez mi madre, quien pareciera haber estado como una estatua de piedra hace tan solo unos segundos y de repente, hubiera recuperado la voz―estás r