*—Layonel:Frosty Village era, sin lugar a dudas, un lugar que parecía sacado de un cuento de hadas. Aunque el verano le daba al pueblo un aire tranquilo y sereno, con sus casas de madera pintadas de colores suaves y los jardines floreciendo en cada esquina, Layonel no podía dejar de sentirse atrapado entre dos mundos. Por un lado, el pintoresco pueblo natal de su padre, con sus paisajes llenos de montañas cubiertas de pinos y el eco del pasado resonando en el aire fresco. Si no tuviera asuntos que atender, si su corazón no estuviera dividido, quizás se hubiera quedado allí, plantando raíces y construyendo una vida en ese lugar tan lleno de historia.Sin embargo, la otra parte de él, la que aún sentía el peso de la culpa, no podía dejar de cuestionarse: ¿y si Damien no quería regresar junto a él? ¿Y si, a pesar de todo lo que había hecho por él, lo que él sentía, lo que había sufrido, ya no era suficiente para reconstruir lo que se había roto entre ellos?Layonel suspiró profundamente
*—Damien:No había querido regresar a este lugar.Damien cruzó la entrada de su viejo apartamento, los ojos recorriendo lentamente la sala. Cada rincón le traía recuerdos de momentos bellos, cuando Layonel y él reían juntos, cuando todo parecía perfecto. Recordaba los abrazos en la cocina, las charlas largas en el sofá, las noches tranquilas compartiendo el mismo espacio. Pero entonces también llegaban las imágenes del día fatídico, aquellas que no podía dejar de revivir en su mente.Después del ataque, Damien no había tenido el valor de regresar a su casa. Se alojó en un hotel esa noche, incapaz de soportar la idea de estar allí, en ese lugar tan lleno de recuerdos y de dolor. No quería mancillar una escena de crimen, y tampoco se sentía preparado para enfrentar lo que había pasado. La policía había investigado, claro, pero eso no borraba sobre lo que paso, Layonel herido y buscando ayuda antes de desmayarse. La estufa, los armarios, el suelo cubierto de sangre… El camino de sangre q
*—Damien:Había pasado el día organizando parte de su ropa en el armario, que era del mismo tamaño que el anterior. Se dio cuenta de que, aunque tenía bastante ropa, aún quedaba mucho espacio vacío. Vacío, como él.No pensó que se sentiría tan solo en su vida. Ni siquiera cuando terminó con Corey y sufrió por aquella ruptura se había sentido así. El dolor que cargaba ahora era diferente, más profundo, como si algo vital hubiera sido arrancado de su interior. Nadie nunca lo había afectado tanto como Layonel lo había hecho.¿Era porque de todas sus parejas, al único que había amado de verdad era a él? No, no era algo del pasado. Aún lo amaba. Para Damien, Layonel seguía siendo su amado, alguien que no podría olvidar jamás.Un sonido interrumpió sus pensamientos. El timbre resonó por el apartamento, sacándolo de su ensimismamiento. Parpadeó, confundido, y se levantó del suelo, donde había estado organizando sus zapatos. Cuando el timbre volvió a sonar, el corazón le palpitó con fuerza, c
*—Layonel:No sabía qué hacer.Después de la visita de su abuelo, Layonel había pasado días enteros dándole vueltas a la misma pregunta: ¿qué decisión tomar? No podía seguir postergándolo. Aunque su corazón seguía desgarrado por lo ocurrido con Damien, sabía que quedarse paralizado no era una opción. Regresar a Los Ángeles significaba volver a un círculo en el que era inevitable cruzarse con él, enfrentarse a esos recuerdos que todavía le dolían como una herida abierta, pero quedarse en Frosty Village implicaba abandonar todo lo que había conocido: su vida, sus amigos, su rutina.Estaba atrapado en una encrucijada, y aunque buscaba señales o consejos, sabía que la única persona que podía decidir era él mismo.Layonel suspiró y acarició a Benito, que estaba acurrucado en su regazo. El gato ronroneaba suavemente, como si intentara transmitirle un poco de tranquilidad. Estaban en la terraza de la casa familiar, disfrutando del aire fresco de la mañana. Benito era una constante en su vida
*—Damien:Sentía una opresiva presión en el pecho, como si tuviera algo pesado encima. Damien abrió los ojos lentamente, con el cuerpo entumecido y una sensación de cansancio que parecía no querer abandonarlo, como si los pocos días de sueño intermitente estuvieran cobrándole factura. Su mirada se posó en los grandes ventanales de su habitación, donde los colores del atardecer se desvanecían, mezclándose con el azul profundo de la noche que comenzaba a caer.¿Cuánto había dormido esta vez? El cielo le indicaba que habían pasado varias horas, quizás más de las que había esperado, y las lámparas de su mesita de noche incluso estaban encendidas.Bostezó, frotándose los ojos, pero la sensación en su pecho no desapareció. Más bien, parecía haber algo tangible sobre él, algo que incluso vibraba suavemente. Bajó la mirada con cautela, y sus ojos se encontraron con un par de orbes verdes brillantes que lo observaban fijamente. El susto le recorrió la columna, pero la figura sobre él se reveló
*—Damien:Tomó a Layonel por la cintura y lo sentó sobre su regazo. Layonel pasó los brazos por su cuello y buscó sus labios en un beso abrasador. Comenzaron a besarse como si estuvieran famélicos el uno del otro, frotando sus lenguas y haciendo sonar sus besos en la tenue habitación. Layonel se apretó contra él, moviendo las caderas sobre su pelvis, y Damien sintió al instante su deseo cobrar vida fuertemente dentro de su chándal.—¡Oh Dios, estás como una roca! —comentó Layonel, separándose un poco mientras reía divertido, y luego lo empujó suavemente hacia la cama. Damien terminó de espaldas sobre el colchón, observando cómo Layonel se movía sobre él, bajando con una intensidad que lo desarmaba. Layonel parecía hambriento de él, y Damien sentía una desesperación creciente por tenerlo, después de pasar todo un mes en soledad, alimentándose de sus recuerdos como la gasolina que había impulsado su deseo.Su chico bajó y Damien vio cómo él tomaba con una mano su virilidad, aprisionándo
*—Layonel:Regresar se sentía bien.Layonel aspiró el aire fresco de la mañana, dejando que el suave viento acariciara su rostro mientras contemplaba la hermosa vista de su nuevo hogar. La ciudad de Los Ángeles parecía aún más vibrante y llena de promesas que cuando la había dejado atrás. El sonido distante del tráfico, el brillo del sol sobre los rascacielos y la energía palpable en el ambiente lo hacían sentir una mezcla de alivio y emoción. Había vuelto, por fin.Ayer había tomado la decisión de regresar a casa y, después de un largo y tedioso viaje en vehículo que le pareció eterno, lo había logrado. Recordaba claramente la sensación de animación que lo invadió al acercarse a la ciudad. La expectativa de ver a Damien lo había mantenido despierto y alerta, aún con el cansancio acumulado. Después de llegar a la ciudad, Layonel expresó a Gray su deseo de ir directamente a buscar a Damien. Gray, como siempre, lo había apoyado incondicionalmente, incluso ayudándole a darle un aventón a
*—Layonel:Llegaron tarde al encuentro con los chicos porque se habían tomado su tiempo disfrutándose nuevamente en la intimidad y buscando ropa de Damien que le sirviera a Layonel.La reunión tuvo lugar en el apartamento de Luc y Clayton, quienes se habían ofrecido a cocinar para todos. Al llegar, encontraron a Uriel, Danny y Cameron ya presentes. Layonel no pudo evitar sorprenderse al notar lo bien que se llevaban Uriel y Danny. Era increíble cómo, en tan solo un mes, las dinámicas del grupo habían cambiado.La comida transcurrió en un ambiente lleno de risas y camaradería. Todos compartieron anécdotas, especialmente sobre las cosas que habían sucedido en ausencia de Layonel. Por supuesto, no tardaron en relatar las travesuras y desastres de Damien, quien, según ellos, había sido “un caos andante” en más de una ocasión.—Es bueno verlos de regreso, felices y completos —comentó Danny con su habitual aura de tranquilidad, siempre siendo el mediador pacífico del grupo.—Gracias, Danny