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*—Damien:

Tomó a Layonel por la cintura y lo sentó sobre su regazo. Layonel pasó los brazos por su cuello y buscó sus labios en un beso abrasador. Comenzaron a besarse como si estuvieran famélicos el uno del otro, frotando sus lenguas y haciendo sonar sus besos en la tenue habitación. Layonel se apretó contra él, moviendo las caderas sobre su pelvis, y Damien sintió al instante su deseo cobrar vida fuertemente dentro de su chándal.

—¡Oh Dios, estás como una roca! —comentó Layonel, separándose un poco mientras reía divertido, y luego lo empujó suavemente hacia la cama. Damien terminó de espaldas sobre el colchón, observando cómo Layonel se movía sobre él, bajando con una intensidad que lo desarmaba. Layonel parecía hambriento de él, y Damien sentía una desesperación creciente por tenerlo, después de pasar todo un mes en soledad, alimentándose de sus recuerdos como la gasolina que había impulsado su deseo.

Su chico bajó y Damien vio cómo él tomaba con una mano su virilidad, aprisionándo
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