*—Layonel:Había sido una noche maravillosa, algo que Layonel jamás hubiera previsto ni imaginado en su vida. Después de disfrutar juntos en el nuevo apartamento, regresaron al que aún ocupaban. Layonel, cansado, pero satisfecho, se fue directo a la cama mientras Damien le prometía que revisaría a Benito. Unos minutos después, Damien se metió en la cama a su lado, y juntos se entregaron a la paz de la noche, listos para un nuevo día que los esperaba.Dormir con Damien siempre le hacía sentir que todo encajaba perfectamente. Esa noche no fue diferente. Aunque intentó dormir un poco más, Layonel despertó a las seis de la mañana, como si tuviera un reloj biológico bien sincronizado, mientras Damien seguía durmiendo plácidamente. Se levantó con cuidado, disfrutando del silencio de la mañana y del calor residual en su cuerpo que recordaba la pasión de la noche anterior. Sus caderas dolían, y su agujero palpitaba entre el placer y el dolor, pero lejos de quejarse, una sonrisa se dibujó en
*—Layonel:No podía ser. No podía estar viendo a su fallecido padre frente a él.Layonel alzó la mano hacia el hombre, que ladeó la cabeza, observándolo con una expresión confusa. En ese momento, Layonel se percató de algo: aunque aquel hombre era idéntico a su padre, no era él. La realidad lo golpeó de repente, y dejó caer la mano, dando un paso atrás y sacudiendo la cabeza. Sin embargo, la coincidencia era demasiada… ¿Acaso...? No, su padre le había dicho que no tenía familia, o al menos eso le había asegurado hace mucho tiempo.De pronto, una mujer de apariencia latina apareció detrás del hombre y le sonrió cálidamente.—Oh, hola… ¿tú eres?—Ah, yo soy… —Layonel se pasó una mano por el cabello y miró de reojo al hombre idéntico a su padre, que no le quitaba la mirada de encima—. Soy Layonel Robbins, amigo de Gray.—Oh, muchas gracias por estar aquí —comentó la mujer, extendiendo la mano con gentileza—. Soy Carmen Steele, un placer.Layonel asintió, permitiéndole pasar. Observó cóm
*—Layonel:No podía borrar la sonrisa de sus labios.De regreso a su piso, Layonel estaba en la novena nube. Se sentía increíblemente feliz. Jamás hubiera imaginado que este incidente con Gray lo llevaría a descubrir una familia que no sabía que tenía. Después de pasar tanto tiempo solo, se sentía irreal. Sin embargo, también le daba un poco de tristeza pensar en su padre y su hermano gemelo, que no habían logrado resolver sus diferencias a tiempo. El señor Brendan parecía devastado al enterarse de la muerte de su hermano; quizás siempre creyó que su hermano estaba en alguna parte, aunque perdido. Pero saber que estaba muerto seguramente dolía mucho. Tal vez podría llevarlo al cementerio donde descansaban sus padres, para que hablara con él y encontrara un poco de consuelo.Layonel se propuso hacer eso. También decidió que debía hablar con Damien sobre lo ocurrido. Tenía ganas de pasar un fin de semana en el pueblo de donde era originaria su familia paterna, para conocer más sobre sus
*—Lay:Estaba tan feliz y dispuesto a darlo todo en su nuevo trabajo.Layonel Robbins, llamado cariñosamente Lay por sus amigos cercanos, había conseguido un empleo a tiempo completo y muy formal. Lay iba a ser el asistente de un gran empresario que tenía una larga cadena de clubes nocturnos, aunque el horario era loco por así decirlo y tenía que trabajar los fines de semana, Lay estaba dispuesto a todo con tal de conseguir un buen salario de forma honorable. La paga era muy buena y tenía la facilidad incluso de tener un trabajo a medio tiempo si deseaba, puesto que comenzaba a trabajar desde las seis de la tarde hasta las dos de la mañana, si, un loco horario, pero situaciones desesperadas necesitaban medidas igual de desesperadas.Sus padres habían muerto cuando era un adolescente y entre las deudas que estos dejaron, las deudas que había adquirido durante su juventud para pagar sus estudios y algunas deudas extras, lo habían agobiado tanto que había tenido en su momento como cuatro
*—Lay:Era un hombre que seguía siempre las reglas, puesto que odiaba que la gente lo señalara con el dedo y fallar no estaba en su vocabulario. Era por esto que siempre hacia lo que su jefe, Damien Bates, decía, incluyendo cumplir su pedido de siempre, aquel que solo sucedía los domingos cuando…—Te estoy esperando, Layonel —dijo Damien Bates fuertemente al ver que Layonel seguía en el mismo lugar luego de reportar su visita al Oscuro, el cual era el club nocturno para homosexuales que supervisaba cada domingo.Layonel hizo una mueca y le dio una mirada a su jefe, quien se veía impaciente y esperaba por este.No quería ceder, últimamente se estaba haciendo el difícil, pero era más porque su corazón no podía seguir soportando esto. Su jefe seguía dándole alas, pero a su vez, seguía desapareciendo cada noche con sus amantes.Ya no sabía que pensar.—Las reglas deben seguirse y recuerda que día es hoy, Layonel —insistió su jefe Damien con su profunda voz que hacía que cualquier que la e
*—Damien:¿Cuánto más podría aguantar?Su mano rodeó su grueso pene y comenzó a moverla por toda su hinchada longitud, masturbándose y sintiéndose maravillosamente bien. Había estado endurecido toda la noche, más bien, los domingos siempre pasaba lo mismo, pues era el día que tenía que hacer esa descabellada supervisión.¿Por qué se hacía esto? Aquel caliente chico estaba a su merced, pero era un maldito cobarde que no quería dar el paso y tomar lo que estaba en bandeja de plata.Layonel siempre le había interesado y su deseo por corromperlo cada día, mes y año que pasaba crecía considerablemente. Las ganas de empujarlo contra su escritorio y meter su polla contra su rosácea raja lo tenían desesperado. Tenía el culito más lindo que había visto en su vida y era por eso que siempre esperaba con ansias los domingos. Ver sus blanquecinas nalgas y su rosáceo agujero lo ponían a mil y las ganas de metérsela solo crecían cada vez que tenía que revisar si había sido o no mancillado en el Club
*—Lay:Sus días siempre eran muy tranquilos, Layonel podía decir que a pesar de las deudas y de que vivía en un sitio de perros, tenía una buena vida. El trabajo no exigía mucho de él y no tenía una gran vida social, por lo cual, vivía muy en paz.Tampoco se metía con nadie o al menos eso era lo que creía.Era un día normal de trabajo, era domingo por lo cual estaba otra vez supervisando en el Club Oscuro. Había hecho el inventario de las bebidas y de los alimentos, además de ello, había hecho un recorrido antes de que el club llegara a su apogeo, por lo cual ahora estaba en el bar tomando un trago ligero con Cameron, el manager de este.Miró hacia Cameron, quien era un hombre bastante alto de tez oscura gracias a su etnia mezclada entre afroamericano y latino. Cameron era más viejo que él, tenía 40 años y era homosexual. Este tenía otras tendencias de las cuales Lay no quería saber tantos detalles, pero a pesar de esto, eran buenos amigos. Más bien, Cameron se había convertido en su
*—Lay:Ya no se sentía a gusto trabajando para Damien.Después de aquel día en donde Damien le dijo que no era su tipo y que Layonel se percató de que nunca iba a pasar nada entre ellos, se sentía desganado y tener que ver a Damien lo hacía peor. No lo odiaba, pero tampoco quería verlo. Sin embargo, tenía que hacer su trabajo bien hasta el final de sus días.El único día en que trabajaba y que se quedaba más tiempo de más en los clubes era el domingo, pero era más por Cameron que por otra cosa. Siempre aprovechaba sus visitas para hablar con él. A veces se veían para comer los días que tenían que trabajar y los días que no, cenaban juntos. Cualquiera pensaría que tenían algo, pero, aunque Layonel podía pasar como su tipo de chico, Cameron nunca había cruzado la línea con él y lo agradecía.Había hecho su recorrido en el club, no viendo algo diferente desde la última vez y esta vez decidió no revisar las cámaras, dejando que sea Cameron que se encargará de ello. No quería volver a mete