*—Layonel:Unos minutos después, ambos yacían en la cama, desnudos, cubiertos por las sábanas blancas que los arropaban, mientras el atardecer comenzaba a desaparecer y la noche llegaba. Layonel estaba de lado, acurrucado contra Damien, quien lo abrazaba desde atrás, sus cuerpos encajando perfectamente, como si estuvieran hechos el uno para el otro. Damien, con su respiración tranquila y constante, besaba suavemente la nuca de Layonel, provocando pequeños escalofríos en su piel.Layonel no podía dejar de observar su mano, donde el hermoso anillo de compromiso brillaba con delicadeza. Lo giraba entre sus dedos, admirando los detalles y recordando la emoción del momento en que Damien se lo había puesto. Era un recordatorio constante de que estaban a punto de comenzar una nueva etapa juntos, y eso lo llenaba de una felicidad que casi no podía contener. Mientras sus pensamientos vagaban por el futuro que los esperaba, escuchó la voz de Damien susurrando cerca de su oído.—¿Te gustó el lug
*—Gray: Comenzaba a creer que no tenía suerte en el amor.Un suspiro pesado salió de los pulmones de Gregory Steele, apodado dulcemente como Gray, mientras se lamentaba por enésima vez esa noche sobre su poca fortuna en el ámbito romántico.Había dejado su pequeño pueblo natal para mudarse a la gran ciudad, buscando aventuras y, sobre todo, escapar de su familia perfecta. Ser el único gay en una familia bien posicionada y conocida en el pueblo había sido caótico. Gray se había pasado años esperando cumplir los 18 para tomar vuelo. Y lo hizo. Llegó a Los Ángeles decidido a disfrutar de su vida y ser feliz. Al principio, todo iba bien: empezó a rodearse de hombres, a explorar su sexualidad, a dejarse llevar, pero tras ocho años de aquella libertad desenfrenada, ya no lo veía igual.Gray observó su vaso vacío y levantó la mano, pidiendo otra copa al bartender. Era un día de semana, sí, pero ¿a quién le importaba? Necesitaba saciar sus penas y ahogarlas con algo fuerte.Últimamente, esa
*—Layonel:Había sido una noche maravillosa, algo que Layonel jamás hubiera previsto ni imaginado en su vida. Después de disfrutar juntos en el nuevo apartamento, regresaron al que aún ocupaban. Layonel, cansado, pero satisfecho, se fue directo a la cama mientras Damien le prometía que revisaría a Benito. Unos minutos después, Damien se metió en la cama a su lado, y juntos se entregaron a la paz de la noche, listos para un nuevo día que los esperaba.Dormir con Damien siempre le hacía sentir que todo encajaba perfectamente. Esa noche no fue diferente. Aunque intentó dormir un poco más, Layonel despertó a las seis de la mañana, como si tuviera un reloj biológico bien sincronizado, mientras Damien seguía durmiendo plácidamente. Se levantó con cuidado, disfrutando del silencio de la mañana y del calor residual en su cuerpo que recordaba la pasión de la noche anterior. Sus caderas dolían, y su agujero palpitaba entre el placer y el dolor, pero lejos de quejarse, una sonrisa se dibujó en
*—Layonel:No podía ser. No podía estar viendo a su fallecido padre frente a él.Layonel alzó la mano hacia el hombre, que ladeó la cabeza, observándolo con una expresión confusa. En ese momento, Layonel se percató de algo: aunque aquel hombre era idéntico a su padre, no era él. La realidad lo golpeó de repente, y dejó caer la mano, dando un paso atrás y sacudiendo la cabeza. Sin embargo, la coincidencia era demasiada… ¿Acaso...? No, su padre le había dicho que no tenía familia, o al menos eso le había asegurado hace mucho tiempo.De pronto, una mujer de apariencia latina apareció detrás del hombre y le sonrió cálidamente.—Oh, hola… ¿tú eres?—Ah, yo soy… —Layonel se pasó una mano por el cabello y miró de reojo al hombre idéntico a su padre, que no le quitaba la mirada de encima—. Soy Layonel Robbins, amigo de Gray.—Oh, muchas gracias por estar aquí —comentó la mujer, extendiendo la mano con gentileza—. Soy Carmen Steele, un placer.Layonel asintió, permitiéndole pasar. Observó cóm
*—Layonel:No podía borrar la sonrisa de sus labios.De regreso a su piso, Layonel estaba en la novena nube. Se sentía increíblemente feliz. Jamás hubiera imaginado que este incidente con Gray lo llevaría a descubrir una familia que no sabía que tenía. Después de pasar tanto tiempo solo, se sentía irreal. Sin embargo, también le daba un poco de tristeza pensar en su padre y su hermano gemelo, que no habían logrado resolver sus diferencias a tiempo. El señor Brendan parecía devastado al enterarse de la muerte de su hermano; quizás siempre creyó que su hermano estaba en alguna parte, aunque perdido. Pero saber que estaba muerto seguramente dolía mucho. Tal vez podría llevarlo al cementerio donde descansaban sus padres, para que hablara con él y encontrara un poco de consuelo.Layonel se propuso hacer eso. También decidió que debía hablar con Damien sobre lo ocurrido. Tenía ganas de pasar un fin de semana en el pueblo de donde era originaria su familia paterna, para conocer más sobre sus
*—Layonel:Los últimos días habían sido tensos y llenos de estrés. Cada día, Damien y él se desplazaban acompañados por un equipo de seguridad tanto a sus respectivos trabajos como a cualquier lugar al que debían ir. La idea de moverse solos se había vuelto imposible, y cuando estaban en casa, ni siquiera salían de ésta sin sus escoltas. Damien, en su creciente preocupación, estaba gestionando la mudanza a un nuevo lugar, argumentando que Corey sabía dónde vivían y que, aunque el edificio tenía seguridad, no confiaba del todo en las medidas actuales.Layonel entendía la paranoia de su pareja; él mismo estaba asustado. Prefería mantenerse en casa o limitar sus movimientos al trabajo, donde también había seguridad. Damien incluso le había sugerido tomarse unos días libres y refugiarse en el pueblo de Gray, hasta que la situación se resolviera, aunque Layonel dudaba de que algo tan complejo pudiera solucionarse en unos días. Sin embargo, si eso calmaba a Damien, haría el esfuerzo por irse
*—Damien:Damien había repetido una y otra vez a su padre que no lo involucrara en reuniones con sus amigos empresarios de antaño. Sabía que lo hacía con la intención de posicionarlo en su mundo, para que ganara contactos influyentes y asegurara alianzas para el futuro, pero no podía evitar la frustración. Cada vez que aceptaba una de estas invitaciones, sacrificaba su tiempo libre con Layonel. Ese día en particular, Damien había planeado pasar cada segundo con él: deseaba amanecer en sus brazos, hacerle el amor hasta saciarlo, almorzar juntos y luego volver a su nido de intimidad, pero una vez más, su padre había intervenido, insistiendo en que lo acompañara a un brunch importante con colegas de una entidad que buscaba una posible alianza. Damien entendía la importancia, pero estaba agotado de que su vida personal se viera continuamente interrumpida.Y, para colmo, no lograba sacarse de la cabeza a Corey, quien seguía prófugo y amenazando la seguridad de ellos. No importaba cuánta p
*—Damien:Entró en la comisaría con Luc y Cameron, quienes habían insistido en acompañarlo aquella tarde tras el ataque a Layonel. Los agentes lo habían convocado para tomar su testimonio, y además, Damien quería enfrentarse a Corey, quien pronto sería juzgado por sus crímenes: atacar a Gray y Layonel, evadir a la justicia y allanamiento de morada.Damien no estaba nervioso; estaba furioso. La idea de borrar del mapa a Corey con sus propias manos era tentadora, pero no iba a ensuciarse con alguien tan ruin.Un agente los guió hasta un área específica dentro de la comisaría, donde Luc y Cameron se separaron mientras Damien daba su testimonio. Relató los hechos en detalle: la orden de alejamiento que Corey había ignorado, el acoso constante, y la amenaza explícita de Corey. El agente tomó notas minuciosas de todo, y al finalizar, le permitió marcharse. Otro agente lo condujo a una sala diferente, y al entrar, Damien notó que Luc y Cameron observaban desde el otro lado de una doble pared