Mi definición del miedo cambió varias veces a lo largo de mi vida, cuando era pequeña mi mayor temor era la oscuridad, después, al entrar a la escuela se convirtió en no tener amigos y un temor a la soledad. Todos mis miedos se vieron superados cuando perdí a los dos seres más importantes de mi vida en una sola noche. Y sentí un nuevo y desconocido nivel de miedo cuando al regresar a la ciudad de México tras una semana en el extranjero recibí una invitación a la fiesta de compromiso de Christian Daleman. Este rompió la suya en pedazos pequeños ante la mirada atónita de todos en la oficina.Temía perderlo y tener que apresurar todos mis planes. Era evidente que Daleman no respetó el trato que hizo con su hijo y tampoco tenía razones para respetar mi empleo más adelante, por no mencionar que yo nunca sería la tercera rueda en un matrimonio. Una infidelidad no era mi idea de una relación en la cual quisiera estar.Me sorprendió mucho que el señor Daleman tampoco anunciara directamente el
Después de publicar el video desde una cuenta anónima pude al fin descansar un par de horas. A la mañana siguiente ni todo el café del mundo habría bastado para hacerme sentir despierta, con ese cansancio que se sentía pesado como una manta de plomo, fui al trabajo, logré mantenerme despierta mientras arreglaba la agenda de Christian, un trabajo aún más complicado ya que el señor Daleman demandaba verlo involucrado en ciertos eventos y caridades previo al anuncio público del compromiso. Esto solo significaba que debíamos cambiar la agenda para los próximos dos meses, pero Christian se negaba a desatender a sus clientes o sus proyectos, varios días tendría que hacer inspecciones, juntas y en la noche dirigirse a una gala a la cual preferiría no tener que asistir, me sorprendía lo mucho que le importaban sus obligaciones. Lo único que podía hacer, mientras lo veía trabajar más que nunca y preocuparse por su futuro era asegurarme de estar a su lado, él no lo sabía, pero dos meses eran to
- Rachel, esa foto… pero... ¿Qué demonios?¿Por qué están ustedes dos tan juntos? -Lucía me miraba como si hubiera traicionado a nuestra causa.- No es lo que parece. -me apresuré a contestar. -bueno sí, pero no de la forma en que te lo imaginas.- Déjame adivinar…-dijo poniendo las manos sobre su cadera con una actitud que me recordaba a mi madre cuando se enojaba. -No pretendías enamorarte, pero aquí estamos y ahora tienes dudas.- Para nada, de hecho, todo esto es parte del plan, ¡si no estuviera con él nunca me habrían invitado a la fiesta de compromiso! ¿crees que invitan a las secretarias a esa clase de eventos?Lucía retrocedió un par de pasos, me miraba con una desconfianza que usualmente estaba reservada para otras personas. Odié que me mirara de esa forma, me costó mucho trabajo tener su confianza y ahora la había perdido es cuestión de segundos.- Supongamos que te creo, y no digo que lo haga... -dijo tras varios minutos de insoportable silencio. -Pero cuando el momento lleg
Vimos el atardecer desde la ventana de la hogareña sala de la casa. Las paredes y pisos de madera le conferían una calidez extraordinaria. A diferencia de los departamentos este lugar se sentía lleno de vivacidad, con plantas en macetas cerca de cada ventana, libreros repletos de libros y una esponjosa alfombra roja entre el sillón y la televisión. Christian y yo dormitábamos sobre la alfombra, envueltos en una sábana, cansados por las actividades previas.- Es una casa hermosa. -comenté, mi mirada se detuvo en las fotografías en la pared opuesta a la ventana. - ¿Acostumbras a visitar muy seguido?- Solía hacerlo, pero desde que comencé a involucrarme más en la compañía dejé de tener tiempo. -sonaba triste. Besé su mejilla, esperando algún día poder borrar la tristeza de su corazón. -Está bien, las cosas cambian. Es imposible esperar que todo siga igual. Mi padre siempre presiona a mi padrino para que la venda.- ¿Hay algo sobre lo que no opine el señor Daleman?- Aun no lo encuentro,
Había olvidado por completo mi promesa para acompañar a Christian a comprar su traje y el vestido de Dalia hasta que en vez de dirigirnos al día siguiente a la oficina fuimos a una de esas tiendas costosas que solo había visto en películas. En el exterior nos encontramos con Dalia, quien iba acompañada por dos amigas, Claudia y Mariana.- Hola, Dalia. ¿Estás lista? -la saludó Christian. Yo me mantuve en silencio, esperaba que la presencia de sus amigas la hiciera olvidarse de mí.- Por supuesto, nos preparamos para uno de los días más felices de nuestra vida. -respondió. - ¿te gusta mi vestido? ¿debería conseguir algo parecido?Miré su vestido, era largo hasta la rodilla, de color azul marino con delicadas flores doradas. Era hermoso, con un escote en forma de corazón. En mi opinión se veía más cómoda de traje, aunque nadie pidió mi opinión. Christian sonrió.- Deberías usar lo que más te guste. - ¿Seguro de que no tienes una opinión?- Dalia, yo ni siquiera estoy seguro del compromi
El tiempo pasa de una forma muy peculiar, cuando esperas algo con el deseo de que ocurra lo antes posible el tiempo parece alargarse, avanza con calma, lento y sin la menor prisa. Sin embargo, cuando temes algo el tiempo corre, se asegura de llevarte al instante temido en un instante. Los dos meses antes de la fiesta de compromiso pasaron como el agua de un río, Christian seguía peleando contra la decisión de su padre y tenía un alocado discurso listo por si todo lo demás fallaba. Por su parte el señor Daleman seguía invitando a más personas influyentes, desde actores hasta políticos de gran importancia, todos estaban invitados.En ese tiempo el detective Olmos me contactó dos veces, la primera para pedirme que nos reunieran, la segunda para asegurarme que si lograba armar un caso contra Daleman intentaría asegurar mi seguridad. Como si pudiera al menos imaginar el verdadero poder del intimidante empresario.- Le daré la información. -dije al fin, más para deshacerme de él que por ayu
No hay plazo que no se cumpla, y tras esa última noche con Christian llegó la hora de culminar mi venganza. No había logrado destruir industrias Daleman como me proponía, el señor Daleman era demasiado poderoso e influyente para eso, pero podía destruirlo a él. Era un mortal como todos y sin importar el tamaño de su cuenta bancaria, sangraba y moriría como todos los demás.La fiesta de compromiso era en la casa del señor Daleman, y sería de las pocas ocasiones en que el millonario permitía la entrada de tantas personas a su hogar. Debido a los preparativos tenía una buena idea de cómo era el lugar, sabía dónde sería la fiesta y dónde era la habitación de mi futura víctima, un cuarto accesible mediante solo un pasillo cuidado por varios guardias y una puerta de servicio. También sabía que la celebración tendría lugar afuera, en el amplio y bien cuidado jardín que rodeaba la casa. En las vísperas se instaló un escenario y varias lonas para resguardar a los importantes invitados de los e
Nunca había sentido tan largas y aterradoras unas simples escaleras. No eran ni muy oscuras ni muy inclinadas, ni mucho menos llevaban a un sótano embrujado. Aún así sentía mi corazón acelerase a cada escalón y un escalofrío recorrió mi cuerpo al llegar a la puerta. Saqué la pistola y sintiendo su helado peso en mi mano entré a la habitación.El cuarto del señor Daleman era justo como esperaba, impersonal y lujoso. Cada mueble, color o decoración probablemente fue elegido con el mayo cuidado por un diseñador que nunca se imaginó viviendo ahí. Los muebles de una oscura madera brillaban de limpios y casi estaban libres de objetos. El señor Daleman se encontraba sentado en la cama, desabrochaba su corbata sin siquiera preguntarse quién había entrado. Para ser tan paranoico de verdad bajaba la guardia en su casa.- ¿Secretaria Guerra?-su voz sonaba extraña, casi como si no le creyera a sus ojos. Subí el arma, afortunadamente no me temblaban las manos.-bueno, siempre supe que acabaría así.