Nunca había sentido tan largas y aterradoras unas simples escaleras. No eran ni muy oscuras ni muy inclinadas, ni mucho menos llevaban a un sótano embrujado. Aún así sentía mi corazón acelerase a cada escalón y un escalofrío recorrió mi cuerpo al llegar a la puerta. Saqué la pistola y sintiendo su helado peso en mi mano entré a la habitación.El cuarto del señor Daleman era justo como esperaba, impersonal y lujoso. Cada mueble, color o decoración probablemente fue elegido con el mayo cuidado por un diseñador que nunca se imaginó viviendo ahí. Los muebles de una oscura madera brillaban de limpios y casi estaban libres de objetos. El señor Daleman se encontraba sentado en la cama, desabrochaba su corbata sin siquiera preguntarse quién había entrado. Para ser tan paranoico de verdad bajaba la guardia en su casa.- ¿Secretaria Guerra?-su voz sonaba extraña, casi como si no le creyera a sus ojos. Subí el arma, afortunadamente no me temblaban las manos.-bueno, siempre supe que acabaría así.
- Christian… ¿qué haces aquí? Y ¿por qué me llamas Adriana? -pregunté, también quería decirle que escuché lo que dijo en la fiesta y lamentaba mucho no poder estar a su lado. Entonces algo hizo click en mi mente. - ¿Eres Aliado Anónimo?- Así es, pero no es lo que parece…- Parece que siempre estuviste manipulándonos a todos para deshacerte de tu padre.- Ahm, bueno, entonces sí es lo que parece. -su voz sonaba honesta, yo no podía creer que todo ese tiempo me hubiera estado mintiendo, aunque no tenía derecho a sentirme ofendida, yo hice exactamente lo mismo. -Solo quería decirte que no voy a permitir que arruines tu vida de esta manera. Él no lo vale.El señor Daleman se movió un poco, aún estaba inconsciente, pero comenzaba a despertar. Teníamos el tiempo contado. Nunca, ni en mis más locas teorías imaginé que Aliado Anónimo fuera el mismísimo Christian Daleman. Ahora solo quedaba averiguar si sus razones e intenciones eran las correctas, ¿sería un niño mimado desesperado por hered
El lunes regresé a la compañía a trabajar como si nada fuera de lo usual hubiera sucedido en la fiesta. Todos me miraron de manera extraña, aunque quizás tenía que ver con la confesión de Christian y la abrupta cancelación de su compromiso. Aún así no podía evitar sentirme observada, como si supieran que era culpable y esperaran el momento adecuado para hacérmelo saber. Incluso el guardia en la entrada se mostró un poco más silencioso de lo usual.- Hola, Rachel. Vimos lo que pasó. -Me saludó Angélica. - Debió ser horrible estar ahí…- Yo me fui temprano. -mentí, recordándome una vez más que ellos no tenían razones para sospechar. -Me enteré por las noticias. Espero que el señor Christian se encuentre bien…Ni bien falleció el señor Daleman surgieron los rumores de al menos tres mujeres que decían ser sus parejas y haber tenido a sus hijos, demandaban o dinero para guardar silencio o ver el testamento del empresario. ¿Christian estaría al corriente de eso? Siempre sospechó que su padr
Me refugié en una panadería en lo que pasaba la lluvia, al menos podía fingir que el temblor de mis manos era producto del frío y no por haber descubierto que un loco quería asesinarme, a mí y a varias personar cercanas. No sabía qué tan lejos estaría dispuesta a llegar esa persona. ¿y si lastimaba a alguien más? Cuando al fin regresé a casa estaba empapada. Me detuve en seco ante la puerta abierta de par en par.- Ay Rachel, al fin llegaste. -dijo la vecina del apartamento ubicado en frente del mío, la conocía solo porque tenía pájaros que no dejaban de hacer ruido durante la noche. -Entraron unos señores, iba a llamar a la policía, pero ¿y si revisaban mi apartamento?Tampoco era un secreto que tenía varias plantas de cierta hierba, según ella “para uso medicinal”- Hicieron un desastre y luego se fueron. Eran muchos, al menos seis…- Gracias por informarme. Veré que se puede salvar…- ¡No puedes dormir ahí! Mira, puedes quedarte conmigo por hoy, ya mañana te preocupas por arreglar
- Vine en cuanto recibí tu mensaje, fui un tonto. -contó. No había forma de saber si habían pasado minutos u horas. -Ellos me esperaban, ni siquiera tuve la oportunidad de verte y el tío Ricardo, dijeron que su seguridad y la tuya dependían de que yo fuera con ellos. No quise arriesgarlos, prometieron que ustedes estarían a salvo…- Querido, nunca confíes en la palabra de un secuestrador. -dijo una voz desde la puerta. -Aunque es cierto, no pensamos hacerles daño por ahora.- ¿Quién es? ¿Qué quiere de nosotros? -pregunté acercándome a la puerta.- Destruirlos, claro está. Aunque no necesito una bala para hacerlo.- ¿Qué quiere decir?- Lo averiguaras pronto, Rachel Guerra, ¿o debería decir Adriana?Mierda, nuestro atacante conocía mi verdadera identidad. Eso solo empeoraba la situación. ¿Quién más lo sabía? Solo Christian, Lucía y quizás un par de personas muy cercanas al caso de mi padre y Antonio podían saberlo. Sentí un nuevo temor, el de que esa persona hubiera ubicado a mi famili
Los vi irse unas horas antes, tanto mi padre como Antonio actuaban más temerosos de lo usual, desde que empezó su investigación secreta parecían esperar un suceso terrible. Ambos se volvieron casi paranoicos y no me dejaban enterarme de nada. “Es por tu seguridad” decían, seguros de estar lidiando con un enemigo despiadado y poderoso. Yo nunca tuve el valor para responderles que solo por ser hija de uno y prometida del otro sus investigaciones también me ponían en peligro. Hacían lo correcto, lo que nadie más se había atrevido a hacer y no deseaba detenerlos. La inacción de muchas buenas personas resultó en la terrible, y verdadera, reputación del señor Daleman. Nunca supe si esa noche planeaban confrontarlo al fin o si la reunión fue idea del empresario y acudieron con la intención de terminar aquellos terribles meses de incertidumbre.- ¿Adri? -decía ahora una voz que conocía a la perfección y que nunca esperaba volver a escuchar. Sonaba rasposa por la falta de uso, pero definitivam
Una vez que dejé a Antonio acostado en el sillón con ropa limpia salí de la cabaña, necesitaba encontrar a Christian. No tenía forma de ir muy lejos, tenía que aclararle que no pretendía negar nuestra relación, solo… En realidad, no había excusa y me arrepentí apenas lo dije. El mayor problema con las palabras es que pueden ser el arma más poderosa y su doble filo puede herir a las personas sin importar si te retractas. ¿Por qué no pude decirle a Antonio que estaba con alguien, que estaba con un Daleman? - ¿Christian? -lo llamé mientras rodeaba la cabaña con pasos silenciosos.- ¿Christian dónde estás?Por fuera la casa lucía bien cuidada, rodeada por unos setos recientemente podados y atrás tenía un jardín cercado, llegué al jardín esperando que Christian estuviera escondido ahí. Era más hermoso visto desde afuera, con varios pequeños árboles frutales y una especie de pasillo rodeado por rosales de diversos colores y tamaños. Había rosas moradas, rosas, rojas, amarillas y algunas con
Tras dos semanas de encierro en la cabaña todos comenzábamos a volvernos un poquito locos. Christian pasaba casi toda la noche despierto haciendo llamadas e investigando, mientras que el ruido despertaba a Antonio y lo hacía pasar el día de mal humor. Sus pesadillas aún lo atormentaban de noche, aunque no eran tan terribles como las de aquel primer día en la cabaña. Yo intentaba mantener la cordura aun cuando escuchaba a uno quejarse del otro a cada oportunidad posible.- No lo soporto. ¿Sabes que es un maldito egoísta? Siempre se acaba el agua caliente y claro, no puedo decir nada porque es su casa… pero también se toma la última taza de café todos los días…-se quejaba Antonio cuando estábamos solos.Christian era menos vocal en su desagrado, solo se apresuraba a salir de cualquier habitación donde estuviera Antonio. “Va a ser imposible que se lleven bien” pensé. Eran peor que perros y gatos, con uno gritando y quejándose como niño chiquito y el otro haciendo lo mejor para manteners