Los minutos después de mi partida me parecieron los más largos y aterradores de mi vida, en la calle se escuchaban las lejanas sirenas de las patrullas mientras se aproximaban. Ni a Daleman ni a nosotras nos convenía que iniciaran una búsqueda a detalle. Necesitaba impedirlo. Acercarme a la bodega no fue problema, los guardias de Daleman corrían buscando a una mujer pelirroja y ni siquiera necesitaban acercarse para saber que yo no encajaba en la descripción. Escuchaba mis pasos demasiado fuertes en medio de aquel caos.
- ¡Rápido! Encuéntrenla si quieren conservar sus empleos. -gritaba el líder, su rostro arrugado por el enojo. -Al señor Daleman no le agradará la situación.
Atravesé la calle, estaba a sólo dos metros de la puerta, entonces ví acercarse una patrulla, las luces encendidas reflejaban destellos rojos y azules sobre las casas. Con el corazón
Acompañé a Christian a el coche, su chofer me miró a la expectativa, no tuvo que preguntar, decidí subir y acompañarlo al menos de camino a su hotel. No hablamos en el auto, recordaba que las peleas con mi madre solían drenarme las ganas de hablar. Christian cerró los ojos y por un momento creí que se había dormido, luego noté un par de lágrimas en sus mejillas. ¿Debería decirle algo? Su padre era un experto en herir con sólo palabras. Justo cuando intentaba juntar el valor para decirle algo se dio la vuelta, mirando por la ventana sin moverse. Decidí darle espacio en vez de palabras vacías.- Secretaria Guerra, ¿necesita que la lleve a su casa? -preguntó el chofer cuando faltaba una cuadra para llegar al hotel donde Christian y yo habíamos pasado la noche, cuando las cosas se sentían mil veces menos complicadas.- No, me quedar&ea
A la mañana siguiente seguía pensando en la pesadilla de Christian, no lograba sacar su voz de mi cabeza. El temor que impregnaba cada letra… Ahora estaba casi convencida de que el señor Daleman estaba muy involucrado en el fallecimiento de su esposa y Christian, demasiado joven para poder procesarlo, fue testigo de aquella barbarie. No me lograba imaginar cómo sería presenciar algo así en la infancia, si ver a Antonio y a mi padre morir ante mis ojos casi me destruye siendo una persona adulta… - ¿Rachel? -sus hermosos ojos se abrieron, con la luz blanquecina que entraba por la ventana brillaban semejantes a dos grandes esmerald
A la mañana siguiente me desperté temprano, más por la costumbre que por necesidad. Miré la hora en mi teléfono, apenas eran las cinco de la madrugada, demasiado temprano para un domingo, pero volver a dormirme resultaría imposible, siempre fue el tipo de persona que una vez despierta no puede seguir durmiendo. La cita me tenía nerviosa, llevaba tanto tiempo que no salía con alguien… después de Antonio no pude ver a ninguna otra persona de esa manera, de muchas maneras él había sido el único amor de mi vida, nunca creí posible volver a enamorarme. No tenía mucho que hacer así que revisé mis mensajes. Había recibido uno de Lucía pasada la medianoche, decía: “Rachel, las chicas ya están a salvo, voy a salir del estado por un par de días, no podré comunicarme. Ten cuidado.” No respondí, una respuesta era innecesaria, no sabía en qué asuntos estaría metida o si estaría trabajando en más de un caso a la vez y no acostumbraba a contestarle a menos que ella pidiera una respuesta.- Supongo
De regreso al trabajo descubrí que los demás trabajadores no parecían seguros de que la situación con el señor Daleman hubiera dejado atrás la situación del robo. Al caminar por los pasillos de la oficina temporal escuché los susurros, sentí las miradas y noté que se preguntaban qué papel jugaba yo ahí. ¿Estaría de su lado incondicionalmente o me aliaría algún día con el señor Daleman? El ambiente me llenó de incomodidad. Me recordó cuando estaba en la escuela y dos chicas inventaron el rumor de que salía con un chico con novia. Por días nadie me habló, ni siquiera para preguntar mi lado de la historia.- Rachel, buenos días. -me saludó Christian, su sonrisa me hizo olvidar al instante todas mis preocupaciones. -Por favor comienza a buscar boletos de avión a Buenos Aires, si se puede vuelo nocturno para hoy. Creo que mi padre me está “castigando”, quiere que me encargue de unos reportes semestrales…-Si, en seguida, señor. Creí que no tenía permitido salir del país hasta resolverse el
Esta vez no me sentí tan nerviosa por viajar con Christian a un país lejano, quizás por nuestra naciente relación o por el hecho de que viajábamos en un avión lleno de personas demasiado cansadas para notar al rico empresario entre ellos. Me preguntaba si debería decirle algo sobre su inminente compromiso a Christian, ¿despertaría sus sospechas que lo supiera? ¿y si no me creía? Mis pensamientos se quedaron en blanco cuando él tomó mi mano, sus largos y delgados dedos entrelazándose con los míos.- No me pediste que reservara un hotel. -comenté.- Tengo un pequeño apartamento, podemos quedarnos ahí. Te prometo que es más agradable que cualquier hotel y yo puedo hacer el desayuno.Asentí, me ponía un poco nerviosa la idea de pasar tanto tiempo con él, temía que nuestra cercanía creciera al punto de no poder terminar mis planes para el señor Daleman. Y aun así… sentir su mano en la mía me llenaba de una inigualable e inesperada calidez. Sin pensarlo recargué mi cabeza sobre su hombro, l
En retrospectiva, debimos esperar una jugada así por parte del señor Daleman. Aunque nunca pensé que fuera a mandar a su exnovia al mismo lugar. De seguro ningún espía era tan fiel como ella, la mujer capaz de traicionar a su novio por él.- Luisa, no esperaba verte aquí. ¡Qué sorpresa! -respondió Christian. Los dos bajamos del elevador. Estábamos en un piso amplio con varios cubículos en el área común y un pasillo de oficinas del otro lado.- Escuché un rumor… que el joven y apuesto Christian Daleman está a punto de comprometerse con cierta rica heredera. Necesitaba saber si es cierto. -En ese momento su mirada de detuvo en mí, ya había olvidado lo desagradable que resultaba su expresión de superioridad. -Aunque si ella sigue aquí, dudo que hayas decidido dejarla. El señor Daleman me mandó a vigilarte mientras estés aquí.- ¿Se supone que me lo digas? ¿No debería ser un secreto entre ustedes dos?- No tiene sentido ocultarlo, de seguro lo sospechas y no sé si tu padre lo sepa, pero t
Mi definición del miedo cambió varias veces a lo largo de mi vida, cuando era pequeña mi mayor temor era la oscuridad, después, al entrar a la escuela se convirtió en no tener amigos y un temor a la soledad. Todos mis miedos se vieron superados cuando perdí a los dos seres más importantes de mi vida en una sola noche. Y sentí un nuevo y desconocido nivel de miedo cuando al regresar a la ciudad de México tras una semana en el extranjero recibí una invitación a la fiesta de compromiso de Christian Daleman. Este rompió la suya en pedazos pequeños ante la mirada atónita de todos en la oficina.Temía perderlo y tener que apresurar todos mis planes. Era evidente que Daleman no respetó el trato que hizo con su hijo y tampoco tenía razones para respetar mi empleo más adelante, por no mencionar que yo nunca sería la tercera rueda en un matrimonio. Una infidelidad no era mi idea de una relación en la cual quisiera estar.Me sorprendió mucho que el señor Daleman tampoco anunciara directamente el
Después de publicar el video desde una cuenta anónima pude al fin descansar un par de horas. A la mañana siguiente ni todo el café del mundo habría bastado para hacerme sentir despierta, con ese cansancio que se sentía pesado como una manta de plomo, fui al trabajo, logré mantenerme despierta mientras arreglaba la agenda de Christian, un trabajo aún más complicado ya que el señor Daleman demandaba verlo involucrado en ciertos eventos y caridades previo al anuncio público del compromiso. Esto solo significaba que debíamos cambiar la agenda para los próximos dos meses, pero Christian se negaba a desatender a sus clientes o sus proyectos, varios días tendría que hacer inspecciones, juntas y en la noche dirigirse a una gala a la cual preferiría no tener que asistir, me sorprendía lo mucho que le importaban sus obligaciones. Lo único que podía hacer, mientras lo veía trabajar más que nunca y preocuparse por su futuro era asegurarme de estar a su lado, él no lo sabía, pero dos meses eran to