SER DAOSLEDIANO

Segunda parte

Daosled

“¿Acaso somos conscientes de lo que en verdad somos capaces?”

El techo resonaba con las gotas de lluvia que caían, incesantes.

Ni siquiera una gruesa cobija fue capaz de quitarme el intenso frío que sentía. Las lluvias llegaron a Quito, Ecuador, por lo que las grises nubes eran cosa de todos los días. Un termo con café reposaba en la mesa frente a mí, la inmensa pared de cristal estaba descubierta dejándome ver a través la ladera que bajaba hasta llegar a la ciudad que se extendía en penumbra, en silencio. El televisor de la pared estaba apagado por lo que a excepción del foco y de la poca claridad del día que entraba por el cristal, ninguna otra fuente de luz ilumina la sala.

Un libro es mi única compañía, un sentim

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