Zeqdas notó la mirada lasciva de Efxil. Suspiró, bebiendo el licor de nuevo.
<<Que trago para delicioso>>.
Sea de donde sea el líquido que bebía Efxil, su calidad era excepcional, aunque tenía un regusto a “puntas”, licor de tipo artesanal que solían ingerir muchos humanos gracias a que por artesanal resultaba barato. Zeqdas lo conocía ya que en el colegio sus compañeros tenían la costumbre de beberlo para ponerse ebrios de forma fácil y económica, algo que le parecía del todo ridículo. Además gracias a su metabolismo acelerado de Daoslediana, el licor humano no tenía un efecto tan potente ni tan duradero, por lo que apenas y se acercó a sentirse ebria las pocas ocasiones que decidió beber.
Sin embargo, la bebida que le brindo Efxil desde el primer sorbo dejo claro que si se descuidaba, la embriagaría, acció
La perturbación llegó a su aura como un golpe seco, fuerte, que le hizo trastabillar.<<Jeorg>>.Asustada dejó fluir todo su resplandor, sin que le importe que los humanos la viesen y despegó hasta estar varios metros sobre los árboles, mirando como a su alrededor el cielo azul cubría un verde que se extendía kilómetros y kilómetros. Por más que buscó sus entrenados ojos no encontraron nada que les llamase la atención.Tocó su muñequera enviando un mensaje a Jeorg, el hombre apareció desconectado y cuando buscó su ubicación, recibió un mensaje de error.<< ¿Qué pasó Ut Serani? ¿Qué pasó? >>Se dispuso a arrancar a toda velocidad hacia donde le guiaba su instinto cuando recordó a los humanos a su cargo. Sin saber bien que hacer todavía apagó
Era el caos. Era la destrucción.Los sobrevivientes llegaban uno tras otro, en camillas, caminando algunos pocos. La sangre, las vendas y los gritos de dolor eran denominador común. En algún lugar creyó ver que una mujer llevaba consigo una de sus piernas y no la quería soltar. Se estremeció. Se llenó de furia. Se aterrorizó. Todo al mismo tiempo.Al ver toda la devastación, una sola idea ocupaba su mente. <<Nos ganaron>>.Esos seres, esos resplandores, ganaron la batalla y se llevaron consigo la vida de muchos soldados buenos. Estaba hecho, no había vuelta atrás.El humo de la selva incendiándose aún subía y se recortaba contra el cielo nocturno. Después de unas cuantas horas no dejaban de llegar los cuerpos, y a pesar de que ordenó de cada hombre o mujer que estuviese en condiciones se dispusiese a ayudar, apenas en ese momento es
En medio de un claro en la selva, alejados por kilómetros de cualquier curioso, siete resplandores refulgieron como si de fuegos se tratase.La sacaron con suavidad, apoyándose entre todos, sucios hasta los pies, resoplando y usando la nave de Efxil como grúa. Después de horas cavando, por fin encontraron lo que tanto ansiaban, por lo que la expectación llenó el ambiente. El pálido sol de la mañana los cubría, único testigo de la proeza de los Daosledianos.Cuando lo tuvieron en el suelo junto al agujero, Maerius lo contemplo como se mira a un tesoro. Aunque llena de suciedad y óxido era majestuosa: un monumento, un recordatorio de los hombres y mujeres que la construyeron allá en Daosled, hace tantos años, de los que él era descendiente. Un sentimiento de patriotismo y de estúpida nostalgia lo invadió.Se sacudió de la cabeza tales sensaciones
<< ¿Está bien? >>Debía de estarlo. Yaroit Arcera era una Daoslediana de pura cepa, tan poderosa como yo nunca lo seré.Sin embargo los moretones en sus brazos y las vendas en su cabeza le daban una imagen tan débil que casi parecía demasiado frágil para estar allí, sentada en el borde de la terraza mirando al horizonte, los dos en silencio, concentrados en nuestros pensamientos.Hace dos días, después de traerla en brazos, Jeorg se encargó de aplicarle lo que llamó “líquido curativo” y le vendó las heridas, además de acostarla y darle de comer una sopa de pollo que él mismo preparó, que estuvo deliciosa. Me encargó que la cuidase con esa fría mirada a la que no puedes negarte y se marchó, afirmando que iba a arreglar unos cuantos desastres.¿Sin embargo que desastre era más impor
Adolorida, despertó de su profunda inconsciencia.Una mano se retiró veloz de su pecho, tan rápida que su dueño se golpeó con la pared y casi cayó al suelo. La luz la cegó, apenas distinguía formas, por lo que sus ojos bailaron de un lado al otro con confusión. Después de unos segundos recuperó poco a poco la vista.La habitación se asemejaba a una enfermería. Era de hecho una enfermería. Las paredes eran color crema y por las cortinas transparentes entraba un poco de luz natural. Por el ruido supo que afuera llovía. Algunos estantes con medicinas y dos sillones de capacidad para una sola persona eran los únicos adornos.Él estaba sentado en uno de estos.— ¿Qué haces aquí? —Preguntó. Su voz era pastosa y no podía pronunciar con claridad, la garganta le ardió con cada sílaba.
— ¿Me contarás de una buena vez de que trata todo esto?Jeorg la miró y sus profundos ojos color café le atravesaron. Su aura refulgió con lentitud, su poder se manifestó como una pequeña llama. — ¿Qué quieres saber? —Preguntó con voz baja, seria, con palabras que parecieron perderse en el ruido de la lluvia.El hombre la evitó en la medida de lo posible desde que llegó el día anterior, justo en el momento en que Alex sufría por haber absorbido su aura. No se molestó tampoco en darle una explicación sobre lo que le pasó al niño, no se molestó en decirle una sola palabra. Su silencio cada vez resultaba más hosco, su mirada más pensativa.Ahora Yaroit por fin lo hacía acorralado en la sala de la fortaleza.No se iría sin que le contase la verdad, no dejaría que el hombre la
El día amaneció frío, con nubes grises y un viento funesto que helaba los huesos.Permaneció casi una hora recostada en la cama después de despertar, envuelta en las cálidas cobijas, mirando como Jeynz dormía. Mientras se preguntaba por céntima vez qué le llevó a querer tanto a la niña, dio la vuelta y sus ojos llegaron al techo.Aún bajo el peso reconfortante de sus cobijas no pudo evitar pensar en lo sobrenatural que resultaba la pequeña niña dorada, con esa especie de halo único que la hacía atrayente y peligrosa a la vez, los muchos choques “eléctricos” provocados por el roce de sus manos, la experiencia maravillosa y aterradora de la enfermería.Por más veces que le preguntase a Chrys sobre quien en verdad era la niña, lo único que el hombre afirmaba era que necesitaba cuidarla como se cuidaba a ella,
La nave una vez arreglada parecía casi nueva.El musgo, la tierra y toda la suciedad que cubría su superficie se retiró, las abolladuras se arreglaron en la medida de lo posible y algunas fallas por el momento irreparables como el ala rota se dejaron para después. Las estimaciones positivas de Efxil resultaron bastante acertadas.Quedó tan bien después de las reparaciones, que teóricamente al conectarla a una corriente con la fuerza necesaria encendería el tiempo suficiente para permitir enviar un mensaje al ejército de Efxil, incluso también un vuelo corto. Aun así debían de ser rápidos. Un solo fallo en sus cálculos o una sobrecarga de energía causarían que la frágil estructura colapse, explotando de inmediato y arrojando su trabajo y esperanza por los suelos.Sin embargo aunque imaginasen la peor de las posibilidades, para ese punto nad