A tres kilómetros de dónde se encontraba su hermano menor, a más de tres manzanas de distancia de la preparatoria de Kuri, el ambiente comenzaba a ponerse tenso en el interior de la sala principal que correspondía a la gerencia de Lux Ad Worx.
El edificio había estuvo puesto bajo averiguación en el resto de la semana anterior y ésta era la primera vez que alguien ajeno a una de las autoridades investigadoras ponía un pie en el marmoleado suelo.
El citatorio correspondía a las máximas autoridades
Alexa.El nombre apareció de nuevo en su mente. Hasta esta tercera vez, tomó conciencia de ello.Era la hora del almuerzo y la cafetería seguía tan abarrotada como siempre, aun más por ser el primer día. Todo un torrente de gente, todos sin importancia hasta que la volvió a ver, formada en la fila de despacho junto a Yanai y Karen.Y él estaba sentado en una de las solitarias mesas de la entrada, a escasos metros de la fila. Una conveniente coincidencia.No, realmente no estaba pensando en acercársele. Tampoco estaba pensando que aun había un ligero interés en la joven Bell –un interés meramente convenenciero, nada sentimental- y no le necesitaba.En absoluto.Solamente quería probar algo…sólo eso.Vio a Alexa caminar con la bandeja del almuerzo y seguida por Yanai. Había mucha gente en la cafetería, pero a pesa
—¿Qué…que has dicho…Santi?Mindi sintió su voz temblar en medio del torbellino de furia silenciosa con la que había llegado su hijo a la casa.El no abatió la puerta como lo hizo con la del edificio del trabajo, no profería palabas altisonantes; de hecho apenas y había contestado a su saludo con su habitual "hmp". No mostraba ningún indicio violento…salvo que entró como una muda tromba, corriendo con pasos pesados hacia su habitación y permitiéndose un desahogo de su coraje personal únicamente con la puerta de su alcoba.Y ella, siendo una madre devota y consciente de su familia, aun si se trata de una familia de carácter tan desigual como los Lux, no le hizo falta mucha deducción para anticiparse a la noticia que su primogénito traía a cuestas.Llegando a media mañana, dos horas antes de lo que ella tení
—Luke…—ahora el tono de ella no dudaba. No había miedo tampoco, sólo una ligera extrañeza que ella misma no se podía explicar.Jax abrió la boca, pero no dijo nada. Karen desvió la mirada y Sail se levantó con el pretexto de ir por una ronda más de soda, hasta que Yanai le tomó del brazo obligándolo a sentarse de nuevo.Todo se quedó en silencio en esa mesa. Ojos expectantes en sólo dos personas: Luke y Alexa. El joven de cabello negro tomó la palabra. El porte de su figura parecía más de un dictador que de un muchacho de preparatoria.—Alexa, quiero hablar contigo –la oración sonó como una orden retrógrada de alguna especie de parlamento. Su rostro no reflejó ningún gesto o emoción, luciendo más gélido que de costumbre.Se oyó un lejano chasquido, pero nadie
La noche había caído al llegar las ocho de la noche, cuando Hanako vio en claro la inflexible actitud de su hija.Todo ocurrió después de ver que había llegado a casa, acompañada de ese…hombre.Y maldita sea su suerte si no fuese en serio ahora, aunque en sus adentros, Hanako sentía que esto ya no era un berrinc
¿Qué era lo que había pasado?La pregunta parecía reacia a alejarse de la mente de Luke en el transcurso interminable de aquellas últimas tres horas de clase. No le importaba nada más salvo esa maldita interrogante.Y lo que seguía sin entender es por qué le importaba tanto.Ya no era el hecho de que –aunque fuese de manera inconsciente- sentía que había quedado en un completo ridículo al permanecer en la cafetería, estúpidamente inmóvil después del almuerzo. Tampoco el que Jax había tomado a burla el suceso y menos importaba tanto que siendo el primer día de clases ya se había convertido en la noticia principal del cuerpo estudiantil.No, eso ya no era lo primordial en su lista de "severas preocupaciones". Ahora su interés se desviaba hacia el encabezado de "Alexa me ignora y… ¿ya no le importo?"
Alexa aun seguía meditándolo.Su casa, sus reglas. Eso era exactamente lo que había dicho su madre. Sus palabras se aferraron a su mente desde aquella noche y aunque ya hubiesen pasado horas, todavía podía escucharla con la nitidez del momento.Y su "yo" interno no ayudaba en nada. En más de una ocasión había pensado que su alter ego conspiraba en confabulación con las situaciones del destino contra ella.Ahora y para su asombro, las cosas eran distintas.Claro, tiene algo de razón. Vives en su casa, ella te mantiene. Es tu madre, después de todo…-comenzó a decirle aquel intento de sub-Alexa interna-Pero, ¿no crees que se acabaría todo esto de una vez por todas si no estuvieras allí?—Rayos…cállate —se dijo a sí misma, mascullando entre dientes como si simulara un reproche mer
—Vaya…¿Así que el polluelo abandonó el nido, eh?...no me lo esperaba, chico listo. –la voz cascada de Kizart sonaba ligeramente más hosca de lo normal.Sus ceñudos y pequeños ojos estaban fijos en la máscara de indiferencia que se proyectaba en el semblante de Santino.—No creo que el asunto sea de importancia…—dijo secamente, mientras sacaba las llaves del auto del interior de su bolsillo—¿Cómo fue que te enteraste?Ambos caminaban hacia el estacionamiento del modesto motel donde el había pasado la noche. Al cernirse las once de la mañana, su teléfono móvil timbró con la premisa de una llamada anónima. Contestó, pero la línea se cortó al instante. Al bajar hacia la entrada, dispuesto a recoger el auto y marcharse de allí, se encontró con el macilento rostro de Kizart.&mdas
Ya pasaban de las cinco y el ya había recorrido los confines aledaños a la zona metropolitana de Kuri, hasta que por fin encontró algo.El edificio de departamentos presentaba leves grietas en la fachada. El revestimiento de estuco seguía con el color y textura original en unas cuantas partes del exterior, como piel reluciente al sol. El inmueble de modesto exterior, se inclinaba hacia cuatro abedules desgarbados que se estiraban para apreciar la vista, aunque fuera borrosa, de los atardeceres anaranjados de un tono artificial que sólo la contaminación de área urbana de Kuri podía producir, y que los hacía parecer tarjeta postal retocada. La edificación quedaba a veinte minutos y una considerable distancia de La Nube Roja. Una agradable coincidencia, para Santino.La rentera, una mujer de edad mediana que hablaba sin parar, se peleó con la llave de uno de los departamentos durante cinco minuto