Habían estado inmersos en una plática corta pero consistente, no en la sala sino en la alcoba.
Santino no había terminado de desempacar el resto de sus pertenencias y aun se hallaba un montículo de ropa sobre una de las sillas del escueto comedor y el resto en el sofá; la sala lucía como si hubiera pasado un ventarrón. Ya se organizarían, ya habría tiempo de más cosas. No había televisor y ella había desistido de la idea de llevarse el modular sobre su buró, pero hubiera sido demasiado bulto, después de empacarse hasta la más insignificante prenda. El sonido de sus voces aun recriminaba un escaso eco.
Olió un débil aroma de cerezo cuando ella le abrazó por la espalda. Se volvió para mirarle. La luz tenue de la lámpara de mesa se reflejaba en sus ojos jade y los cabellos rosas caían sobre sus hombros, como la tranquila marea
El la contemplaba toda. Los músculos, los pequeños músculos del interior de sus muslos, alzándose incontrolados. El deseo temblaba en su interior.Tal vez el amor sea tan divino como dicen los poetas, pero el sexo es el pacer efímero del mortal. No, no era sexo simplemente. Esto procedía a un sentimiento mutuo e inmaculado, una entrega completa.Sí…eso era.—Esta bien. –Repitió él, su aliento rozó deliciosamente el área íntima.—. Me gusta.Ella le escrutaba. El brillo de sus ojos resplandecía. El agua de lluvia al caer por la ventana, formaba ondulantes dibujos en su cara, cuello y pecho. Recostada y bajo las oscilantes sombras, sus senos parecían tener un poco de más volumen. Es perfecta en un instante.No, para el ha sido perfecta siempre.—Santino… –la recorrió un estremecimiento, haci
La noche transcurría su curso y el tiempo no se detenía por nada ni por nadie. Desde la habitación, la luz del alumbrado público se filtraba hasta el interior del apartamento situado en los suburbios del noreste de Kuri; un inmueble que había estado desocupado en los últimos tres meses hasta ayer en la tarde. Pasando a manos de Santino Lux.Éste contemplaba las luces con un abatimiento transitorio, consciente de la mejor parte de una velada posiblemente maravillosa. Un respiro en medio de todo aquel torbellino de dolor que había inundado su vida y que se incrementó después de conocerla. Un vehículo, negro como el resto del entorno, se aparcó a tres metros delante de ellos. La amorfa penumbra hacía poco distinguible el modelo. Tres sujetos emergieron de éste.—Bien, a trabajar. –Kizart miró de reojo a Santino y echaron a andar en dirección a los pasajeros. Hoshi se detuvo aun a tres metros de distancia y entregó por detrás de la espalda, un objeto metálico a su compañero—Guarda eso en el bolsillo.El sintió tambalear el mango del arma automática entre sus dedos.A trabajar
El lío se había tornado complicado en cuestión de segundos y aun repasaba los hechos con minuciosidad. Aquellos tipos frenaron en seco la ofuscada determinación de Kizart. Él vio como uno de ésos esbirros a la orden de Tazuna, con un leve movimiento con los dedos, desenfundó sus armas, propinándole un supuesto bloqueo a Kizart…y ese movimiento quedó como mero intento. El otro lo había apresado por los hombros.El sonido del disparo se debió a que éste soltó la semi-automática. Santino no estaba acostumbrado a portar semejante objeto y mucho menos a pelear de improviso. Pero eso no significaba que fuese un completo cobarde. Kizart fue más rápido, tomando al inicial atacante por el codo, tirando a la vez del antebrazo entero y se lo giró con la rapidez y facilidad de quien gira la perilla de una puerta. El sujeto cayó al suelo, dolorido pero vivo.
¿Acaso había dicho que no importaba ya?Alexa Bell…la misma con quien estuvo saliendo durante dos malditos años, ¿verdad? ¿Ella había dicho eso?Pues si y lo escuchó tan fuerte y claro como se podía permitir en el pasillo que conectaba al piso inferior con el superior del edificio escolar.Las primeras llamadas de la semana anterior solo fueron un desperdicio de su tiempo, al ser mandadas al buzón de voz. ¿Qu
El ritmo de las clases también seguía su curso y aunque la preocupación de Alexa había aminorado un poco en relación a la estrategia de Santino, el asunto seguía siendo un molesto detalle que aparecía en su mente casi cada diez minutos.Así había transcurrido con austeridad la última semana de agosto y septiembre daba la bienvenida a la temporada inicial de la primer evaluación bimestral. El tiempo apremiaba tarde o temprano y ni Alexa ni siquiera su madre, hicieron hincapié en ello.Hasta hoy.Lunes, las clases habían terminado antes, por asuntos meramente organizativos del personal docente y eran las doce y media cuando Alexa salió del salón acompañada únicamente por Yanai. Jax salió antes, acompañado de una ruborizada Karen que le seguía sin soltarle del brazo y Yanai aprovechando que Sail tenía la tarde moderadame
El interior de uno de los modestos expendios de comida estaba levemente concurrido. El clima lluvioso siempre atraía clientela. Él pasaba distraídamente por allí y trayendo algunos ryo en la cartera, decidió aprovechar la oportunidad. Había comida en la nevera para el resto de la semana, por lo menos eso se procuraban entre ambos, pero la ocasión de hoy era un tanto diferente. El lo venía pensando desde la mañana y ni él ni Alexa lo verbalizaron, pero ambos lo sabían. Quizá fue ese el motivo que acarrease su poca concentración en su metódico plan en la mañana.No importaba, ya tendría el tiempo de mañana para continuar escudriñando la carpeta de kyu. También tenía cosas importantes por hacer, y aunque no era nada adepto a cuestiones tan personales, se sentía un poco obligado a hacerlo. Odiaba y renegaba en cierta manera interna exp
Los muelles de la cama se sacudían con fluctuante renuencia. No en el interior del departamento de Santino, sino a distancia apartada de éstos. En una de las solitarias casas del noroeste de Kuri, en la que se podía apreciar sólo una luz encendida, perteneciente a una de las habitaciones.La lluvia había cesado, dejando una humedad renuente, perceptible en el vidrio de aquella alcoba.—Luke…huuumm…—la respiración de Krisel era un jadeo entrecortado, ante el brío de las sacudidas del joven. Perdiéndose en el mullir del colchón.Bajo el soporífero ambiente, Luke se mantenía sobre Krisel, apoyándose con los codos y las rodillas. Su respiración subía, bajaba y retomaba el vaivén inicial. No había palabras en su garganta, ni sentimientos en su corazón. Su mente se debatía en una ola enorme de complicados enigmas sin c