GIANNA RICCIMe levanté temprano y después de alimentar a Alma, me dispuse a cocinar. Mientras preparaba cada parte del desayuno, mi pequeña descansaba en una tinita a la que le había puesto una cobija afelpada, la cual acomodé en la parte menos peligrosa, alejada de la estufa y los cuchillos. Tenía que aprender a equilibrar mis nuevos planes con la maternidad, aunque… ¿en realidad eran nuevos? Lo único que había cambiado era que a mi lista negra se había agregado un nuevo nombre. —¡Buenos días! —exclamé con una gran sonrisa, saliendo de la cocina y sosteniendo a Alma en un brazo mientras que con mi mano libre llevaba el plato caliente de Matías a la mesa. —Buenos días —contestó con una gran sonrisa, acercándose para tomar a la niña en brazos y así ayudarme—. No tenías que hacer todo esto. Deberías de estar descansando. —Solo quería ser agradecida contigo. —Le ofrecí una sonrisa tierna mientras me mordía la lengua antes de girar sobre mis talones y regresar a la cocina por lo demás
GIANNA RICCI—Entonces… ¿tú eres quien por fin atrapó a nuestro soltero más codiciado? —preguntó una de las trabajadoras de Matías, haciendo que este intentara esconder su sonrisa mientras me dedicaba una mirada llena de ilusión. —Así parece —contesté con timidez mientras arrullaba a mi pequeña Alma, quien con el escándalo de la fiesta parecía cada vez más incómoda. —¡Pero si es una criatura hermosa! —exclamó otra de las chicas asomándose para ver a la bebé—. Me sorprende que por fin hayas sentado cabeza, Matías. —Eso pasa cuando llega la correcta —dijo tomando mi mano y besándola con ternura, provocando suspiros en más de una, menos en mí, que solo le ofrecí una sonrisa rígida. —Pero no veo ningún anillo —agregó otro, entornando los ojos con desconfianza. —Aún no nos hemos casado… pero es cuestión de tiempo —contestó Matías sin apartar la mirada de mí—. Porque te vas a casar conmigo, ¿verdad? No me harás suplicarte… o ¿sí?No era una propuesta de matrimonio formal, más bien parec
GIANNA RICCI—Vaya que no te das por vencido… —dijo Matías furioso, acercándose para alejar a Leonel de mí—. ¡No aprende, señor Arzúa!Matías lo tomó por la solapa de su saco y arrojó a Leonel fuera del baño. —¡Ya estoy harto de ti! —gritó furioso, remangando su camisa. —¿Estás harto de mí o estás harto de que, por más que te esfuerzas, «Gianna» siempre me escoge a mí? —preguntó Leonel divertido, esperando el primer golpe de Matías. Cuando me di cuenta, todo el restaurante tenía su atención en el conflicto, especialmente los respectivos acompañantes de cada uno. —¿Qué harás, Matías? ¿Vas a golpearme? El gran abogado, justo y prudente, ¿piensa golpearme? —dijo burlón. —No te acerques a mi mujer, ni a mi hija… —insistió Matías, cometiendo un grave error que Leonel no iba a desaprovechar. —¿Tu mujer? ¿Tu hija? —preguntó divertido—. ¿Te refieres a mi mujer y a mi hija? No necesito discutir contigo, Matías, lamento humillarte frente a tu gente, pero solo eres un arrastrado que quiere
MATÍAS ZANNIEREra curioso, sus iris castaños tenían destellos avellana que se volvían más claros y verdes conforme se acercaban a su pupila, de la misma forma que Gianna tenía destellos violetas que antes no había notado. —¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté confundido y frunciendo el ceño con desconfianza. —Eres famoso en la ciudad… —respondió poniendo distancia, intentando ocultar su nerviosismo sin mucho éxito—. El gran abogado que vino desde Italia. Antes de que pudiera decir algo, mi teléfono sonó insistente, se trataba de Gianna queriendo contactarme. —¿Quién es? ¿Estás ocupado? —preguntó Evelyn Valencia con los brazos cruzados y media sonrisa plasmada en esos labios rojos. —Mi… prometida… —contesté apagando el celular. No estaba de humor. Cuando regresé mi atención hacia esa aparición, noté que abrió los ojos con sorpresa y parecía indignada, por no decir herida. —Te vas a casar… —dijo en un susurro. —Sí.—¿La amas?—Sí, así parece… tanto que estoy dispuesto a responder por
MATÍAS ZANNIER—Nunca pensé que la recatada y tímida señorita Valencia fuera tan candente… —dije colocándome entre sus muslos mientras sus manos se escabullían debajo de mis pantalones. Esta mujer parecía saber con exactitud cada perversión que rondaba mi cabeza. Me seducía como si me conociera a la perfección y dominara mis puntos débiles. —Nada es lo que parece… —contestó divertida al sentir mi dureza. A este paso esta mujer me iba a drenar—. Las «calladitas» a veces somos más divertidas en la cama. Lamió mis labios lentamente, antes de empujarme para que pudiera bajar del auto. —¿Puedes ser un caballero y abrirme la puerta y no solo las piernas? —preguntó coqueta tirando de la manija. Su jugueteo me estaba volviendo loco y quería cada vez más. ۞Seguí sus indicaciones y llegamos a uno de esos hoteles destinados a las parejas que necesitaban desahogar su lujuria. La habitación con tenues luces neón, tubos y arneses parecía divertirle a Evelyn, quien no dudó en columpiarse, suje
GIANNA RICCI—¿Difíciles? ¿No has pensado que te estás comportando como un idiota? —dije molesta, dejando el ramo sobre el comedor—. ¿Por qué decir que soy tu mujer y que Alma es tu hija cuando es obvio que no es cierto? ¿Qué quieres probar? Parece que tenerme solo es una cuestión de honor y demostrarle a Leonel que eres mejor que él. —Gianna… Estoy perdiendo el control sobre mí mismo… —Tomó mi rostro entre sus manos y en verdad parecía estar sufriendo—. He querido ser un buen hombre, pero no puedo, hay algo oscuro y malo dentro de mí que no puedo seguir escondiendo. No quiero volver a lastimarte, quiero tener la vida que prometimos tener. Solo quiero… por fin estar en paz y… tener la familia que siempre quise a tu lado. «Evelyn, no cedas, no te atrevas a caer ante esas palabras bonitas, recuerda esos sueños donde él era un hijo de puta y aférrate a cómo te sentiste», pensé en cuanto su boca se posó sobre la mía y las lágrimas cayeron por sus ojos dándole la imagen de un hombre arrep
GIANNA RICCI—¿Te gusta que te trate así? ¿Eso es lo que quieres, sentirte como una muñeca desechable? —susurró Matías en mi oído mientras yo peleaba por escapar de él, pero su peso sobre mi cuerpo limitaba mis movimientos e incluso me dificultaba respirar—. Si él te trata como basura, lo defiendes, pero si yo te trato como una dama, me condenas. Entonces te daré lo que tanto quieres para que me ames como antes. »¿Crees que quiero salir a follar con otras mujeres? ¡Si lo hice fue por tu culpa! ¡Por tu constante rechazo!, pero eso se acabó…—Matías… detente… —susurré con el poco aliento que tenía mientras bajaba la bragueta de sus pantalones—. ¡Matías! ¡No!Sus manos amasaban mis pechos mientras su boca se ensañaba con mi cuello. Cerré mis ojos en cuanto su mano se escabulló entre mis piernas, acariciando con insistencia y guiando su miembro hacia mi hendidura. Tragué saliva y comencé a llorar en silencio, pues su peso no me dejaba respirar, mucho menos sollozar. Cuando estaba listo p
GIANNA RICCILeonel no esperó la oportunidad, simplemente golpeó a Matías en el rostro, justo donde me había golpeado minutos antes.—¡¿Cómo pudiste?! —exclamó rabioso antes de apoyarlo contra la pared y asestarle otro golpe en el abdomen—. ¿Para eso la querías a tu lado? ¡¿Para eso me la arrebataste?! ¡Tanto insistías en que fuera tuya!Los policías intervinieron, tomando a Leonel por los brazos y alejándolo de Matías, quien no estaba dispuesto a enfrentarlo, como si cada golpe fuera el escarmiento que merecía por lo que había hecho. Sus ojos consumidos por el arrepentimiento se levantaron hacia mí, haciéndome retroceder por inercia. —Lo siento… —dijo en un susurró—. Ya no sé quién soy cuando estoy contigo. Regresé sobre mis pasos, víctima de un escalofrío que recorrió mi cuerpo. Cargué a mi pequeña Alma, cerca de mi corazón. Bajé la escalera con sumo cuidado, pero mis piernas parecían de gelatina. En el último escalón, Leonel me sujetó y… aunque quise aguantar mi frustración, mi odi