GIANNA RICCILo primero que hice al pisar de nuevo España fue escaparme de Leonel, escabullirme con cuidado entre la gente, aunque mi abdomen abultado no me ayudara mucho. Aun así, pude salir del aeropuerto sin que nadie me detuviera. Abordé un taxi y cuando eché un vistazo hacia atrás, noté como la guardia del lugar comenzó a sellar cada entrada, Leonel se había dado cuenta muy tarde de mi escape, así como Dafne de seguro ya había descubierto que le faltaba la cartera. ¿No era justo? Después de todo ella pudo haber advertido a Leonel de mis intenciones y no lo hizo. ¿Lo hizo adrede para que me alejara de él? Tal vez.Había sido muy lindo todo lo que dijo en el avión, pero una persona como ella no cambiaba de un día para otro. Ese ya no era mi problema, era de Leonel, ya le tocaría a él resolverlo solo. —¿A dónde? —preguntó el taxista llamando de nuevo mi atención mientras avanzábamos.—Al centro de rehabilitación del centro —contesté sabiendo muy bien qué era lo primero que tenía que
GIANNA RICCIDespués de compartir una sonrisa y levantarnos de la mesa, no pude contenerme más y lo abracé, aunque mi bebé se interpusiera entre los dos y se sacudiera en cuanto sintió la presión del abrazo, haciéndonos reír tenuemente. —Algo me dice que será una niña… —dijo posando su mano en mi vientre con dulzura.—¿Una niña? —pregunté confundida. Hasta ese momento planeaba que fuera un varón, o esa era la impresión que me daba. —No… es niña, lo sé —contestó emocionado. ۞Llegué al edificio de departamentos donde vivía Christian. Sonreí emocionada, pues ese era el comienzo de mi nueva vida, lejos de los demonios de mi pasado y los de Gianna. Metí la llave a la cerradura y cuando me disponía a tomar mi maleta, una mano la tomó con firmeza. Recorrí todo el camino hasta el rostro de Leonel que parecía furioso, pero contenido. —¿Qué se supone que estás haciendo? —preguntó en un susurro. —Empezar de nuevo… —Pensé que había quedado claro que te quedarías a vivir en mi casa, por lo m
GIANNA RICCIFue liberador, aunque para Leonel parecía que cada una de mis palabras era una bofetada que lo dejó sorprendido y aún más furioso. —Yo si te amé… —dije por fin más serena, o eso creía—. Yo si quise estar a tu lado, y sí… yo fui mil veces mejor que tú durante nuestra relación, porque mientras tú eres dócil con quien te trata bonito, yo fui dócil cuando tú me tratabas de la m****a. ¡Olvida que alguna vez te perdoné! ¡Me arrepiento de haberlo hecho! ¡Ahógate en alcohol si quieres! ¡Siéntete miserable, como la basura rastrera que fuiste conmigo!»¡Bien lo dijiste! Esta es mi segunda oportunidad para ser feliz yo, no para que tú puedas ser perdonado y te quites ese peso de encima, maldito ególatra de m****a. ¡Qué te jodan!—¿Terminaste? —preguntó con la cara completamente roja.Le arrebaté mi maleta y por primera vez respiré sintiéndome más ligera, como si mi cuerpo fuera de humo. El dolor en mi pecho desapareció, aunque tuviera las mejillas llenas de lágrimas. —Sí, eso creo…
GIANNA RICCI—Quédate en la cama, yo usaré el sofá… es un sofá-cama —dijo Christian en cuanto la cena terminó mientras acariciaba su barriga llena, la cual quería competir con la mía. Parecía que el tiempo solo había hecho crecer su cuerpo, pero seguía siendo mi pequeño hermanito. En cuanto vio que agarré los platos, lista para llevarlos a la tarja, me detuvo—. Dame eso, yo lo hago.—Pero… —Ya hiciste mucho por mí. Limpiaste todo este lugar y me hiciste la cena… Mínimo déjame lavar los platos —agregó con una sonrisa y me vio de pies a cabeza, parecía confundido—. Además, no quiero que a las primeras de cambio se te salga esa bebé. Tendrás que decirme qué hacer cuando eso ocurra. —Descuida, aún falta para que pase —contesté acariciando mi vientre. —Y… disculpa mi atrevimiento, pero… ¿quién es el padre? —preguntó divertido mientras comenzaba a fregar los platos—. Bueno, aunque creo que no tendría sentido, dudo que lo conozca. —Es… Leonel Arzúa —contesté agachando la mirada hasta que
GIANNA RICCI—Esto fue mi error —agregó mi hermano, aparentemente resignado—, por dejar que una completa desconocida se quedara en mi departamento. Lo último que necesito es lidiar con tu locura cuando, de por sí, es muy difícil luchar contra mis adicciones. —Me vio directo a los ojos, con lástima, arrepintiéndose de lo que iba a decir antes de decirlo—: Después de que nazca ese bebé, tendrás que buscar un lugar donde vivir. No pienso seguir con esto. No voy a permitir que quieras usurpar la vida de mi hermana. —Yo no… —Me quedé petrificada—. ¡Yo no quiero usurpar su vida! Christian no me dio tiempo para dar más explicaciones, dio media vuelta y se acercó a la puerta, dispuesto a dejarme sola.—Christian, soy yo… Soy Evelyn… ¡Te lo juro! —exclamé y cuando volteó supe que había empeorado las cosas—. ¡¿Recuerdas esa pequeña caja donde guardaste esa foto de mamá y algunos juguetes?! La enterraste en el jardín, porque decías que era tu mayor tesoro y lo guardarías ahí para cuando fueras
GIANNA RICCIDesde que pude tener a mi pequeña entre mis brazos fue como si nada más en la vida importara. Solo verla moviendo sus manitas, bostezando y estirándose como un gatito perezoso era suficiente para hacerme feliz. De pronto alguien tocó a la puerta y tuve miedo de que se tratara de Matías, aun no quería confrontarlo, pero cuando volteé vi a Christian asomándose con pesar y vergüenza. En completo silencio avanzó hasta los pies de mi cama y vio a la pequeña envuelta en esa cobijita rosa. —Es una niña… Lo sabía… —dijo con media sonrisa y los ojos cargados de tristeza—. Lo siento. No estuve para ti cuando lo necesitaste… al parecer, por segunda vez —dijo con los dientes apretados y negó con la cabeza. Aún estaba muy confundido.—¿Cómo supiste dónde encontrarme? —Llamando a todos los hospitales de la zona… ¿Señora Zannier?—Larga historia… —contesté torciendo los ojos. Entonces noté que escondía algo detrás de su espalda—. ¿Es un regalo para la bebé? —pregunté con media sonris
GIANNA RICCIFue difícil ver a Matías enfrentando a Leonel, mi corazón latía desesperado exigiéndome que lo detuviera, era el padre de mi hija y… el hombre que aún quería. ¡Porque sí! Lamentablemente el corazón no olvida. Aunque no sabía si era una cuestión de orgullo, de declararme la domadora de esa bestia y demostrarles a todas las mujeres que lo intentaron antes, que yo era diferente. Nunca había ganado nada en mi vida, pero supuse que ver a Leonel como un trofeo no era una buena opción. Entonces… ¿podría decantarme por la idea de que en verdad lo amaba? Mi madre siempre decía que el amor verdadero no se puede ocultar y tampoco se puede desechar. También decía que nosotros no escogemos a quien amar, a veces el corazón quiere lo que el corazón quiere, aunque no sea lo más lógico. ¿Era una manera de justificar su matrimonio con mi padre?Leonel se acercó a la puerta, seguido por Matías que le pisaba los talones. Cuando llegó al marco se detuvo, ya estaba cansado de contenerse, así
GIANNA RICCICubrí mi rostro con ambas manos antes de comenzar a llorar desconsolada. ¿Cómo podía retroceder el tiempo y recuperarlo? Tenía tanta ilusión de que fuera una niña, cada día me imaginaba todos esos vestiditos que le pondría, hice listas enormes con todos los posibles nombres y… ahora… ¿qué me quedaba? —Ay no… ¿qué hice? —pregunté con el corazón hecho pedazos. —¿Gianna? Matías se asomó a la habitación, traía una sudadera que le cubría la cabeza con la capucha. Era obvio que se había escabullido, pues mi padre no hubiera permitido que llegara tan lejos. —¿Qué haces aquí? —pregunté confundida. —¿Estás bien? ¿Es cierto? ¿Abortaste? —Se acercó paseando su mirada por mi rostro. Parecía preocupado—. ¿Fue… un accidente? ¿Te ocurrió algo?—No, yo tomé algo para que… —No tenía la voz suficiente para describir la atrocidad que había hecho por iniciativa propia. Cuando levanté de nuevo la mirada de mi vientre, me percaté que el rostro de Matías estaba cambiando. La preocupación se