EVELYN VALENCIA—Entonces… ¿vivirán juntos? —le pregunté a Christian mientras me llevaba en brazos y me colocaba sobre la silla de ruedas. El doctor me había pedido reposo absoluto, pero sinceramente yo me sentía bien, podría hacer una vuelta de carro ahora mismo si supiera como hacerla sin caerme de cabeza. Aun así, decidí fingirme vulnerable, por lo menos hasta salir del hospital.—Sí, solo hasta que ella agarre su camino… —contestó Christian una vez me dejó sobre la silla.—Ella… es complicada, lo sabes… ¿verdad? —Tenía miedo. Aunque sentía empatía por Gianna, no significaba que no supiera la clase de mujer que era y como podía ser una mala influencia para mi hermano. No quería que volviera a caer en drogas y excesos.—Descuida, ya no soy el mismo hombre de antes… aprendí la lección y lo único que quiero es ayudarla a ser mejor, de la misma forma que mi hermanita lo hizo conmigo —contestó hincándose frente a mí—. No tienes de que preocuparte.—No puedo evitarlo, sabes que te quiero
GIANNA RICCIChristian me había cedido su cama, como el hombre caballeroso que era. Estaba tan emocionada por mi primera noche en su departamento que no pude dormir, así que me paseé por su cuarto, viendo sus cosas, revisando sus cuadernos, tenía una letra muy linda para ser hombre. Llegué hasta su clóset y acaricié cada prenda, haciendo que su aroma llegara a mi nariz.Jamás me había sentido de esa manera, era como una niña enamorada. Tomé su chamarra y la abracé, inundando el ambiente con su loción. Solo de esa manera concilié el sueño. De alguna manera imaginando que a quien abrazaba era a él y no solo a su chamarra.۞Cuando desperté, entré en pánico, si Christian entraba y me veía abrazando su ropa pensaría que era una acosadora. De un brinco salí de la cama y dejé la chamarra de donde la tomé. Me puse el hermoso vestido que me había comprado y salí de la habitación. Esperaba verlo acostado en el sofá, pero, por el contrario, se encontraba en la cocina.—Buenos días —saludó todav
GIANNA RICCI¿Era posible que un hombre que no tenía un trabajo tan ostentoso como Leonel o Matías fuera capaz de protegerme tanto con los muchos o pocos recursos que tenía?Christian me había dado algo de comida para el almuerzo. No era el mejor cocinero, admitía que Evelyn era mucho mejor, pero, aun así, hacía su mejor esfuerzo. No solo eso, me dio algo de dinero por si se me antojaba algo.Me despedí de ese par de empleadas que parecían dulces y se habían comportado comprensivas conmigo, pero, sobre todo, pacientes. Era mi primer trabajo y… antes de que todo se volviera un caos, ellas me guiaron.Con los pies punzando y los brazos adoloridos, corrí hacia la dulcería, quería comprar unos chocolates con el dinero de mis bolsillos. ¡Por supuesto que era para compartirlos con Christian! Sabía que este era su dinero, pero tenía fe que con mi primer sueldo lo invitaría a cenar.Me planté frente a la vitrina y no sabía cual escoger. Nunca había tenido que comparar costo-beneficio de algo.
GIANNA RICCI—Lo siento, no quise que esto ocurriera… —dije con tristeza. Una vez en el departamento tomé su mano y acaricié sus nudillos enrojecidos—. En verdad lo lamento.—¿Lamentas que golpeara a ese hombre? —preguntó Christian divertido—. Admito que ya no recordaba lo gracioso que era golpear a un «niñito» rico en la cara.Levanté mi mirada hacia él, no comprendía como es que estaba tomando las cosas con tanto optimismo.—Me hubiera gustado hacer más… —agregó acariciando mi brazo. Mi piel se erizó y mis mejillas se sonrojaron. Su tacto fue tan suave y lento que la temperatura de mi cuerpo aumentó—. No me agrada que hombres así maltraten a las mujeres. Menos cuando esas mujeres pertenecen a mi familia.¿Había dicho familia? ¿Me veía como parte de su familia?, pero… ¿cómo una posible esposa o… una hermana?—Por favor, quédate dentro de la tienda hasta que yo pase por ti. ¿Está bien? No te arriesgues. Quiero evitar dos tragedias.—¿Dos tragedias?—Sí, que él te lastime y que yo lo
LEONEL ARZÚA—No pienso comprarte nada… y exijo que me sueltes —dije molesto mientras Gianna me arrastraba hacia el interior de la cafetería. La reconocí, pues era la misma donde había conocido a Evelyn.—En vez de que me agradezcas por haberte salvado de ese viejito molesto…—Ese «viejito molesto» es mi abuelo.—¡Ja! ¡Con razón! —Sostuvo la sonrisa hasta que regresó su atención hacia mí—. Solo bromeaba.—Un café negro sin azúcar, como tu maldita alma, y un late vainilla —dijo Christian acercándose con el par de bebidas y una sonrisa insolente.—Yo no pedí nada… ¿qué está pasando? —pregunté en cuanto dejó los vasos en mis manos.—Olvídalo todo y empieza de nuevo, «grandote» —dijo Gianna antes de agarrarse del brazo de Christian y señalarme con el mentón hacia la mesa pegada al ventanal.Entonces lo entendí.Evelyn me esperaba ahí, con esa playera amarrada a su cintura y pantalones de talle alto. Con su melena abundante y castaña acomodada en una coleta y su sonrisa tímida. Agaché la m
GIANNA RICCISus labios sabían a vainilla y no pude parar de besarlo, no me importaba terminar con la boca inflamada, quería pasar todo el día así, con el corazón reventándome en el pecho, sin aliento, pero sabiendo que me había aceptado, que me quería a su lado, que por fin el hombre que siempre había esperado encontrar también me quería.Rematamos el besó con una risa suave y una mirada de amor mientras nuestras manos aún sostenían el helado que ya se había derretido.—¿Es muy pronto para preguntar: qué somos?Su sonrisa se hizo más grande con mi pregunta y pegó su frente a la mía, parecía disfrutar tanto de mi cercanía como yo de la suya.—Me gustas Gianna… Me gustas muchísimo —dijo en un suspiro haciendo que mis mejillas se enrojecieran—, pero no tengo mucho que darte. Lo que ves es lo que hay. No significa que no me voy a esforzar para crecer y tener más, sin embargo, puede ocurrir lo contrario y que un día no tenga nada.»En cambio tú puedes regresar con tus padres y tener una e
GIANNA RICCILa tensión se podía cortar con un cuchillo, el ambiente se sentía… viciado. Christian volvió a ser una dulzura cuando por fin mi padre me soltó y de una manera muy extraña terminamos los cuatro sentados alrededor de la mesa. Christian adoptó una postura relajada y al mismo tiempo, parecía protector, siempre cerca de mí, siempre tomándome de la mano y dedicándome miradas profundas. Parecía que estaba listo pasa saltar en cualquier momento si intentaban sacarme del departamento por la fuerza, y no podía sentirme más agradecida.—Si tanto la quieres, chico… Lo mejor sería que la dejaras libre —dijo mi padre viéndolo fijamente y sin tomar su café.—Gianna, ¿por qué no les cuentas a tus padres que conseguiste trabajo? —interrumpió Christian ignorando a mi padre y
GIANNA RICCILa confusión hizo que la visita de mis padres no se extendiera. Mi padre no solo consideraba que había echado mi futuro por la borda, sino que mi relación con la familia Arzúa era retorcida, pero mi madre parecía feliz, pese a todo lo confuso que era, me mostró una sonrisa orgullosa y me dio un fuerte abrazo antes de entrar al lujoso auto.¿Cómo había quedado mi situación con mi familia? Era un misterio. No me gritaron en la cara que me habían desheredado, pero… tampoco fue como que las cosas se arreglaran y mi padre me amara de manera incondicional. Así que… simplemente era como estar en un limbo. ¿Tenía miedo de no volverlos a ver? Bueno, si hubieran estado más presentes en mi infancia y adolescencia, tal vez diría que sí, pero a estas alturas, ya me daba igual, aunque sonara triste.Entonces sentí la mano de Christian estrechando la mía y me di cuenta de que era lo único que necesitaba en mi vida. Su apoyo y su cariño. ¿Qué más podía pedir?—¿Qué haces? —le pregunté cu