GIANNA RICCI¿Era posible que un hombre que no tenía un trabajo tan ostentoso como Leonel o Matías fuera capaz de protegerme tanto con los muchos o pocos recursos que tenía?Christian me había dado algo de comida para el almuerzo. No era el mejor cocinero, admitía que Evelyn era mucho mejor, pero, aun así, hacía su mejor esfuerzo. No solo eso, me dio algo de dinero por si se me antojaba algo.Me despedí de ese par de empleadas que parecían dulces y se habían comportado comprensivas conmigo, pero, sobre todo, pacientes. Era mi primer trabajo y… antes de que todo se volviera un caos, ellas me guiaron.Con los pies punzando y los brazos adoloridos, corrí hacia la dulcería, quería comprar unos chocolates con el dinero de mis bolsillos. ¡Por supuesto que era para compartirlos con Christian! Sabía que este era su dinero, pero tenía fe que con mi primer sueldo lo invitaría a cenar.Me planté frente a la vitrina y no sabía cual escoger. Nunca había tenido que comparar costo-beneficio de algo.
GIANNA RICCI—Lo siento, no quise que esto ocurriera… —dije con tristeza. Una vez en el departamento tomé su mano y acaricié sus nudillos enrojecidos—. En verdad lo lamento.—¿Lamentas que golpeara a ese hombre? —preguntó Christian divertido—. Admito que ya no recordaba lo gracioso que era golpear a un «niñito» rico en la cara.Levanté mi mirada hacia él, no comprendía como es que estaba tomando las cosas con tanto optimismo.—Me hubiera gustado hacer más… —agregó acariciando mi brazo. Mi piel se erizó y mis mejillas se sonrojaron. Su tacto fue tan suave y lento que la temperatura de mi cuerpo aumentó—. No me agrada que hombres así maltraten a las mujeres. Menos cuando esas mujeres pertenecen a mi familia.¿Había dicho familia? ¿Me veía como parte de su familia?, pero… ¿cómo una posible esposa o… una hermana?—Por favor, quédate dentro de la tienda hasta que yo pase por ti. ¿Está bien? No te arriesgues. Quiero evitar dos tragedias.—¿Dos tragedias?—Sí, que él te lastime y que yo lo
LEONEL ARZÚA—No pienso comprarte nada… y exijo que me sueltes —dije molesto mientras Gianna me arrastraba hacia el interior de la cafetería. La reconocí, pues era la misma donde había conocido a Evelyn.—En vez de que me agradezcas por haberte salvado de ese viejito molesto…—Ese «viejito molesto» es mi abuelo.—¡Ja! ¡Con razón! —Sostuvo la sonrisa hasta que regresó su atención hacia mí—. Solo bromeaba.—Un café negro sin azúcar, como tu maldita alma, y un late vainilla —dijo Christian acercándose con el par de bebidas y una sonrisa insolente.—Yo no pedí nada… ¿qué está pasando? —pregunté en cuanto dejó los vasos en mis manos.—Olvídalo todo y empieza de nuevo, «grandote» —dijo Gianna antes de agarrarse del brazo de Christian y señalarme con el mentón hacia la mesa pegada al ventanal.Entonces lo entendí.Evelyn me esperaba ahí, con esa playera amarrada a su cintura y pantalones de talle alto. Con su melena abundante y castaña acomodada en una coleta y su sonrisa tímida. Agaché la m
GIANNA RICCISus labios sabían a vainilla y no pude parar de besarlo, no me importaba terminar con la boca inflamada, quería pasar todo el día así, con el corazón reventándome en el pecho, sin aliento, pero sabiendo que me había aceptado, que me quería a su lado, que por fin el hombre que siempre había esperado encontrar también me quería.Rematamos el besó con una risa suave y una mirada de amor mientras nuestras manos aún sostenían el helado que ya se había derretido.—¿Es muy pronto para preguntar: qué somos?Su sonrisa se hizo más grande con mi pregunta y pegó su frente a la mía, parecía disfrutar tanto de mi cercanía como yo de la suya.—Me gustas Gianna… Me gustas muchísimo —dijo en un suspiro haciendo que mis mejillas se enrojecieran—, pero no tengo mucho que darte. Lo que ves es lo que hay. No significa que no me voy a esforzar para crecer y tener más, sin embargo, puede ocurrir lo contrario y que un día no tenga nada.»En cambio tú puedes regresar con tus padres y tener una e
GIANNA RICCILa tensión se podía cortar con un cuchillo, el ambiente se sentía… viciado. Christian volvió a ser una dulzura cuando por fin mi padre me soltó y de una manera muy extraña terminamos los cuatro sentados alrededor de la mesa. Christian adoptó una postura relajada y al mismo tiempo, parecía protector, siempre cerca de mí, siempre tomándome de la mano y dedicándome miradas profundas. Parecía que estaba listo pasa saltar en cualquier momento si intentaban sacarme del departamento por la fuerza, y no podía sentirme más agradecida.—Si tanto la quieres, chico… Lo mejor sería que la dejaras libre —dijo mi padre viéndolo fijamente y sin tomar su café.—Gianna, ¿por qué no les cuentas a tus padres que conseguiste trabajo? —interrumpió Christian ignorando a mi padre y
GIANNA RICCILa confusión hizo que la visita de mis padres no se extendiera. Mi padre no solo consideraba que había echado mi futuro por la borda, sino que mi relación con la familia Arzúa era retorcida, pero mi madre parecía feliz, pese a todo lo confuso que era, me mostró una sonrisa orgullosa y me dio un fuerte abrazo antes de entrar al lujoso auto.¿Cómo había quedado mi situación con mi familia? Era un misterio. No me gritaron en la cara que me habían desheredado, pero… tampoco fue como que las cosas se arreglaran y mi padre me amara de manera incondicional. Así que… simplemente era como estar en un limbo. ¿Tenía miedo de no volverlos a ver? Bueno, si hubieran estado más presentes en mi infancia y adolescencia, tal vez diría que sí, pero a estas alturas, ya me daba igual, aunque sonara triste.Entonces sentí la mano de Christian estrechando la mía y me di cuenta de que era lo único que necesitaba en mi vida. Su apoyo y su cariño. ¿Qué más podía pedir?—¿Qué haces? —le pregunté cu
GIANNA RICCIAbrí los ojos lentamente y me di cuenta de que hasta las pestañas me dolían. Ni siquiera me di cuenta de a qué hora caímos dormidos, pero mi cuerpo dolía de manera deliciosa. Me retorcí entre las sábanas y me abracé a su almohada, aún conservaba su loción. Entonces me di cuenta de que Christian no estaba por ningún lado. La habitación estaba vacía.Tomé su playera de la noche anterior y me la puse antes de lanzarme de regreso a la cama, fascinada por mi nueva vida que era completamente perfecta.Cuando estaba dispuesta para salir a buscarlo, él entró usando solo sus pantalones y llevando una charola con comida directo hacia mí. Me trataba como una princesa.—Creí que despertarías con hambre… —dijo sentándose en el borde y dejando sobre mis muslos la charola. Todo olía delicioso.Agarré el vaso con jugo y lo bebí, estaba tan dulce como sus labios. En cuanto le ofrecí una sonrisa, él se inclinó hacia mí y me besó.
GIANNA RICCIEsperé paciente en una de las bancas fuera de la tienda, pero Christian no llegaba. Revisé mi celular mientras mi corazón se hacía pequeño y se retorcía de dolor. Él jamás me había fallado en ningún aspecto y no podía creer que en un día como hoy lo hiciera, algo estaba mal y temía por él.—¿Segura que no contesta? —preguntó una de mis compañeras, sintiendo lástima por mí.—Ya llamé mil veces… —contesté con un suspiro.—Qué raro, él siempre llega antes —agregó otra apoyándose sobre la punta de sus pies como si eso la ayudara a ver más lejos.—Tal vez tuvo un problema en el trabajo. —Prefería que fuera eso y no que estuviera en problemas.—No, a ese niño le pasó algo —insistió la gerente, la de más edad, acomodándose los lentes y frunciendo el ceño con desconfianza—. Hay que llamar a la policia. Algo está mal.—¡No la asuste! Le va a hacer daño al bebé —exclamó la única que sabía mi secreto.Todas p