GIANNA RICCILa tensión se podía cortar con un cuchillo, el ambiente se sentía… viciado. Christian volvió a ser una dulzura cuando por fin mi padre me soltó y de una manera muy extraña terminamos los cuatro sentados alrededor de la mesa. Christian adoptó una postura relajada y al mismo tiempo, parecía protector, siempre cerca de mí, siempre tomándome de la mano y dedicándome miradas profundas. Parecía que estaba listo pasa saltar en cualquier momento si intentaban sacarme del departamento por la fuerza, y no podía sentirme más agradecida.—Si tanto la quieres, chico… Lo mejor sería que la dejaras libre —dijo mi padre viéndolo fijamente y sin tomar su café.—Gianna, ¿por qué no les cuentas a tus padres que conseguiste trabajo? —interrumpió Christian ignorando a mi padre y
GIANNA RICCILa confusión hizo que la visita de mis padres no se extendiera. Mi padre no solo consideraba que había echado mi futuro por la borda, sino que mi relación con la familia Arzúa era retorcida, pero mi madre parecía feliz, pese a todo lo confuso que era, me mostró una sonrisa orgullosa y me dio un fuerte abrazo antes de entrar al lujoso auto.¿Cómo había quedado mi situación con mi familia? Era un misterio. No me gritaron en la cara que me habían desheredado, pero… tampoco fue como que las cosas se arreglaran y mi padre me amara de manera incondicional. Así que… simplemente era como estar en un limbo. ¿Tenía miedo de no volverlos a ver? Bueno, si hubieran estado más presentes en mi infancia y adolescencia, tal vez diría que sí, pero a estas alturas, ya me daba igual, aunque sonara triste.Entonces sentí la mano de Christian estrechando la mía y me di cuenta de que era lo único que necesitaba en mi vida. Su apoyo y su cariño. ¿Qué más podía pedir?—¿Qué haces? —le pregunté cu
GIANNA RICCIAbrí los ojos lentamente y me di cuenta de que hasta las pestañas me dolían. Ni siquiera me di cuenta de a qué hora caímos dormidos, pero mi cuerpo dolía de manera deliciosa. Me retorcí entre las sábanas y me abracé a su almohada, aún conservaba su loción. Entonces me di cuenta de que Christian no estaba por ningún lado. La habitación estaba vacía.Tomé su playera de la noche anterior y me la puse antes de lanzarme de regreso a la cama, fascinada por mi nueva vida que era completamente perfecta.Cuando estaba dispuesta para salir a buscarlo, él entró usando solo sus pantalones y llevando una charola con comida directo hacia mí. Me trataba como una princesa.—Creí que despertarías con hambre… —dijo sentándose en el borde y dejando sobre mis muslos la charola. Todo olía delicioso.Agarré el vaso con jugo y lo bebí, estaba tan dulce como sus labios. En cuanto le ofrecí una sonrisa, él se inclinó hacia mí y me besó.
GIANNA RICCIEsperé paciente en una de las bancas fuera de la tienda, pero Christian no llegaba. Revisé mi celular mientras mi corazón se hacía pequeño y se retorcía de dolor. Él jamás me había fallado en ningún aspecto y no podía creer que en un día como hoy lo hiciera, algo estaba mal y temía por él.—¿Segura que no contesta? —preguntó una de mis compañeras, sintiendo lástima por mí.—Ya llamé mil veces… —contesté con un suspiro.—Qué raro, él siempre llega antes —agregó otra apoyándose sobre la punta de sus pies como si eso la ayudara a ver más lejos.—Tal vez tuvo un problema en el trabajo. —Prefería que fuera eso y no que estuviera en problemas.—No, a ese niño le pasó algo —insistió la gerente, la de más edad, acomodándose los lentes y frunciendo el ceño con desconfianza—. Hay que llamar a la policia. Algo está mal.—¡No la asuste! Le va a hacer daño al bebé —exclamó la única que sabía mi secreto.Todas p
EVELYN VALENCIA—¿Qué fue lo que ocurrió? —pregunté ansiosa, viendo a Leonel inerte en la cama. Mi corazón se desangraba de dolor y tuve que concentrarme para escuchar las palabras del doctor.—El accidente le dejó una lesión grave en el cráneo. Tiene un coma inducido para cuidar su cerebro y sistema cardiovascular, pero el pronóstico es incierto —contestó el médico viéndome con lástima.Cubrí mi boca y me caí a pedazos. No podía perderlo ahora, no cuando estábamos empezando de nuevo. Levanté la mirada como si pudiera ver directamente hacia el cielo.—¿Qué te hice? ¿No fue suficiente ya? ¿Tenías que hacerme esto? ¿Quieres quitarme a Leonel después de todo lo que he pasado? —le pregunté a Dios llena de resentimiento.&
GIANNA RICCIMe planté frente a la casa de los Valencia, Christian me había contado que perteneció a su madre, fue su última morada y había terminado en manos de Matías. Al indagar un poco descubrí que Matías había conseguido libertad condicional, pero que su juicio le imposibilitaba salir de la residencia hasta que el caso de violación hacia mí en el cuerpo de Evelyn, y de violencia domestica hacia Evelyn en mi cuerpo, fueran resueltos, pero el pronóstico era desfavorable.Rebasé la cerca y anduve por el césped alto, el jardín parecía muy descuidado igual que la casa. Alcé el puño para tocar la puerta cuando esta se abrió, dejándome ver a un Matías desaliñado, consumido por el fracaso, con la barba crecida y el cabello revuelto.Me vio con odio y después de un suspiro que expresaba fast
GIANNA RICCI Llegué corriendo a la mansión de Leonel, tenía que hablar con Evelyn. Matías había decidido aceptar el trato y representar a Christian en la corte, pero teníamos que negociar el pago que recibiría. Podía apostar que no solo se trataría de dinero, pero no me importaba, necesitaba liberar a Christian como fuera.—¡Regréseme a mi hija! —gritó furiosa y herida Evelyn haciendo que mi corazón se detuviera.—¿Señora Ricci? —preguntó el mayordomo al verme en la puerta. Ni siquiera lo saludé cuando entré corriendo, encontrándome con ese viejito quisquilloso. La nana sostenía a Alma detrás de él mientras la niña lloraba desconsolada, suplicando por su madre.—¿Tu hija? ¡Ni siquiera entiendo qué haces viva! —exclamó horrorizado—. Tú te mataste cayendo de ese edificio y de repente apareces como la dueña y señora, justo cuando mi nieto se accidenta.—Es mi hija… —siseo Evelyn comenzando a perder la paciencia—. Si no me la entrega…—¡Esa niña es de la monja! —contestó el hombre prepot
EVELYN VALENCIAEntramos a la que alguna vez fue mi casa. Me era sorprendente la frialdad de Matías que en completo silencio nos invitó a sentarnos en el comedor. Un vaso de leche con chocolate y una taza de café nos esperaban. Por un momento Gianna y yo nos vimos a los ojos antes de inclinarnos y tomar nuestras bebidas, cruzándonos para alcanzar nuestra favorita, mientras Matías entornaba los ojos con rencor.—No sé cual de las dos me jodió más la vida… —dijo entre dientes, casi para sí mismo—. Gianna, lo nuestro fue una relación tóxica donde ambos nos destruimos…—¿Ambos?—¡Ambos! ¡No todo fue mi culpa! —reclamó iracundo—. Al final tus acusaciones de violación arruinaron mi reputación. Sin mencionar la demanda por abuso doméstico —dirigió su atención hacia mí, dedicándome un poco de su odio—. Evelyn, tú fuiste la peor. ¿Quién lo diría?»La más tranquila y de las dos, la más noble y dulce… me llevó a la locura. ¡Me sacaste de mis casillas! ¡Me usaste! ¡Me manipulaste y me perdí a mi