SLOANE D’MARCO
—No lo sé… no creo que esto funcione —dijo Derek viendo a los niños sentados en la mesa, llenando y garabateando unas libretas muy parecidas a las que mi padre usaba para sus bitácoras.
—Soy el doctor Gerardo y usted tiene piojos, le recomiendo estas inyecciones —dijo el pequeño trillizo mientras fingía su voz por una más madura y gruesa.
—¡Y no se tiene que bañar por una semana! —exclamó mi pequeño Brian, anotando su protocolo con dedicación—. ¡Mejor por dos semanas!
—Un momento… ¿Estamos jugando a que somos doctores? —preguntó Bruno con cara de susto.
SLOANE D’MARCO—Me decepcionas… —dije con tristeza. No conocía al hombre delante de mí. Jonathan había pasado de un mejor amigo a un completo desconocido. Cada momento que pasamos juntos se proyectaba en mi cabeza junto con su comportamiento nervioso, inseguro y tonto.—No, estás decepcionada de ti misma —contestó con media sonrisa—. Creíste conocerme y saber cada aspecto de mí. Pensaste que era un torpe que no se merecía su lugar como director de ese psiquiátrico. Siempre me viste como tu compañero tonto que terminó la carrera de puro milagro. ¡Sorpresa! Aprendí lo suficiente e incluso más de lo que tú jamás aprendiste en la escuela para poder ser quien debo ser en el momento y ante las personas adecuadas.<
SLOANE D’MARCOLe entregué las falsas bitácoras a Derek y abracé el diario como si fuera mi propia madre a la que estaba renunciando. No pude evitar soltar un par de lágrimas antes de besar una de las tapas, donde venía su nombre escrito con una caligrafía hermosa.—Te amo, mamá —susurré antes de apretar los ojos y sofocar mi corazón para poder hacer lo correcto. No sabía si tendría la fuerza suficiente para soltarla, pero me esforcé.—Sloane… —murmuró Derek notando como hacer esto me destrozaba, aun así, negué con la cabeza y regresé hacia la mesa.—Esto debe de ser suficiente para que compruebes mi lealtad —dije en
LUCA MAGNANIBerenice parecía un verdadero ángel con ese vestido blanco entallado a su perfecta y sensual figura, con el cabello suelto y sus hermosos ojos viendo directo hacia mí. Por un momento el ruido de alrededor se silenció y lo único de lo que era consciente era de ella. Sabía que estaba hablando por la manera en la que se movían sus labios, pero no podía escuchar nada, simplemente estaba perdido en su belleza.Se abrió paso entre todas las mujeres y tomó a los mellizos con ternura, balanceándolos en sus brazos hasta que el estrés cedió y los pequeños se relajaron, pero ¿cómo no hacerlo? Un hermoso ángel había bajado para consolarlos, cualquiera se tranquilizaría aunque fuera su peor día. LUCA MAGNANI—Simplemente ya no te entiendo. ¿En verdad es lo que quieres? ¿Quedarte con un hombre que no te valora y que te es infiel? ¡Ya basta! —exclamó Zafrina alterada, ignorando por completo a Berenice, parecía que solo tenía ojos para Cristine. Algo andaba mal—. ¡Eres mi hija y no voy a permitir que arruines tu vida, Karen!De nuevo ese maldito nombre... Pude notar como Cristine hervía de coraje. —¡Yo no soy Karen! —gritó furiosa encarando a Zafrina—, y no soy tu hija. No puedes controlar lo que hago y en quien confió. Ya estoy cansada. Te quiero Zafrina, te admiro, pero… no puedo seguir tolerando esto. Y en ese momento, para empeorar las cosas solo un poco más, las faldas de Cristine se mojaron mientras ella abría los ojos como platos y se sujetaba el vientre. —¡Iugh! Se orinó del coraje —dije dando un paso hacia atrás. —¡No se orinó! —me regañó Berenice entregándome a Cristian—. Rompió fuente. ¡El bebé ya viene!¿Rompió fuente? Bien, entendía que el bebé nacería, pero… ¿fCapítulo 346: De princesa a bestia
LUCA MAGNANI—No, no, no… Cristine, yo no sé de esto, no estoy capacitado y tú eres mi prima, no puedo… —Retrocedí un par de pasos, me sentía mareado y confundido, incluso con náuseas. —¡Luca! ¡Ya no aguanto más! —gritó Cristine mientras pujaba. —¡¿Y si dejas de pujar?! ¡Carajo, no pujes! —exclamé ansioso, quería arrancarme el cabello y correr. —¡No puedo! ¡Tiene que salir! —respondió viéndome directo a los ojos y me sentí mal. Estaba llorando por el dolor y parecía cansada—. Por favor, tienes que hacerlo.—No puedo, Eliot me matará si sabe que te vi algo más que tus lindos ojos, además, si llega cuando tengo mis manos entre tus piernas… —¡¿Cómo?! —gritó Eliot desde la bocina del teléfono, era curioso porque lo escuché claramente y no tenía el altavoz—. ¡¿Qué carajos está pasando?!—Ah… ¿Desde qué parte comenzaste a escuchar? —pregunté sabiendo que nuestras últimas frases podían tomarse tan mal. —¡LUCA! ¡Haz algo! —gritó Cristine retorciéndose. —¡Eso hago! ¡Lucho con las ganas d
CRISTINE FERRERASentada frente al fuego de la chimenea levanté mi copa media llena, ya no sabía cuántas llevaba mientras que el festín que había preparado se enfriaba en la mesa. Intenté sonreír con los ojos llenos de lágrimas y un maldito nudo en la garganta que me asfixiaba y que solo con el alcohol lograba pasar ese trago amargo de mi aniversario. Ni siquiera sabía por qué había preparado la cena si, como el año pasado, comería sola. Me casé joven y llena de ilusión, con un hombre atractivo que me llevaba unos cuantos años de más, pero que… creí que… ya sabes, me amaría cuando me conociera. Era una buena chica, detallista, dulce… me esforzaba por hacer hasta el mínimo esfuerzo para ganarme su corazón, ¡Dios sabe cuánto luché por… solo una sonrisa!, pero nada de lo que hacía era suficientemente bueno. Siempre en esta fecha recordaba lo primero que le dije a mi esposo cuando entramos a esta casa, que sería nuestro hogar. Aún llevaba mi vestido de novia y él no dudó en dirigirse a
CRISTINE FERRERACuando el llanto de mis angelitos por fin cesó, tomé mi computadora portátil y la abrí sobre mis piernas mientras que con un pie seguía meciendo la cuna para que el sueño de mis bebés no fuera perturbado o interrumpido. Comencé a teclear con habilidad; no solo quería el divorcio, necesitaba que Eliot firmara un acuerdo donde me cedía la custodia total de los niños. No me importaba si no recibía ni un solo centavo, incluso estaba dispuesta a renunciar a cualquier beneficio que la separación me pudiera ofrecer. ¡No quería absolutamente nada de él! ¡Podía quedarse con su dinero, con su enorme casa y todas las comodidades! ¡Lo único que necesitaba era poner fin a este calvario y llevarme a mis bebés lejos de él! Dudaba mucho que quisiera quedárselos, era un horrible padre, ¿qué haría con tres niños? ¿Cómo podría cuidar de ellos y cubrir todas sus necesidades si solo tenía tiempo para trabajar e ignorarnos?Estaba dispuesta a llevar los papeles al día siguiente a primera
CRISTINE FERRERANuestro matrimonio no solo era un fracaso, sino que había sido un asunto arreglado entre mis padres y los suyos. Sabía de Eliot mucho antes de saber que me casaría con él y admito de manera vergonzosa que lo admiraba, no solo porque era un hombre que parecía más un actor de películas de acción, con su gran altura, sus espaldas anchas, y ese rostro que era la combinación perfecta entre rasgos finos y angulosos, y masculinidad, sino que estaba fascinada por unirme en matrimonio con un hombre tan inteligente, que era capaz de dirigir una empresa como la que tenía en sus manos. No me sentía a su altura y tenía miedo de no ser suficiente. Tenía razón, no lo fui, por lo menos no para él, porque si de algo estoy segura es que yo no dejé de demostrarle que tenía iniciativa y corazón.Mi primer intento de alejarme de él, el primero golpe en mi corazón, fue cuando descubrí que había otra mujer en el suyo. Aún guardaba fotos y recuerdos que veía cuando se sentía melancólico. Iv