SLOANE D’MARCODerek y yo salimos de la habitación después de ofrecerle una última sonrisa a Berenice y justo en el pasillo, posé mi mano sobre su pecho, atrayendo su atención. —Quédate a cuidar a Berenice —pedí viéndolo fijamente a los ojos—. No quisiera imaginarme a Carla llegando disfrazada de enfermera lista para robarle a un niño o envenenarla. Recordé a Jerry y como estaba dispuesto a matar a mi padre. ¿Era malo arrepentirme de haberlo interrumpido? ¡Carajo! Le hubiera dicho que podíamos hablar después de que acabara con sus planes, incluso la parte más retorcida de mi cerebro veía la posibilidad de invitarle un café después. ¿Era una mala hija? ¡No! Era una mujer con suficientes traumas como para odiar a su padre, y más después de leer a mi madre. Mi rencor, mi frustración y mi tristeza se habían disparado, porque en verdad no podía imaginarme el infierno que vivió ella a su lado. De solo repasar esos párrafos en mi mente me daban ganas de llorar y maldecirlo a gritos. —Suen
ELIOT MAGNANI—Pues, después de como defendiste a Luca, ahora Jerry y Carla ya saben quién eres —contesté y por fin volteé hacia ella.—Bueno, no es que pudiera quedarme de brazos cruzados. Puse en una balanza ayudar a una mujer embarazada y a un hombre que claramente estaba en desventaja por quererla salvar, y mi privacidad y seguridad. Supongo que dentro de mi corazón hay algo de heroísmo —contestó con media sonrisa y un profundo suspiro—. Quiero creer que solo saben que soy una reportera metiche que se enfrentó a ellos… pero no entienden aún la complejidad de mi participación en todo. »He mantenido mis huellas difusas. Nadie sabe quién proporcionó las pruebas a los reporteros amarillistas de las infidelidades del señor Spoti, solo saben que una mañana, los reporteros más crueles y sanguinarios recibieron un paquete lleno de fotos, registros de hoteles y…—¿Y…? —pregunté en cuanto ella se quedó en completo silencio y pensativa.—Dentro de las cosas que investigué… —Parecía dudar de
ELIOT MAGNANIApenas el auto avanzó un par de metros cuando mi teléfono comenzó a sonar. Se trataba de uno de los inversores de la empresa, parte del consejo. En cuanto contesté no me dio tiempo de hacer preguntas.—¿Eliot Magnani? —preguntó como si no estuviera seguro de que había llamado al número correcto.—Al habla…—Hay junta de emergencia, necesito que estés en la empresa cuanto antes. —Su tono de voz, aunque era educado, escondía cierto tinte de hostilidad que me hacía sentir que estaba en problemas. —Voy para allá. —En cuanto contesté me colgó, dejándome intrigado al no darme los motivos de la junta improvisada, pero algo me decía que estaba furioso conmigo.***Una pesada carpeta cayó ante mis ojos cuando entré a la sala de juntas donde ya todo el consejo me estaba esperando, entre ellos Luca que parecía confundido, manteniendo su postura con las manos entrelazadas por arriba del escritorio y con la mirada posándose en cada uno de los socios. —¿Qué es esto? —pregunté mientr
ELIOT MAGNANI—¡Espera! —exclamó Luca alcanzándome y tomándome del brazo—. No voy a tomar tu lugar cuando fuiste tú quien hizo esta empresa. Antes de ti no era ni la sombra de lo que es ahora. Tú hiciste que lo que era un negocio familiar se convirtiera en un imperio con todas sus letras, no tu padre, no esos viejos insípidos, tú. Me rehúso a…—Si no aceptas hacerte cargo, entonces habré perdido la empresa para siempre —dije en un susurro mientras con un par de suaves palmadas lo motivaba a soltarme el brazo—. Si no lo haces tú, entonces buscarán a alguien más, como a tu padre. ¿Eso quieres? Mi empresa terminará convirtiéndose en basura. —Eliot… —De pronto me miró como un niño asustado y preocupado por decepcionarme, tal vez sintiendo que era una clase de traición lo que estaba ocurriendo. —Luca, confío en que lo harás bien, además, sabes que no pienso dejarte solo y te ayudaré en lo que necesites saber para dirigir esto. Solo acepta el cargo como CEO y deja que me vaya —supliqué en
SLOANE D’MARCOEl interior de la casa no era mejor que el exterior. Había polvo y desorden. Esta era la forma en la que Eliot se encontraba por dentro, aunque por fuera se mostrara controlado y frío. El corazón me dio un vuelco. —Eliot… —susurré llamando su atención. Aunque las luces estaban prendidas, la oscuridad parecía dominar cada rincón—. Lo que encontré…—Espera, no digas nada hasta que llegue mi informante. No tardará mucho —dijo viendo su reloj de pulso.—Eliot, esto no tiene que ver con mi padre. —Puse mi mano sobre su reloj—. Quiero hablar de lo que está pasando con Cristine y tú.—¿Eso qué tiene que ver con las bitácoras y el diario de tu madre? —preguntó sonriendo mientras se servía un trago, cuando me lo ofreció, bajó la mirada hacia mi abdomen abultado y negó con la cabeza—. ¿Quieres… agua?—Eliot, mi madre era amiga de Zafrina. La apoyó cuando ella apenas estaba creciendo como diseñadora —dije desesperada ante su calma—. En primera, Zafrina está haciendo todo esto por
CRISTINE FERRERASentada frente al fuego de la chimenea levanté mi copa media llena, ya no sabía cuántas llevaba mientras que el festín que había preparado se enfriaba en la mesa. Intenté sonreír con los ojos llenos de lágrimas y un maldito nudo en la garganta que me asfixiaba y que solo con el alcohol lograba pasar ese trago amargo de mi aniversario. Ni siquiera sabía por qué había preparado la cena si, como el año pasado, comería sola. Me casé joven y llena de ilusión, con un hombre atractivo que me llevaba unos cuantos años de más, pero que… creí que… ya sabes, me amaría cuando me conociera. Era una buena chica, detallista, dulce… me esforzaba por hacer hasta el mínimo esfuerzo para ganarme su corazón, ¡Dios sabe cuánto luché por… solo una sonrisa!, pero nada de lo que hacía era suficientemente bueno. Siempre en esta fecha recordaba lo primero que le dije a mi esposo cuando entramos a esta casa, que sería nuestro hogar. Aún llevaba mi vestido de novia y él no dudó en dirigirse a
CRISTINE FERRERACuando el llanto de mis angelitos por fin cesó, tomé mi computadora portátil y la abrí sobre mis piernas mientras que con un pie seguía meciendo la cuna para que el sueño de mis bebés no fuera perturbado o interrumpido. Comencé a teclear con habilidad; no solo quería el divorcio, necesitaba que Eliot firmara un acuerdo donde me cedía la custodia total de los niños. No me importaba si no recibía ni un solo centavo, incluso estaba dispuesta a renunciar a cualquier beneficio que la separación me pudiera ofrecer. ¡No quería absolutamente nada de él! ¡Podía quedarse con su dinero, con su enorme casa y todas las comodidades! ¡Lo único que necesitaba era poner fin a este calvario y llevarme a mis bebés lejos de él! Dudaba mucho que quisiera quedárselos, era un horrible padre, ¿qué haría con tres niños? ¿Cómo podría cuidar de ellos y cubrir todas sus necesidades si solo tenía tiempo para trabajar e ignorarnos?Estaba dispuesta a llevar los papeles al día siguiente a primera
CRISTINE FERRERANuestro matrimonio no solo era un fracaso, sino que había sido un asunto arreglado entre mis padres y los suyos. Sabía de Eliot mucho antes de saber que me casaría con él y admito de manera vergonzosa que lo admiraba, no solo porque era un hombre que parecía más un actor de películas de acción, con su gran altura, sus espaldas anchas, y ese rostro que era la combinación perfecta entre rasgos finos y angulosos, y masculinidad, sino que estaba fascinada por unirme en matrimonio con un hombre tan inteligente, que era capaz de dirigir una empresa como la que tenía en sus manos. No me sentía a su altura y tenía miedo de no ser suficiente. Tenía razón, no lo fui, por lo menos no para él, porque si de algo estoy segura es que yo no dejé de demostrarle que tenía iniciativa y corazón.Mi primer intento de alejarme de él, el primero golpe en mi corazón, fue cuando descubrí que había otra mujer en el suyo. Aún guardaba fotos y recuerdos que veía cuando se sentía melancólico. Iv