LUCA MAGNANI«No confíes en Carla, ella ayudó a Derek». No era un mensaje largo o complejo, tampoco sorpresivo, pero si me llenaba de dudas. No sabía cómo Cristine había llegado a esa conclusión, pero no dudaba de ella. Sentía que en estos momentos era la única persona en la que en verdad podía confiar. Rogué al cielo para que ella estuviera a salvo pues ya estaba muy lejos como para serle de utilidad si se metía en problemas. Después del conflicto en mi departamento y aún con la cara punzando desde el golpe que me dio Derek, me decidí a rebuscar un poco en el pasado, regresando a la ciudad donde había conocido a Carla, directo al hospital en el que había trabajado. —Sí, extrañamos mucho a Carlita. —Después de mucha insistencia una de las enfermeras aceptó hablar conmigo—. ¿Cómo le está yendo en el psiquiátrico? ¡Me sorprende que decidiera dejar de atender niños por atender… locos!—Supongo que le pagan mejor… —contesté con media sonrisa y agaché la mirada. —Tal vez, pero… qué difí
LUCA MAGNANIUna vez más mi mente viajó, imaginando al esposo de Carla como un hombre grande, corpulento, con una botella en la mano y el gesto una mezcla entre ebriedad, furia y suciedad, pero el hombre que abrió la puerta me dejó con la boca abierta. Era de complexión delgada y aspecto común, como el de un padre de familia de los suburbios en su día de descanso, listo para la fiesta luau de la cuadra que de seguro relumbraría por sus piñas coladas sin alcohol y carne asada por el vecino más barrigón. Usaba unos tenis más grandes que sus pies, unas bermudas planchadas y una camisa de manga corta, luciendo un enorme reloj en la muñeca. Parecía demasiado… gentil y debilucho. —Hola, buenas tardes… —saludó ofreciéndome una sonrisa confundida. —Ah… este… —Mi mirada se paseó desde su rostro hasta sus pies y negué con la cabeza. ¿En verdad estaba en el lugar correcto con el hombre correcto?—. ¿Es el esposo de la enfermera Carla? Una chica de esta estatura, cabello castaño, ojos claros…
CRISTINE FERRERA—Sí, como decía —siguió Jimena después de su reflexión—, como la estancia de Derek, el gemelo malvado, en ese psiquiátrico fue por una trampa de los abogados, sin una justificación razonable, bueno, podemos solicitar que un profesional valore de nuevo su salud mental, ampararnos en el «Habeas Corpus» no solo para corroborar que el paciente no tiene motivos para haber sido detenido de esa manera y encerrado por tantos años, sino para encontrar discrepancias entre los anteriores exámenes que le hicieron y el que le harán a Eliot. »Podrán notar diferencias en su manera de pensar e incluso deducir si Eliot está diciendo la verdad cuando confiese cómo llegó a esa celda. Así podríamos tener algo para sacarlo de ahí, además de los datos biomédicos como huellas digitales. »Aunque son gemelos idénticos, las huellas de Eliot no serán compatibles con las que se tomaron de Derek durante su detención y de esa manera, querida amiga mía, tu hombre será liberado. Mi corazón se sin
CRISTINE FERRERALeonardo corrió con todas sus fuerzas y sus hermanos lo siguieron con los ojos llenos de emoción, incluso Bruno había comenzado a llorar por el emotivo encuentro, mientras Jimena retrocedía, con las palmas hacia ellos, queriendo contenerlos. —¡Wow! ¡Tranquilos! —exclamó, pero no fue suficiente, los tres se le lanzaron encima, desbalanceándola y tirándola en el césped, lo cual les facilitó dominarla—. ¡Cristine! ¡Quítame a tus bestias de encima!—¡Tía Jimena! ¡Te extrañamos mucho! —exclamó Bruno frotando su mejilla contra la de mi abogada. —¡Sí! ¡¿Dónde habías estado?! ¡¿Por qué nos abandonaste?! —exigió saber Gerardo con sus bracitos enroscados en el cuello de su tía. —¡¿No ves que nos ponemos muy tristes si nos dejas?! —reprochó Leonardo aferrándose a las solapas de Jimena. —Niños… Déjenla respirar —pedí y solo así retrocedieron lo suficiente para que Jimena pudiera sentarse y jalar aire, pero no tanto como para que no pudieran atraparla si se decidía a escapar.
SLOANE D’MARCO—Ahora entiendo tu mejilla inflamada —contestó mi padre con excesiva ternura antes de acariciar mi espalda, mientras yo seguía lidiando con las náuseas y las repentinas arcadas que me obligaban a encorvarme y apoyar mis manos en las rodillas—. Tuviste que decírmelo antes, mi amor. Sabía que su comportamiento tan distante de ti tenía que asociarse a una posible infidelidad. Lo lamento mi niña, no debió ser fácil pasar por eso. Me estrechó mientras yo no paraba de temblar y sudar frío. Las lágrimas empañaron mi vista mientras comprendía lo que había pasado. Solo tuvo que mencionar esa palabra para que yo soltara todo y vomitara lo que había ocurrido. Me quedaba claro que las sesiones de hipnosis no solo funcionaron para borrarme la memoria, mi padre tenía un completo control sobre mí sin que yo pudiera resistirme y de pronto ese abrazo cálido que en otro momento hubiera amado y disfrutado, ahora dolía, como si sus brazos tuvieran púas. ¿Por qué había decidido hacerme es
SLOANE D’MARCO—¿Por qué? —preguntó Berenice en cuanto terminé de explicarle todo y se me hizo una pregunta muy atinada, pero difícil de responder. —Es lo mismo que yo quisiera saber —contesté con desilusión y me levanté del sofá—. Para mí tal vez ya es tarde, pero no para ti. No tomes ningún medicamento y trata de mantenerte concentrada durante las sesiones de hipnosis. Aun así… si algo llega a fallar, ¿hay algo que te podría traer de regreso al padre de tu hijo a tu mente?Sonrió y acarició su pequeña barriga con amor. Era obvio que ella deseaba a ese bebé y amaba al hombre con el que lo había procreado. Me rompió el corazón que estuviera en esta situación. —Lirios rosas… Muchos lirios rosas —contestó con una sonrisa y sus ojos llenos de lágrimas—. Ver a Luca junto a mis lirios sería suficiente para recordar cuanto lo amo y lo que hemos vivido, lo sé, estoy segura. —¿Luca? —pregunté ladeando la cabeza, recordando al odioso primo de Eliot. Berenice asintió y su sonrisa se hizo aún
SLOANE D’MARCO—No lo sé, tal vez… —contesté con un resoplido y entonces la cabeza se me iluminó—, pero… un dictamen con mi firma asegurando que Eliot Magnani parece tener un trastorno disociativo o de personalidad podría darle más poder al caso. —¿Cómo es eso? ¿Es como el… «Habeas Corpus»? —preguntó Cristine confundida. —A decir verdad, mi dictamen puede apoyar el «Habeas Corpus». Si yo digo que Eliot no parece Eliot y el «Habeas Corpus» que Derek no parece Derek, tu abogada podrá resolver esto bastante fácil, pero prepárense para el caos, porque el hospital es cobijado por el consejo de salud mental y psiquiatría y no lo perderán tan fácil. Lucharán por defenderse y lo más seguro es que la responsabilidad recaiga en el señor Uberto Magnani…—El cual ya está muerto… ¿Cómo puedes hacer pagar a un muerto? —preguntó frustrada y con los hombros caídos, parecía decepcionada—. Aún no puedo creer que un hombre tan dulce fuera capaz de algo tan atroz contra su propio hijo. —Nunca terminas
CRISTINE FERRERANo planeaba gritar a los cuatro vientos que él era Derek y estaba suplantando a Eliot. Todo el mundo me tomaría como una loca, pero había algo peor que decir la verdad y eso era difamar.—¡Estoy embarazada y no te has dignado a llamarme! ¡Me prometiste que estaríamos de nuevo juntos, pero te estás viendo con esa enfermera a escondidas! ¿En verdad piensas dejarme sola, con cuatro hijos y un embarazo, solo por una chica más joven? ¡¿Cómo pudiste usarme así?! ¡Eres un manipulador! ¡Un hombre infiel y cruel!Todos alrededor abrieron sus ojos como platos y algunos comenzaron a grabar con su celular, sorprendidos de todo lo que decía. Esto dejaría una mancha muy grande y si planeaba quedarse con la vida de Eliot, no le convenía esa clase de chismes. —¡Me juraste que nos volveríamos a casar si te daba un hijo más, pero nunca pensé que estarías acostándote con esa tal Carla, la enfermera del psiquiátrico! ¡¿Dime cuántas veces te ha venido a ver mientras a mí me niegas la ent