LUCA MAGNANI—¡Entonces renuncio a todo! —gritó Berenice—. No quiero nada del dinero de la familia, no quiero propiedades ni joyas. ¡Absolutamente nada! ¡Solo déjenme en paz!La señora Spoti la vio con tristeza y negó con la cabeza, adoptando la actitud de una madre que en verdad considera que su hija se ha vuelto loca. En ese momento, el padre había vuelto acompañado de dos guardias que se acercaron arrogantes hacia mí.—Acompáñenos —pidieron al unísono. —¡No! ¡Papá! ¡Por favor! —exclamó Berenice con lágrimas en los ojos mientras los guardias me tomaban de los brazos e intentaban arrastrarme fuera de la habitación. Quise resistirme, sacudirme sus manos y golpear a ese maldito doctor y al padre de Berenice, pero tuve que aguantarme por el bien de ella y contener mi furia. Juro que yo era un buen hombre, sí, cometí errores, pero intentaba callar esas voces violentas e intrusivas dentro de mi cabeza que me motivaban a incendiar el mundo, pero esta vez se me estaba complicando más de l
DEREK MAGNANIComenzaba a sentirme cómodo con la vida de Eliot pese a los pocos días que llevaba bajo su máscara. Era bastante sencillo simplemente mandar a mi ayudante por los niños y hacerse cargo de todo lo que yo no quería. Dejé a un lado las negociaciones sobre la venta de la empresa, ¿para qué vender todo si podía seguir interpretando a mi hermano con bastante facilidad?Me planté frente a la puerta del departamento de Cristine y dudé por un segundo en abrir. Aunque quisiera quedarme con todo, casarme con Cristine y hacerla mi mujer, una presión molesta en el pecho me detenía. Ella era piadosa, dulce, tierna, maternal, sí… ¡tenía miles de cualidades que todo hombre desearía en la mujer con la que planea casarse! Sin hablar de su belleza, pero… era como si mi corazón se resistiera. Cuando la besé en los labios y estuve a punto de tomarla, me asqueé. Luché contra esa sensación, había pasado tanto tiempo encerrado que por lo menos un encuentro en su cama me ayudaría a calmar mis g
DEREK MAGNANITodo el aire salió de mis pulmones y por fin mi piel resintió el frío del ambiente. Me quedé con la mirada perdida mientras Cristine me veía insistente, esperando una respuesta. Posó su mano sobre mi brazo llamando mi atención, pero ni así me digné a voltear hacia ella. —Derek… —susurró y mi piel se erizó. —No me llames así —contesté tragando saliva. No sabía si estaba malhumorado o preocupado. Luca ya sabía la verdad, igual que Cristine. ¿Ahora qué?Era cuestión de tiempo para que intentaran algo más contundente que solo enfrentarme, pero… no tenían manera de comprobar que yo era el gemelo que todos daban por muerto. Incluso, si sabía cómo mover mis piezas, podría destruir a ambos, decir que estaban locos, quedarme con los niños y meterlos al mismo psiquiátrico donde se pudrirían junto con Eliot, como toda una familia, pero cuando volteé y vi a Cristine a los ojos, supe que no podía hacerle eso, por más que quisiera. —Por favor, Derek —insistió—. Te juro que no dejar
SLOANE D’MARCOMi padre había permanecido demasiado ocupado y cada vez que regresaba a casa, solo compartíamos la comida o la cena antes de que terminara en su despacho, alejado incluso de su nieto al cual adoraba. Debía de agradecer que no iniciara con la terapia tan pronto. Tenía miedo de que volviera a borrarme los recuerdos y perderme a mí misma. ¿Cuántas veces podía jugar con mi cerebro antes de que yo colapsara? Decepcionada de ser solo un títere para mi padre y aún llena de preguntas, pasaba cada día encerrada en su casa, viendo a mi pequeño jugar en los amplios jardines, llevándolo a la escuela, recogiéndolo a veces acompañada por mi… «madrastra» en turno, la vida comenzaba a volverse monótona y agotadora.—Mi niña, aquí estás —dijo mi padre mientras yo caminaba por el jardín, entreteniéndome con una hoja seca entre mis dedos. Me estrechó con dulzura y pude detectar ese aroma tan característico de hospital: desinfectantes y esterilidad. Disfruté de su abrazo, después de tod
SLOANE D’MARCOEra demasiado temprano para que mi madrastra tuviera ánimos de acompañarme a dejar al niño en la escuela. Así que era el mejor momento para darme una breve escapada. Cuando llegué a la escuela no pude evitar notar a unos trillizos acompañados de un niño más grande, caminaban arrastrando los pies, cabizbajos y deprimidos pese a que su carita podía ser la más hermosa si sonrieran. Cuando me di cuenta, era ese chico, Luca, quien permanecía en su auto, viéndolos entrar. Me sentí tentada a acercarme y preguntar por Eliot. Todos los días revisaba mi teléfono esperando algún mensaje o llamada de él. ¿Había visitado a Derek en el psiquiátrico? Cuando me sentí a punto de dar el primer paso, me detuve, necesitaba ir a otro lugar con urgencia, mis tiempos eran precisos y si no quería levantar sospechas, tenía que ser rápida. Entré a mi auto y me dirigí hacia el hospital. Sabía que lo tenía prohibido, pero necesitaba hablar con mi amigo. Jonathan fue un feroz estudiante y gran ad
SLOANE D’MARCO—Lo más gentil es una terapia de memoria profunda o regresión —contestó Jonathan pensativo, el término me era familiar—. Son sesiones de hipnosis donde se busca profundizar en cada capa de memoria y traerla de vuelta. Puedes recuperar fragmentos o memorias completas, pero depende mucho de la efectividad de las sesiones de hipnosis que borraron todo. Los ojos se me humedecieron y me sentí extraña, vacía, triste. Sabía que esas sesiones no darían resultado a corto plazo, sino que… pasaría mucho tiempo y posiblemente no recuperaría todo. Lo que fui estaría incompleto y confuso. No quise abrir la boca, pues tenía miedo de que mi voz sonara tan rota como mi mente. —La otra opción es algo más violento e intrusivo —agregó notando mi pesar—. Me refiero a que te encuentres con algo de tu pasado, algo que destape todas esas memorias.—¿Cómo una persona? —pregunté frunciendo el ceño. Ya había estado en contacto con Derek y aunque había recordado algunas cosas, aún faltaban otras
CRISTINE FERRERA—La famosa diseñadora, Cristine Ferrera, directora de la empresa ZC ahora se enfrenta a críticas fuertes sobre su comportamiento en el pasado, ya que se ha descubierto recientemente que trabajaba en un club nocturno como bailarina, no sabemos si sus servicios se reducían a solo bailar o iban más allá… —Leyó Zafrina en su celular mientras caminaba de un lado a otro frente a mi escritorio— …De momento está enfrentando el desprestigio que bien podría afectar también a la marca. Me mantuve en silencio, con el estómago revuelto y ganas de vomitar. Cada vez que lo pensaba sentía una punzada en el abdomen, como si cada víscera se retorciera dolorosamente. Intenté respirar y calmarme, mi bebé no podía envenenarse con mi estado de ánimo, pero… ¡tenía tantas cosas en la cabeza!—¿Qué piensas? —preguntó Zafrina en un susurro. Ni siquiera alcé la mirada para verla, simplemente estaba abstraída, perdida. —Nada… —mentí. Estaba pensando en todo. En el declive de mi carrera, en qui
CRISTINE FERRERA—¿Cristine? —preguntó Carla sorprendida al verme y noté que perdió el color de sus mejillas. —¡Carla! —exclamé mientras metía las manos a los bolsillos de mi pantalón, escondiendo sus credenciales, fingiendo que todo estaba bien y que no sabía nada, que mi estómago no se estaba retorciendo dolorosamente ni tenía ganas de vomitar—. ¿Cómo has estado?—Bien… ocupada —contestó con timidez antes de acercarse al lavamanos—. Me sorprende verte aquí. —Necesitaba un lugar donde comer y que nadie me reconociera… ¿sabes? —dije con pesar y recordar mi problema público me retorció el corazón, pero de algo tenía que servirme, aunque fuera para causarle empatía y que no sospechara nada.—Lo siento —contestó Carla con pesar y frotó mi brazo después de secarse las manos—. Supongo que es un alivio que Eliot mandara a desaparecer todas esas fotos. Es cuestión de tiempo para que encuentre al culpable y le dé su merecido. Quise mantener mi sonrisa, pero esta parecía una línea distorsio