Salió corriendo del auto, hasta donde estaba su esposa, comenzó a buscar la manera de abrir la puerta sin importarle los vidrios que se enterraban en sus manos, mientras no dejaba de llorar, el conductor del camión llamaba a emergencias y le gritaba que no podía hacer eso que debía esperar a los paramédicos, pero no oía, solo veía a su esposa inconsciente inclinada hacia un lado del copiloto, como pudo abrió la puerta, la adrenalina que sintió en el momento hizo que fuese posible y la sacó, se la sentó en su regazo, mientras trataba de reanimarla.
—Dara mi amor, mi pequeña reacciona, ¡No me dejes! —comenzó a gritar, lloraba, sollozaba —¡Maldita sea! No puedes morirte Dara mi amor, quédate conmigo ¡No me dejes! ¡No! ¡Por favor mi vida! Te prohíbo que te vayas ¡Amor! ¡Perdóname! ¡No Dios mío! ¡¿Por qué?! —exclamaba desgarradoramente. La abrazaba fuertemente contra su pecho, besaba sus labios, no encontraba que hacer para lograr que reaccionara.
CAPÍTULO 26. CONSECUENCIAS Martín se había alejado de todos, se sentó pensativo, demasiado agobiado como para soportar a los demás, el dolor que sentía en su alma era como un cuchillo filoso, que lo cortaba y lo volvía jirones por dentro, tenía la sensación de tener una herida sangrante que no podía ser suturada, pero que sin embargo, constantemente era sometida a baños de alcohol. Se pasaba la mano por su rostro tratando de apaciguar la culpa que lo golpeaba persistentemente como el agua de mar a la roca. Se sentía impotente, añoraba tener el poder de regresar el tiempo para hacer todo distinto con Dara, permanecer a su lado y nunca dejarla ir, su esposa con su sonrisa radiante, su inocencia, ¿Por qué había dudado? ¿Por qué permitió que destruyeran el regalo más esplendido que la vida le había dado? Su amor. Los recuerdos se agolpaban en su mente, las veces que juzgó sus actos sin conocerla, siempre se equivocó, desde l
Martín se quedó observándola fijamente, esperando que ella sonriera, que le dijera que era una broma, pero al percatarse de su seriedad se dio cuenta de que era verdad, su Dara no lo recordaba. Cuando iba a responderle, apareció el médico —Ya vieron a Dara, me contenta que se esté recuperando, deben tenerle paciencia, ella presenta una amnesia retrógrada, olvidó los acontecimientos ocurridos en su vida unos meses antes del accidente. Pero consideramos que su amnesia es temporal, porque las pruebas no arrojaron ningún daño irreversible, por lo cual va a recordar paulatinamente.«La forma en la cual el cerebro logra recordar es dinámica, cuando hablamos de una amnesia retrógrada y temporal, la persona va recordando los acontecimientos, reconstruyéndolos tomando trocitos de diferentes partes del cerebro, no existe recuerdos que se congelen por siempre y sean inmunes a ser reconstruidos al transcurrir el tiempo. El sistema límbico es quien se encarga de controlar la experiencia y
Martín veía mientras inyectaban a Dara, sin hacer ningún movimiento, el miedo lo atenazaba, el rostro desencajado de su esposa producía sufrimiento en él, respiró de manera profunda, y luego dejó salir el aire a través de un fuerte suspiro.Al terminar de atenderla, la enfermera se dirigió a él —Señor por favor salgase.—No me quiero salir, se lo suplico—pidió uniendo sus manos en forma de oración debajo de su rostro—quiero estar junto a ella, prometo no incordiarla, solo quiero acompañarla mientras duerme.—Entienda que son instrucciones del médico, no podemos hacer nada.—¿Usted está enamorada? —preguntó Martín esperanzado, la enfermera se quedó sorprendida.—Si estoy enamorada de mi esposo—respondió con un dejo de curiosidad en su semblante.—Si estuviese su esposo pasando por una situación similar, ¿Le gustaría estar fuera o a su lado? —interrogó.—A su lado por supuesto—después de responder la mujer se dio cuenta de que h
Tabata se quedó viéndola con ojos de dolor, su boca empezó a temblar y caminó lentamente hacia ella, pero se paró al escuchar a Dara —No te me…acerques…¿Por qué…nunca me…quisiste? ¿Por qué…preferiste a un…hombre y …a tus …otros hijos…antes que a mí? —interrogó mientras lloraba. Su padre la abrazó, atravesado por el dolor que sentía estaba padeciendo Dara.—Mi amor no, por favor, ¡Escúchala! Ella ha sufrido no la juzgues sin saber cuánto dolor carga encima—la reprochó su padre.—No papá…ella no…tiene excusa…yo era una…bebita…¿Cómo fue…capaz de …abandonarme? Y no…decirte…que tenías una…hija…Tabata es mala…una mujer sin …corazón…peor que ...un animal…ellos no…abandonan a sus…crías como…lo hizo ella—concluyó llorando.Cada palabra de Dara se encajaba en el corazón de Tabata, como una daga, se descontroló y empezó a llorar desesperada, se arrodilló en todo el centro de la habitación sin dejar de llorar —¡Perdóname! Por favor mi niña—suplicaba— perdóname, te amo yo…<
Martín se quedó observando y vio el rostro pálido de Dara, preocupado la interrogó —¿Qué te pasa Dara?—Dime…¿Tú eres…mi esposo? —inquirió mientras sentía que le faltaba aire y todos dirigieron la vista hacia ella preocupados, ante el silencio de los presentes volvió a preguntar—¡Son sordos!...Respóndanme…—Dara yo…—comenzó a decir a Martín, pero ella lo interrumpió.—Responde…con si…o un no…¡¿Soy tu …esposa?! —exclamó con rabia.Los tres contestaron al mismo tiempo, pero respuestas distintas, Marino y su padre respondieron si y Martín respondió no, preocupándose mientras Dara se encolerizaba.—¿Por qué…mientes?...No puedes…ser sincero…te escuché…cuando dijiste…que eras…mi esposo…a la…enfermera.—Mi amor, no te molestes, puede hacerte daño, no quería decírtelo, porque pensé que podía ser contraproducente, no fue con intención de mentirte, tenía miedo de tu reacción.—Quiero… que me … cuentes todo… ¡Ahora mismo! —exigió Dara.—No cr
Martín vio la tarjeta en manos de su esposa y la angustia inundó su humanidad, se la quitó, la revisó nuevamente y con voz quebrada dijo —Amor, lo siento mucho. Esta tarjeta la hiciste para informarme que estábamos esperando un bebé, después te viniste a Nápoles, tuviste el accidente, no lo perdiste en ese momento, sino luego que padecieras un paro, fue necesario reanimarte con un shock eléctrico y allí lamentablemente fue cuando perdiste a nuestro hijo—concluyó con ojos llorosos.Dara sentía como su corazón se comprimía en su pecho, la invadió una inmensa tristeza, sobre todo porque no podía recordar nada, colocó la mano en su vientre, tratando de recordarse esos momentos, pero no había nada, para ella es como si eso que le contara Martín, le hubiese sucedido a otra persona.—¿Por qué no… puedo…recordar nada? ¿Por qué… mi mente… se niega en …mostrarme esos… momentos?... Me siento…impotente, se … que ese …bebé … me hacía …feliz… con solo… ver…esta tarjeta… ¿Por qué…
Martín condujo hasta la oficina de su abogado e hizo tres cosas, preparó la transferencia de las acciones a su amigo, le dio poder para la venta de su auto y su departamento y mandó a preparar los documentos de divorcio, los esperó, firmó y los envió a la dirección de Dara. Sentía que sus sueños habían quedado destrozados, había quedado peor que cuando Amarantha lo había engañado. Pero juraba por su propia vida que nunca más volvería abrir su corazón, no quería volver a sufrir ese dolor que le quitaba el aliento y lo convertía en una especie de zombi. Llegó al aeropuerto, tomó un vuelo con destino a Milán, visitó a su familia, apenas lo vio su mamá le preguntó que había pasado, le contó con lágrimas en sus ojos todo lo que había sucedido, su madre lo abrazó conmovida, le dolía inmensamente ver a su hijo afectado, no entendía por qué a Martín le había tocado tanto sufrimiento en la vida. —Siento mucho tu dolor—le dijo con el corazón fracturado de la profunda tristeza
Al día siguiente en la mañana Dara, se levantó temprano, se arregló para ir a casa de los padres de Martín. Al verla lista Tabata, preguntó —¿Puedo acompañarte? Con eso veo a María Martha.—Está bien, puedes ir conmigo.Las dos salieron a la casa de los Landaeta Fernández, al llegar les abrió la puerta María Martha, aunque las saludó, Dara se dio cuenta de inmediato que su semblante no era el mismo, ella siempre la había recibido con un beso y un abrazo, pero esta vez su trato fue seco, eso la puso un poco nerviosa.—Madrina, sé que tiene razones para estar molesta conmigo, pero en mi defensa… Debo decir que eso fue lo que recordé, le juro que no fue algo que hice de manera consciente… No me trate con esa actitud fría, nunca lo había hecho desde que la conozco… No lastime más mi corazón, ni alimente mis remordimientos—expresó con sinceridad, con una mirada de preocupación.María Martha, solo se apartó de la puerta y las invitó a entrar y sentarse en la sala,