Al terminar de atenderla, la enfermera se dirigió a él —Señor por favor salgase.
—No me quiero salir, se lo suplico—pidió uniendo sus manos en forma de oración debajo de su rostro—quiero estar junto a ella, prometo no incordiarla, solo quiero acompañarla mientras duerme.
—Entienda que son instrucciones del médico, no podemos hacer nada.
—¿Usted está enamorada? —preguntó Martín esperanzado, la enfermera se quedó sorprendida.
—Si estoy enamorada de mi esposo—respondió con un dejo de curiosidad en su semblante.
—Si estuviese su esposo pasando por una situación similar, ¿Le gustaría estar fuera o a su lado? —interrogó.
—A su lado por supuesto—después de responder la mujer se dio cuenta de que h
Tabata se quedó viéndola con ojos de dolor, su boca empezó a temblar y caminó lentamente hacia ella, pero se paró al escuchar a Dara —No te me…acerques…¿Por qué…nunca me…quisiste? ¿Por qué…preferiste a un…hombre y …a tus …otros hijos…antes que a mí? —interrogó mientras lloraba. Su padre la abrazó, atravesado por el dolor que sentía estaba padeciendo Dara.—Mi amor no, por favor, ¡Escúchala! Ella ha sufrido no la juzgues sin saber cuánto dolor carga encima—la reprochó su padre.—No papá…ella no…tiene excusa…yo era una…bebita…¿Cómo fue…capaz de …abandonarme? Y no…decirte…que tenías una…hija…Tabata es mala…una mujer sin …corazón…peor que ...un animal…ellos no…abandonan a sus…crías como…lo hizo ella—concluyó llorando.Cada palabra de Dara se encajaba en el corazón de Tabata, como una daga, se descontroló y empezó a llorar desesperada, se arrodilló en todo el centro de la habitación sin dejar de llorar —¡Perdóname! Por favor mi niña—suplicaba— perdóname, te amo yo…<
Martín se quedó observando y vio el rostro pálido de Dara, preocupado la interrogó —¿Qué te pasa Dara?—Dime…¿Tú eres…mi esposo? —inquirió mientras sentía que le faltaba aire y todos dirigieron la vista hacia ella preocupados, ante el silencio de los presentes volvió a preguntar—¡Son sordos!...Respóndanme…—Dara yo…—comenzó a decir a Martín, pero ella lo interrumpió.—Responde…con si…o un no…¡¿Soy tu …esposa?! —exclamó con rabia.Los tres contestaron al mismo tiempo, pero respuestas distintas, Marino y su padre respondieron si y Martín respondió no, preocupándose mientras Dara se encolerizaba.—¿Por qué…mientes?...No puedes…ser sincero…te escuché…cuando dijiste…que eras…mi esposo…a la…enfermera.—Mi amor, no te molestes, puede hacerte daño, no quería decírtelo, porque pensé que podía ser contraproducente, no fue con intención de mentirte, tenía miedo de tu reacción.—Quiero… que me … cuentes todo… ¡Ahora mismo! —exigió Dara.—No cr
Martín vio la tarjeta en manos de su esposa y la angustia inundó su humanidad, se la quitó, la revisó nuevamente y con voz quebrada dijo —Amor, lo siento mucho. Esta tarjeta la hiciste para informarme que estábamos esperando un bebé, después te viniste a Nápoles, tuviste el accidente, no lo perdiste en ese momento, sino luego que padecieras un paro, fue necesario reanimarte con un shock eléctrico y allí lamentablemente fue cuando perdiste a nuestro hijo—concluyó con ojos llorosos.Dara sentía como su corazón se comprimía en su pecho, la invadió una inmensa tristeza, sobre todo porque no podía recordar nada, colocó la mano en su vientre, tratando de recordarse esos momentos, pero no había nada, para ella es como si eso que le contara Martín, le hubiese sucedido a otra persona.—¿Por qué no… puedo…recordar nada? ¿Por qué… mi mente… se niega en …mostrarme esos… momentos?... Me siento…impotente, se … que ese …bebé … me hacía …feliz… con solo… ver…esta tarjeta… ¿Por qué…
Martín condujo hasta la oficina de su abogado e hizo tres cosas, preparó la transferencia de las acciones a su amigo, le dio poder para la venta de su auto y su departamento y mandó a preparar los documentos de divorcio, los esperó, firmó y los envió a la dirección de Dara. Sentía que sus sueños habían quedado destrozados, había quedado peor que cuando Amarantha lo había engañado. Pero juraba por su propia vida que nunca más volvería abrir su corazón, no quería volver a sufrir ese dolor que le quitaba el aliento y lo convertía en una especie de zombi. Llegó al aeropuerto, tomó un vuelo con destino a Milán, visitó a su familia, apenas lo vio su mamá le preguntó que había pasado, le contó con lágrimas en sus ojos todo lo que había sucedido, su madre lo abrazó conmovida, le dolía inmensamente ver a su hijo afectado, no entendía por qué a Martín le había tocado tanto sufrimiento en la vida. —Siento mucho tu dolor—le dijo con el corazón fracturado de la profunda tristeza
Al día siguiente en la mañana Dara, se levantó temprano, se arregló para ir a casa de los padres de Martín. Al verla lista Tabata, preguntó —¿Puedo acompañarte? Con eso veo a María Martha.—Está bien, puedes ir conmigo.Las dos salieron a la casa de los Landaeta Fernández, al llegar les abrió la puerta María Martha, aunque las saludó, Dara se dio cuenta de inmediato que su semblante no era el mismo, ella siempre la había recibido con un beso y un abrazo, pero esta vez su trato fue seco, eso la puso un poco nerviosa.—Madrina, sé que tiene razones para estar molesta conmigo, pero en mi defensa… Debo decir que eso fue lo que recordé, le juro que no fue algo que hice de manera consciente… No me trate con esa actitud fría, nunca lo había hecho desde que la conozco… No lastime más mi corazón, ni alimente mis remordimientos—expresó con sinceridad, con una mirada de preocupación.María Martha, solo se apartó de la puerta y las invitó a entrar y sentarse en la sala,
Dara sentía que su corazón se agrietaba, al verlo acompañado de la chica, quien la observaba con una amigable sonrisa, para su tormento era una mujer bonita y amable, quería llorar y gritar, pero inmediatamente pensó que no se rebajaría, Amarantha se lo había dicho, los hombres como Martín eran un tesoro y cualquier mujer se daría cuenta de lo maravilloso que era. Unas lágrimas intentaron escapar de sus ojos, pero se las limpió con rapidez, las piernas le temblaban estaba a punto de desvanecerse cuando vio a su mamá Tabata parada a su lado sosteniéndola.—Hola, Martín, ¿Cómo has estado? —interrogó Tabata.—Muy bien señora—saludó con amabilidad, pero luego dirigió su interés a Dara, su corazón quería salir disparado de su pecho y que su cuerpo saliera corriendo a abrazarla y besarla, sin embargo, su cerebro se resistía y en vez de eso, expresó en un tono más severo de lo que pretendía —¡¿Qué haces aquí Dara?!—Venía a conversar contigo—manifestó, tomando fuerzas y m
Luego de la conversación con Karina, Dara empezó a ejecutar su plan, con la ayuda de su madre y de Karina, decidió preparar la comida preferida de Martín, un Carpaccio de pescado, realizado con pescado cortado en trozos crudo macerado con zumo de limón, aceite de oliva y queso parmesano.También preparó unos macarrones, consistente en una pasta elaborada con agua, harina de trigo y huevos, con forma de tubitos, los acompañó con una salsa de queso que también elaboró. Con la ayuda de Karina preparó los envases de acuerdo a la cantidad de personas que se encontraban trabajando en el campo. Elaboraron Tereré y lo colocaron en termos y pusieron las comidas en bolsas, al momento de llevarlos, Dara se preocupó porque no sabía montar a caballo y le daba cierto miedo que caye
Ambos siguieron observándose, Dara le tomó el rostro y acercó su boca a la de Martín, él sintió que se sumergía en un oasis de deseo, pero enseguida vinieron a su mente las palabras de Dara “… Me violaste…”—¡Noo! —Expresó Martín levantándose de la cama y salió corriendo de la habitación de Dara.Llegó a su habitación, pasó sus manos por el rostro, se sentía impotente, deseaba recuperar a su esposa, pero el miedo lo invadía neutralizándolo, entró al baño se duchó, sin dejar de pensar en lo que estaba pasando. Al salir, se tiró en la cama sin vestirse, no podía y tampoco quería seguir luchando en contra de sus sentimientos por esa mujer, pensó en que tal vez, era el momento de perdonar y olvidar, Dara era su vida, su amor, su pasión, su intensidad, lo era todo para él, con esos pensamientos, se quedó dormido, hasta que en la madrugada al abrir sus ojos, la vio al lado de su cama, hermosa, regia, con su cabello suelto, libre donde destacaban destellos dorados, su bata