Aurora, que espera afuera de la estación a Adriana, no deja de recibir llamadas de Ares, que manda a buzón, pues después de pensar toda la noche en sus sentimientos, sigue más confundida que antes.Que le podría decir a su esposo, después de comportarse como una lanzada, que se acostó con él y ahora lo ignora, por qué ni siquiera sabe si su amor era tan grande por él, como para perdonarle todo lo que hizo en el pasado. Además, ¿podía confiar realmente en él? Era verdadero su cambio?, ¿o algo del antiguo Ares aún quedaba en su interior? La verdad es que no quería arriesgarse. No quería arriesgarse a sufrir nuevamente por él. Tenía miedo de equivocarse y salir lastimada nuevamente. No estaba segura de si sus acciones presentes podían borrar sus acciones pasadas, y sabía que debía dar un salto de fe e ir por él, si lo quería, como le había aconsejado Adriana, pero era una decisión que debía pensársela bien, después de todo, no es fácil entregarle el corazón, a quien una vez te humilló
—No lo puedo creer, ¿cómo es posible? Todos dábamos por hecho que eras hija de Octavio.—Pues ya ves... Ese fue el error. Jazmine se basó en suposiciones, y a veces cuando supones algo, simplemente, asumes las hipótesis como verdades absolutas y ves cosas donde no las hay. La vida nos enseña una vez más, que no hay que dar nada por sentado.—Es que... Tienes cierto parecido que...—¿Estás seguro? —Le pregunta, y saca su teléfono, y busca una foto de Octavio que le muestra. —Tengo su mismo color de ojos, ¿y qué? También era el color de ojos de mi madre, y el de más del 20% de personas en el mundo. Tengo su mismo color de piel, que es el mismo que tiene otros miles de personas. Por lo demás, si te fijas bien, tiene rasgos levemente en el rostro que se pueden parecer a los míos, quizás la nariz un poco respingada, y el mentón redondeado, cosas que mi padre Isaías también tiene. A lo que me refiero, es que... A veces vemos lo que queremos ver. —Afirma y de gira nuevamente hacia la ventana
—Cuéntame, como te fue con tu ex? —Le pregunta Valeria a Simón, que acababa de salir de Walton's Car, bastante decidido a reconquistar a Aurora.—Me fue mal... Aurora no quiere ni verme—Dice con gracia y una expresión tranquila.—¿Y lo dices así? ¿Tan tranquilo? Puedo asegurar que casi estás feliz...—Lo estoy. Debo admitir, que Aurora, no es la misma chica que conocí, ahora es fuerte, segura de sí misma, y más hermosa. Ahora me encanta más, y haré todo lo que está a mi alcance para reconquistarla.—¡Vaya! Parece que la flacucha esa te ha dejado asombrado.—¿¡Qué!? ¿Celosa?—Para nada... Esa tonta no me llega ni a los talones. Lo único que confirmo con esto, es que tienes mal gusto. Pero bueno, lo importante, es que tú te ocupes de esa tonta, y así yo tengo el camino libre con el bombón de Ares.—¡Y según tú, soy yo el que tiene malos gustos! —Ay... No nos hagamos tontos. Tú tienes lo tuyo Simón, no lo niego. Pero Ares Walton es un Adonis—Sí... un Adonis con muchos problemas...—¿Y
—¿Y bien? Cuénteme, ¿qué necesita? —Le pregunta Aurora a la mujer que no deja de ver a su alrededor, observando los ramos de flores que están ubicados desde el pasillo. —Vaya... Parece que te gustan las flores. Este lugar parece un jardín. —Sonríe amablemente Aurora ante su comentario. —Me dijeron que quieres un auto qué sea diseñado por Ares. —Así es... —Bueno, yo no podría comprometerme a que eso pase, ya que Ares últimamente está muy ocupado, pero sí puedo mostrarle un nuevo modelo que está siendo fabricado por uno de nuestros ingenieros. —No me interesa.—¿Pero, si ni siquiera lo ha visto? —No tengo que verlo. Solo me interesa comprar un auto que esté diseñado por Ares Walton. —¿Y por qué tanto interés? —Porque es obvio que muy pocos hombres en este mundo, pueden hacer lo que hace Ares Walton. —Ya lo creo —Sonríe Aurora, que se da cuenta del notable interés de Valeria en su esposo. —Seguro que lo crees, con tantos rumores de que su matrimonio no es más qué un acuerdo com
—Es increíble... —Dice Ares recostado en el piso, mientras abraza a Aurora, que tiene el cabello enredado y lleno de pétalos. —¿Qué? —Pregunta con curiosidad la mujer que intenta controlar su vergüenza, al estar completamente desnuda junto a su esposo. —Lo apasionada que puedes ser en la intimidad, cuando normalmente eres alguien que a menudo intenta guardar la compostura. —¿Y eso te disgusta? —No... Amo cada faceta tuya...—¿Amor? Esto es lo realmente increíble. Que digas amarme, cuando nuestro matrimonio no ha sido más que un acúmulo de tragedias y venganzas. —Es cierto, pero también es cierto que desde el día uno estuviste en mi vida como un ángel qué me ayudó sin siquiera darse cuenta.—¿De qué hablas? —Recuerdas el día que nos conocimos... —No... Era muy pequeña... —Tenías 5 años y yo 13... Ese día había acompañado a mi mamá por primera vez a tu casa. Jugabas en el patio, mientras yo estaba solo en una esquina esperando. Te acercaste a mí, sonreíste y me preguntaste si qu
Daniel, que cuelga sin dar una respuesta final al abogado después de escucharlo, toma asiento en silencio junto a Ares y las hermanas, que al igual que él están en completo shock, sobre todo por qué a tan solo unos días del juicio, jamás imaginaron que esto podía suceder. —Josué y Reginald en serio odian a Jazmine... —Comenta Adriana, qué rompe el silencio. —Y... ¿Planeas ir? —Le pregunta Ares a Daniel. —Mejor sigamos trabajando. —Evade la pregunta el hombre, qué se debate internamente entre enfrentar a Jazmine o intentar olvidarla para siempre y su hermano al verlo siente que debería hacer algo. * * * Al día siguiente, Ares, que está en la cárcel, esperando encontrarse con Jazmine, después de pensar toda la noche, toma la decisión de contactar al abogado sin decirle a nadie, creyendo que lo mejor que puede hacer es enfrentarla de una buena vez, para que deje de molestar a Daniel, y a los demás, y poder seguir adelante. —Señor, ya puede pasar. —Le indica, uno de los guardias, qu
Ese día, muy temprano, Esteban, que busca a Ares en Walton's car, recibe la noticia por parte de Daniel que él no vendrá, pues se ha ido con Aurora de viaje por un par de días antes del lanzamiento. —¿Qué? ¿Así? ¿De la nada? Él no puede hacer eso. El lanzamiento está muy cerca, por lo menos debió avisarme. —Bueno, todo está casi listo, y yo estoy a cargo por hoy, si necesitas algo, puedes decirme. —Me parece injusto que Ares actúe como un niño pequeño, simplemente por esa mujer... —Afirma delante de Daniel que siempre le ha parecido muy extraña su actitud. —Esteban, esa mujer es su esposa y él puede actuar como quiera, no entiendo por qué te molesta tanto. Esteban, que lo mira a los ojos, parece sorprendido, pues apenas y cae en cuenta que estaba pensando en voz alta. —Sí, tienes razón. Discúlpame, estoy muy nervioso por el lanzamiento. Lo siento. —Dice y sale rápidamente de allí... —¿Pero qué le pasa? —Comenta Daniel para sí mismo, y retoma su trabajo, restándole un poco de im
—¡Daniel, apresurate! Ya todos nos esperan en el aeropuerto y tu aun no estas listo. —Le dice Adriana con desespero a su novio, mientras intenta comunicarse con Eva, que ya está con Blanca y su padre Isaías, a la espera de que ellos lleguen.—Solo un momento. Debo firmar unos papeles. Adelantate y ya te alcanzo. —Le dice Daniel que toma un bolígrafo y simula revisar algunos documentos.—Está bien, pero por favor no te demores. —Le pide la mujer ya bastante ofuscada, y Daniel asiente, y se concentra en los documentos hasta que sale su novia, y por fin puede buscar entre los cajones de su oficina, algo que ha preparado desde hace un par de días, y que cree que el viaje a Islandia es el momento perfecto para darselo a Adriana.—¿Dónde está? Estoy seguro de que lo deje por aquí. —Dice y finalmente encuentra una pequeña caja que abre, observando con orgullo el anillo que compró, pues planea aprovecharse un poco de la sorpresa de Ares, para proponerle matrimonio a Adriana.***Aurora, qué i