Alexei
No hay nada más peligroso que la tentación, y Aria es un recordatorio constante de lo que no debo desear. Desde que la conocí, algo en mí ha cambiado. Al principio, todo era control, pura atracción física, un juego en el que yo decidía las reglas. Pero ahora… ahora ya no puedo decidir nada. Cada vez que la veo, es como si todo lo que he construido se desmoronara.
El simple hecho de pensar en ella me distrae de lo que tengo que hacer. Mis pensamientos giran alrededor de su mirada desafiante, de la manera en que su voz se convierte en una susurrante caricia cuando me habla. He luchado con esta atracción durante meses, pero lo que empezó como un deseo que podría controlar, se ha convertido en una necesidad incontrolable. Es como si mi propio cue
AriaEs curioso cómo a veces las cosas que más queremos son las que nos ponen en peligro. Y yo, en este momento, me siento completamente atrapada por un deseo que no debería estar ahí. Alexei ha cruzado todas las líneas que intenté trazar, y ahora, me encuentro preguntándome si yo también lo he hecho. Porque sé que lo he hecho. Cada vez que lo miro, cada vez que estoy cerca de él, siento cómo el control se me escapa entre los dedos.He intentado ser fuerte. He intentado mantener las distancias, poner límites, pero la verdad es que cada vez que lo hago, me doy cuenta de lo poco que funcionan. Hay algo en él, algo tan visceral, que me desarma por completo. La forma en que me observa, como si pudiera leerme el alma, como si supiera exacta
AlexeiHay momentos en la vida en los que, por más que intentes huir, la verdad te alcanza. Hoy, me he dado cuenta de que ya no puedo seguir corriendo, ni de mí mismo ni de lo que realmente siento por Aria. Esto ya no es solo un juego de poder, un intercambio de miradas y palabras vacías para mantener las apariencias. Lo que hay entre nosotros es real, y eso me aterra más de lo que puedo admitir.Aria ha dejado de ser solo una mujer atractiva a la que no puedo dejar de desear. Ahora es algo más profundo, algo que desafía las reglas que siempre he seguido, las expectativas que mi familia ha impuesto sobre mí. No puedo ignorarlo más. No puedo seguir con este juego. Es hora de enfrentar lo que siento, aunque me destroce.
AriaLa lluvia golpea los ventanales como si quisiera entrar y arrastrarme con ella. Afuera, Roma sigue brillando, caótica y encantadora, como si mi mundo interior no estuviera haciéndose pedazos. Estoy sentada en la alfombra de mi habitación, con la espalda apoyada en la pared y las piernas dobladas contra el pecho, como si así pudiera contener las emociones que me desbordan.No he dormido. No desde la confesión de Alexei. No desde que lo escuché decir mi nombre como si fuera una plegaria… y una condena.Me dijo que me deseaba. Me dijo que me odiaba por hacerle sentir. Que lo suyo conmigo estaba mal, pero que lo quería igual.Y yo… yo
AlexeiDesperté con la misma sensación con la que me había dormido: vacío. Como si algo dentro de mí hubiese sido arrancado de cuajo. No dolía… no exactamente. Era peor. Una molestia sorda, persistente, que se instalaba justo en el pecho y se expandía como humo en una habitación cerrada.Aria.Su voz, su mirada, su maldita manera de decir que no mientras sus ojos gritaban un sí que no se atrevía a pronunciar.Habíamos hablado, o más bien discutido, la noche anterior. Y no importaba cuántas veces reprodujera la conversación en mi cabeza, el resultado seguía siendo el mismo: una pared de orgullo entre nosotros, lev
AriaRecibí la invitación en una caja de terciopelo negro, sellada con un hilo rojo y un pequeño broche de oro que llevaba el símbolo de la familia Volkova: un cuervo con las alas desplegadas.Qué teatral. Qué escalofriantemente perfecto.Lo tomé con la punta de los dedos, como si fuera veneno. Porque, en cierto modo, lo era.—“Se requiere su presencia para el evento anual de alianzas, a celebrarse el sábado a las 20:00 horas. Vestimenta formal. Asistencia obligatoria.” —leí en voz alta, sintiendo que las palabras se incrustaban como dagas.Obligatoria. Qué palabra tan asquerosa.
AlexeiHe pasado los últimos días tratando de mantenerme ocupado, enterrado en reuniones, informes, llamadas... cualquier cosa que mantuviera mi mente alejada de ella. De Aria. Pero es una batalla perdida desde el principio. Su presencia se ha vuelto como una droga: sutil al principio, seductora, pero adictiva hasta el punto de volverme un completo idiota. Uno con trajes caros y un apellido que pesa como una sentencia, sí, pero un idiota al fin y al cabo.—Se te va a enfriar el café —me dice Ivan con su tono seco, cruzando los brazos frente al ventanal de mi oficina.No necesito mirarlo para saber que me está juzgando. Sabe perfectamente por qué estoy distraído
AriaNunca imaginé que mi vida sería una jaula dorada. Todos esos lujos, las sonrisas falsas y las apariencias que tengo que mantener… pero nada de eso me hacía sentir libre. Al contrario, todo lo que me rodeaba me mantenía encadenada. Y ahora, la única salida que mi familia real veía para mí era un matrimonio arreglado con un príncipe del que nada sabía, salvo que mi destino y el suyo estaban atados por la corona, no por el amor.“La princesa Aria, ¿te das cuenta de lo que esto significa?”, me dijo mi madre con una sonrisa tan fría que ni el sol de la mañana lograba derretirla. “El matrimonio con el príncipe Alexei es una oportunidad para nuestra familia. Es un compromiso de sangre, de poder, de influencia.”Sí, claro. Solo faltaba añadir “y de sumisión”. Porque eso era lo que sentía al escucharla hablar: un compromiso, pero no el mío, sino el de mi libertad. Sus palabras eran un susurro de promesas vacías, de sacrificios ocultos bajo una fachada de brillo y glamour.Cuando mis ojos
AlexeiEl reloj en la pared me observa con impaciencia. Otra reunión, otro día, otra obligación. El peso de mi familia, de mi deber, me aplasta con la misma intensidad que el día anterior, y el día anterior a ese. El compromiso con Aria es solo una parte más de un juego que nunca quise jugar. Pero aquí estoy, atrapado en la telaraña de la realeza, donde cada movimiento está controlado, cada palabra calculada. Nada más que una marioneta en manos de aquellos que deberían haberme protegido.A veces me pregunto por qué me siento tan desconectado de todo esto. Si no fuera por el deber, si no fuera por mi familia, ¿realmente querría estar aquí? ¿Realmente querría ser el príncipe? No tengo una respuesta clara. Solo sé que me están manipulando, y lo peor es que no puedo hacer nada al respecto.El día después de la rueda de prensa fue un caos absoluto. Aria, esa princesa insoportable, no dejó de darme dolores de cabeza. Cuando la conocí en público, su comportamiento fue lo que esperaba: distan