Capítulo 012

El encuentro de sus labios y lenguas se volvió más intenso con cada segundo. Rápidamente, el frío había dejado de ser un problema, porque aquella terraza había comenzado a incendiarse con la cercanía de sus cuerpos hambrientos.

Amaya se aferró más al cuello de su cuñado, exigiendo que profundizará el beso.

La espalda de la mujer se apretó contra la pared, mientras esa mano áspera se colaba por debajo de la falda de su vestido.

Gimió en la boca de Damián tras el contacto en sus puntos más íntimos.

En ese instante se olvidó de lo mal que estaba todo esto, del lugar donde se encontraban, de que estaba casada. Nada de eso pareció ser relevante en un momento tan disfrutable.

Eran como dos animales irracionales, hambrientos, que lo único que deseaban era aparearse, saciar el deseo que sentían hacia el otro.

Amaya sabía que la cordura llegaría más tarde y que se arrepentiría de sus decisiones actuales, pero mientras tanto decidió no pensar en nada más y solamente se permitió disfrutar d
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