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Un suceso inesperado (2da. Parte)

El mismo día

Miami

Lourdes

Siempre he vivido al límite, desafiando al peligro, pero sabía que tenía el control en mis manos, porque a pesar de correr a altas velocidades me sentía segura, en mi ambiente, sin embargo, en este instante la situación es tan diferente, porque estoy siendo secuestrada por un desquiciado, un tipo sin escrúpulos capaz de matarme sino consigue lo que quiere, además que me quedó claro que quieren ajustar cuentas con mi padre biológico, y la única forma es mediante mí, pero ahora la cuestión es otra, ¿Estará dispuesto a negociar por mi vida? ¿Me salvará? Alejandro ¿Qué hará? Son muchas dudas que se despejarán con el transcurso de las horas, ahora solo puedo seguir sus órdenes contra mi voluntad.

En fin, deje la suite resguardada por el grupo comando, pero en todo momento el desquiciado me empujaba apuntándome con un arma, así recorrimos el pasillo esperando bajar por el ascensor, pero estaban inhabilitados forzándonos a utilizar las escaleras de emergencias, aunque en minutos la alarma de incendios suena provocando apresurar los pasos para evitar la confusión, incluso ahora escucho la voz del desquiciado.

–Por tu bien muñeca no intentes nada, porque sería una pena tener que dejar una marca en tu bello rostro. ¡Diablos! Apurémonos para no matar a cada imbécil que se nos cruce– explica sujetándome el brazo con brusquedad, hasta que abre alguien una de las puertas para usar las escaleras viendo que el desquiciado dispara con frialdad al cuerpo del huésped.

–¡Maldito cabrón! Deja de disparar a la gente porque ellos son inocentes, solo conseguirás que nos siga la policía– exijo con mi voz envuelta en rabia.

–Muñeca ¿Prefieres tú recibir las balas? No lo creo, además mis órdenes son llevarte con vida con mi jefe. ¡Muévete!

–Dane sigue a la azotea, lleva dos hombres contigo, nosotros bajamos por la cochera, ya sabes lo que tienes que hacer con los idiotas de la policía– repite el sujeto dejándome pensativa.

En un segundo nos dividimos, aunque los hombres que me resguardan se quitan sus uniformes, sus cascos, quedándose vestidos como simples civiles, guardando las armas en sus ropas, sin más llegamos a la planta baja, donde el desquiciado me desata para sujetarme la mano con brusquedad, pero su gente va a la cochera mientras nosotros buscamos el lobby del hotel para confundirnos con los huéspedes, para terminar, saliendo por la puerta principal donde nos espera una camioneta, viéndome obligada a subirme en ella.

Gonzalo

No voy a negar que siempre he velado por mis intereses, aunque por más que quiera olvidarme de la suerte de Lourdes, no puedo, algo me lo impide, hasta me siento culpable, pero en mi defensa las circunstancias me obligaron a darle su paradero al loco de Leandro, sin embargo, estoy haciendo todo lo que está en mis manos para impedir que el grupo comando abandone las instalaciones del hotel, bastante difícil porque esta gente matará al que sea con tal de llevarse a Lourdes, al punto de sentirme impotente, con las manos atadas, solo escuchando la voz de Emilio.

–Gonzalo el grupo comando secuestro a Lourdes, incluso salieron por las escaleras, pero no tengo forma de seguirles el rastro, ¿Qué hago?

–¡Emilio! Déjame ver las cámaras de la cochera, ¡Vamos muévete! ¡Maldición! No hay nada, muéstrame la azotea. ¡Carajos! Hay un helicóptero, si escapan en él será imposible alcanzarlos, pero solo están unos hombres, no está la chica, ¿Dónde está Lourdes? Debe ser un señuelo, ¿Por dónde escaparán?

–Gonzalo la policía acaba de llegar, están ingresando por la cochera, esperemos que los atrapen.

–Emilio estos hombres no son novatos, no creo que los atrapen. ¡Rayos! Me olvidé de Bruno, ¿Cómo estará? ¿Vivirá? Manda a la gente de seguridad a revisar su suite. ¿De acuerdo? Porque no puedo ocuparme de todo.

Una hora después

En cuestión de minutos se esfumó el grupo comando, no había rastros de ellos, pero la policía pudo detener a unos posibles sospechosos vestidos de civiles en la cochera, por otra parte, la gente de seguridad confirmo que dentro de todo mi primo estaba vivo, claro que le propinaron una feroz paliza, incluso en este instante termino de charlar con el detective Brown, el oficial a cargo de la investigación, hasta que somos interrumpidos por la presencia de Teresa al ingresar a la suite de mi primo.

–¡Gonzalo! ¿Qué haces aquí? –averigua teniendo una mirada fulminante.

–Teresa la pregunta está demás, recuerda que soy uno de los dueños, aunque me sorprende tu presencia aquí, pensé que seguías en el hospital recuperándote del accidente– respondo con firmeza.

–Detective permítame hablar un segundo con mi primo, permiso– pide Teresa mientras me sujeta del brazo.

–¡Habla imbécil! ¿Qué carajos hacías aquí? Porque es demasiada casualidad tu presencia justo cuando un grupo comando ingresa al hotel– expresa con su voz envuelta en rabia.

–Teresa solo vine a supervisar que el idiota de tu hermano no cometa algún error, es todo, por último, yo no soy culpable de los problemas que tienes, más bien es el imbécil de tu exmarido– argumento buscando su mirada.

–Gonzalo no me convencen tus disculpas, porque te conozco y sé que de alguna manera cuando ocurre algo malo en la familia, tú eres el culpable.

–Teresa te equivocas, esta vez no he hecho nada, incluso me toco hacerme cargo de la situación, deberías darme las gracias– le miento haciendo que me suelte.

Lourdes

¿Qué se hace cuando el final se acerca? ¿Derrumbarte? ¿Enloquecer? ¡No! Más bien creo que debes tener la suficiente frialdad para buscar una salida, como yo, que en vez de paralizarme no lo hago, porque no es la solución, no es una opción mostrarles miedo a mis secuestradores, aunque no voy a negar que me siento aterrada, pero me toca confiar que mi padre o mi hermano Alejandro harán lo imposible por rescatarme.

En fin, después de abordar la camioneta en todo momento miraba el rostro de mis atacantes sin intimidarme, incluso prestaba atención a cualquier movimiento esperando la ocasión para escapar, pero fue imposible hacerlo en todo el trayecto, así sin percatarme la camioneta comenzó a bajar la velocidad sabiendo que estábamos llegando al lugar donde me tendrían prisionera, en menos de dos segundos me bajaron viendo un viejo galpón, tipo bodega donde habían unos cuantos bultos, y una oficina adonde me arrastraron para luego encerrarme a pesar de mis gritos, de golpear la puerta, no me quedo otra que calmarme mirando con detenimiento el lugar buscando alguna salida, aunque soy sorprendida al sentir que abre la puerta el desquiciado mirándome con malicia, hasta que escucho su voz hacerse presente.

–Muñeca si te portas bien, colaboras conmigo, tendrás ciertos privilegios– explica acortando distancia para sujetarme de la barbilla con brusquedad.

–¡Cabrón de m****a!, No me interesan tus malditos privilegios, ¡Púdrete! –vocifero a su rostro para terminar escupiéndole.

–Mucho cuidado con esa boquita, ya que una muñeca como tú no debe decir esas palabras, más bien quiero otra cosa de ti, no te resistas, porque sé que lo disfrutarás– explica empujándome contra la pared con violencia.

–¡Suéltame! ¡Suéltame animal! –grito mientras me da varias cachetadas en el rostro.

Me deja sangrando el labio hasta que me tira al piso donde rompe mi blusa salvajemente, sin embargo, peleo con uñas y dientes para evitar que me ultraje, sigo empujándolo con mis piernas, cuando siento que intenta bajarme el pantalón colocándose encima de mí, teniendo que gritar.

–¡Maldito cerdo! Sácame las manos de encima– grito forcejeando con él para evitar que me viole, hasta que somos interrumpidos.

–¡Hijo de puta! ¿Qué crees que haces? Suelta a la chica– nos sorprende el grito de un hombre.

En un segundo agarra del brazo al desquiciado separándome de él para terminar dándole un derechazo en el rostro sin piedad, empujándolo contra la pared donde lo fulmina con una mirada asesina mientras lo sostiene de la camisa.

–¡Idiota! Te dije bien claro que no le pongas un dedo encima a la muchacha, pero parece que no escuchaste bien, yo soy el jefe aquí, pero te voy a refrescar la memoria– vocifera el hombre con su voz envuelta en rabia.

–¡Fernando! Solo me quería divertir con la chica, además sería un desperdicio no hacerlo– responde el desquiciado con su boca llena de sangre.

–¡Muchacha! ¿Estás bien? ¡Responde! –repite Fernando mientras acorta distancia, poniéndose a mi altura para cubrirme el cuerpo con su saco, quedándose mirándome con detenimiento.

–¡¿Bien?! Lo estaría si estuviera con mi familia, no en este lugar, pero le advierto que mi hermano moverá cielo y tierra para encontrarme, si es posible lo matará– respondo con mi voz envuelta en rabia mientras me cubro el cuerpo.

–¡Muchacha! No creo que sea posible lo que repites, tú hermano no te rescatará, porque está preso, no saldrá nunca de la cárcel, lo mejor que puedes hacer es acostumbrarte a este lugar, ya que será tu nuevo hogar hasta que yo lo disponga, ahora discúlpame que me haré cargo de esta basura– explica dejándome pensativa.

–¡Muévete imbécil! Porque tú y yo tenemos una conversación pendiente– repite Fernando al desquiciado.

Trato de reponerme de lo que acabo de vivir, sabiendo que estuve a fracciones de segundo para que ese cabrón me viole, todavía asimilando para no quebrarme, hasta que escucho conversaciones indistintas, insultos, para terminar, sintiendo el estruendo de varios disparos, solo repitiéndome, ¿Lo mató? ¿Mató al desquiciado?

Al día siguiente

Gonzalo

Toda la noche intranquilo pensando que no hayan lastimado a Lourdes, pero lo peor es que no podía hacer nada, solo esperar que mi tío busque la forma de rescatarla, incluso me vi forzado en asistir a una reunión de la junta de accionistas, porque la familia está negociando el rescate de la chica, aunque no significa que estoy de acuerdo que Fernando ocupe el lugar que me corresponde como dueño de los hoteles, teniendo que hacer mi voz de protesta presente.

–¡Tío! Aun no logro comprender porque accediste a nombrar a Fernando presidente, no bastaba con que Teresa le diera sus acciones, que ahora tenemos que soportar a ese imbécil.

–Gonzalo no te debo ninguna explicación de las decisiones que tomo, por último, ¿Por qué firmaste el acta si no estabas de acuerdo? Pudiste negarte.

–Tío, no quiero problemas con Fernando, yo no puedo solo contra él– me defiendo.

–Gonzalo te conozco muy bien, y podría apostar que Fernando consiguió la forma de chantajearte con tus escándalos, deberías aprender de tus errores porque a la larga no podrás salir airoso siempre– replica mi tío.

–¡Basta Andrés! Deja en paz al muchacho, porque estoy seguro que le hace falta un poco de mano firme, recuerda que no tiene a nadie más que a nosotros, pero primero debemos ocuparnos de tu querido yerno, este imbécil debe salir de nuestras vidas de una vez por todas– argumenta mi abuelo Ricardo.

–¡Papá! Este tonto nunca aprenderá, por más ayuda que le brindemos…– responde mi tío Andrés hasta que tocan la puerta.

–Buenas noches Don Andrés, llegó el señor del Valle– repite la secretaria abriendo la puerta.

–¡Buenas noches familia Davalos!, me permití invitar a Vanessa para que esté presente en mi nombramiento– dice exmarido de Teresa.

–Fernando quisiera decirte que es un placer volver a verte, pero mentiría, ahorrémonos tanto formalismo y vayamos al grano– repite mi abuelo.

–Don Ricardo para mi es un honor que esté presente esté día, aunque me siento defraudado, porque pensé que estaría también acompañándonos Teresa y Bruno– dice Fernando.

–Mi querido yerno, no hacía falta la presencia de mis hijos, porque como su padre los represento, además ambos de alguna forma están incapacitados, te recuerdo que Teresa está embarazada y Bruno está recuperándose de la golpiza que le dieron tus hombres– explica mi tío con su voz llena de ironía.

–Por favor acabemos pronto con tanta plática aburrida, concentrémonos en lo importante– repite Vanessa con desdén mientras va acomodándose en una de las sillas.

–Fernando tal como me exigiste aquí te entrego las acciones registradas, además el acta con tu nombramiento como presidente de los hoteles, pero antes necesito comprobar que Lourdes está en perfecto estado, de lo contrario romperé los documentos– repite mi tío.

–Suegro se ha vuelto muy agresivo, pero como un acto de buena voluntad dejaré que hable con su bastardita, deme un minuto.

Por más que intente disimular me siento petrificado por la suerte de Lourdes, solo quiero saber si ella esta bien, incluso intento escuchar con atención desde donde estoy sentado alguna noticia, solo viendo sostener el celular a mi tío, hasta que el idiota de Fernando se lo arranca de la mano.

–Andrés cumplí con mi parte del acuerdo, ahora quiero mis acciones, ¿Puede ser? –exige Fernando extendiendo su mano.

–Toma desgraciado, aquí tienes todo lo que exigiste, ahora dime ¿Dónde tienes a mi hija?

–¡Andrés! ¿Por quién nos toma?, primero debemos revisar la documentación, después podemos pensar en negociar la libertad de su hija, claro que debemos ver si hay algo que nos interese– repite Vanessa, la hermana del imbécil levantándose de su asiento.

¡Maldición! No soltarán a la chica, más bien este idiota se quedará con todo nuestro dinero, tendré que soportarlo hasta que se canse de mí, porque a la larga querrá matarme para ser el dueño absoluto de los hoteles, veamos si mi tío Andrés no fue tan ingenuo para confiar en él, debe tener algún plan, la cuestión es ¿Cuál? Me repito inmerso en mi mundo hasta que miro descontrolarse a mi tío Andrés sacando un arma para apuntar al imbécil de Fernando que está aterrado, claro que como siempre la arpía de Vanessa lo defiende argumentando que todo el edificio está rodeado por sus matones, solo haciéndome tragar saliva.

–Vamos tío, suelta el arma, deja de jugar al héroe, por favor que nos matan a todos– pide mi interior hasta que respiro aliviado cuando lo hace, para terminar, viéndolos marcharse.

 Lourdes

Toda la noche inquieta esperando una oportunidad para intentar escaparme, pero escuchaba las conversaciones de varios hombres detrás de la puerta, incluso cada tanto abría la puerta un sujeto con rasgos rusos mirando unos segundos el ambiente para volver a cerrarla, sin embargo, hace unos segundos percibo mucho movimiento, tal vez porque me trasladarán a otro sitio me repite mi interior, hasta que escucho varias detonaciones de armas, obligándome a tirar al piso para protegerme, incluso me cubro con los brazos la cabeza, esperando que cese el fuego, sin embargo, poco a poco se abre la puerta sintiendo que es el final, hasta que la silueta de mi hermano Alejandro se hace evidente, para terminar escuchando su voz.

–¡Lulú! ¿Estás bien? ¿No te hicieron nada estos salvajes? –pregunta mientras me ayuda a incorporarme sin dejar de revisarme que no tenga alguna herida en el cuerpo.

–¡Alejandro! Viniste a rescatarme– repito abrazándolo con todas sus fuerzas teniendo el rostro cubierto de lágrimas.

–Ya pasó todo Lulú, nadie te hará daño, ahora salgamos de este lugar– asegura separándose de mí.

–¡Quieto! Suelta el arma con cuidado, sin trucos, ¿O los mato? –nos sorprende el tipo ruso apuntándole con un arma en la espalda dejándonos en jaque.

–¡Hijo de puta! Te dije que sueltes el arma, ¿Qué esperas? –insiste el sujeto ruso.

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