Aiden
Hay algo raro en todo esto. Estoy casi seguro de que era ella, pero ¿cómo es posible que no tenga la marca que le hice? No creo que de la noche a la mañana desaparezca, ¿o sí?
Las palabras de ese tal Mathías se cruzaron por mi cabeza, donde afirmaba que había visto a Rachel y hasta el último momento juró que se trataba de ella. Es una situación similar y ambas son igual de confusas.
Salí al hotel en busca de una respuesta. Tuve que persuadir al propietario para que me permitiera ver las cámaras de seguridad. Recuerdo su rostro, su cuerpo, su cabello sedoso, pues entre mis manos lo tuve. Su voz era la misma, lo único extraño en ella era su actitud y comportamiento. Estaba siendo más atrevida, cariñosa y dulce conmigo, algo que ha cambiado también de la noche a la mañana.
En los vídeos se muestra cuando ella habla en la
RachelEl único abogado que conozco de mi papá es Roland. Es el mismo que me ayudó a salir de la cárcel. Él es mi única esperanza. Decidí buscar en internet el número de su oficina en Utah y lo llamé, esperando que aún esté en su oficina. Para la hora que es, no dudo que ya se haya ido. Para mí sorpresa, la asistente me respondió y aproveché la oportunidad. Me lo pasaron al teléfono y suspiré aliviada al escuchar una voz conocida luego de tanto tiempo.—Sr. Roland, soy yo, Rachel. ¿Se acuerda de mí?—Claro que sí. ¿Cómo no me voy a acordar, si nos vimos hoy?—¿Perdón?—¿Pasó algo?—¿Cómo que nos vimos hoy? Yo estoy en California, no en Utah.—Yo también estuve en California, querida. Regresé al medio
—Esa mujer ya se adelantó con el abogado. Supongo que solo fuiste un pasatiempo que usó solo para divertirse.—No lo tienes que seguir mencionando.—Ahora solo quiero ir con el abogado y ver si podemos hacer algo con lo del testamento de mi padre. No es justo que esa impostora se quede con todo — quise caminar, pero su mano se aferró a mi muñeca—. No me toques, Aiden.—Te juro que yo no sabía nada. ¿Cómo iba a pensar que no eras tú?—Has visto mi cuerpo desnudo muchas veces. Es imposible que alguien pueda ser un clon perfecto y más siendo una “impostora”, como tú le llamas. No quiero que me toques más. Esas manos han tocado a otra y ahora mismo solo me producen asco. El hecho de imaginar que solo viéndome puedes estar imaginando a esa otra mujer, solo porque, según tú, es idéntica a mí, me ha
RachelDesperté, encontrándome en una camilla de un hospital, algo desorientada al no saber cómo llegué aquí. Poco a poco fui recordando pequeños detalles, y más cuando vi la cara del doctor que se encontraba a mi lado junto a Aiden. Recuerdo que lo vi cuando me ayudó a entrar al baño para tomarme una muestra de orina. Son muy vagos los recuerdos, pero sé que lo vi. Me dolía la barriga y todavía me sentía bastante débil, aunque los demás síntomas que me mortificaban habían desaparecido. Jamás había visto a Aiden con una expresión de preocupación tan profunda. Cualquiera diría que pasó algo muy malo.—¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? — me preguntó.—Mi estómago arde. Me duele mucho la barriga.—Pronto vas a sentir mejoría. La dejar&
AidenAl día siguiente, traje de vuelta a Rachel a la casa con las debidas precauciones. Como no sé quién se ha atrevido a lastimarla bajo mi propio techo, he estado al pendiente de cada empleado en la casa. En especial de Nany, pues es la más cercana a Rachel. Le he dicho que Rachel se siente indispuesta por sus días y por eso me he quedado a cuidar de ella. Si digo que estuvo en el hospital, pondré en sobre aviso al culpable. Todo parecía marchar bien en la casa, hasta que intencionalmente le pedí a las empleadas prepararle una sopa sana a Rachel. Estuve escondido y vigilando todo lo que hacían ellas en la cocina y no fue hasta que vi a Nany entrar y despacharlas, que supe inmediatamente que algo se traía entre manos. La sopa aún no estaba lista, pero a la olla le vació una pequeña bolsita con alguna especie de polvo y lo diluyó con ayuda de la cuchara. Se veía nerviosa
RachelEl sonido de la puerta me llevó a mirar de quién se trataba, y era él, Aiden. Pensé que se había ido a trabajar y por eso no había regresado a la habitación.—¿Te desperté?—No.—Te he traído esta sopa de vegetales. Tuve que cambiar el menú de último momento. Sé que odias los vegetales, pero me temo que tendrás que acostumbrarte a tu nueva dieta.—¿Y esas pastillas?—Vitaminas.—Creí que sería una solamente.—Deja de refunfuñar tanto. Te ayudarán a sentirte mejor y subirán tu hemoglobina, que la tienes por el piso por no cuidarte.Me hacía falta algo caliente en el estómago.—Odio los vegetales, pero Nany cocina delicioso.—No le des mérito a otros, cuando quién lo hizo fui yo.
—Tomaré unas largas vacaciones, pero prometo que nos encontraremos nuevamente y disfrutaremos al aire libre.Los niños se despidieron cálidamente de nosotros, dándonos oportunidad de abandonar la sala de juego y dirigirnos a su oficina.—¿Aquí es donde te encuentras cuando no estás en casa?—Sí. Este es mi segundo hogar.—¿Por qué vas a tomar vacaciones largas?—Las necesito. Además, si no lo hago, serías capaz de volver a recaer en el hospital.—Por mí no tienes que preocuparte.—Por supuesto que sí. No te sabes cuidarte tu misma. En fin, he manejado la clínica desde hace varios años, no está demás tomar tiempo para mí y tratar de organizar mi vida.—¿En eso estás incluyendo la situación actual? Debemos hablar con el abogado.
RachelAl cabo de unos pocos minutos, la puerta de su oficina se abrió inesperadamente, y cuando miré pensando que se trataba de él, me di cuenta de lo equivocada que estaba. Mi cuerpo se paralizó al momento de ver a esa mujer. Fue la sensación más extraña que alguna vez haya experimentado en mi vida. Era como estar viéndome a mí misma desde otra perspectiva. Su cabello, sus facciones, su tono de piel, su estatura, todo era exactamente igual a la mía. Lo único que la distinguía y no por mucho, era el uniforme de enfermera que traía puesto. Si no la hubiera visto yo misma, no iba a ser capaz de creer que realmente es un clon. Un escalofrío recorrió el centro de mi espalda.—Hola, mi hermanita querida. ¿Cuánto tiempo sin vernos? — incluso su dentadura era igual.¿Qué hace ella aquí? ¿Cómo entró
Al cabo de varios minutos, Aiden regresó a la oficina y se percató de la situación al instante. Trató de tocarme, pero no quería que lo hiciera. Solo traía de nuevo esos vivos recuerdos a mi mente.—¿Qué tienes, duendecilla?—Estoy bien. No me toques.—¿Por qué me estás tratando así? ¿Pasó algo?—Aquí estuvo tu amante.—¿Qué amante?—Esa mujer, la que dices que se parece a mí y que hoy he descubierto que no quiero parecerme.—¿Aquí? ¿Qué estás diciendo?—No sé cómo entró, pero aquí estuvo hace unos minutos.—¿Te hizo algo? — se notó alterado o más bien preocupado—. ¿Estás bien? —trató de tocarme de nuevo, pero él mis