Rachel
El sonido de la puerta me llevó a mirar de quién se trataba, y era él, Aiden. Pensé que se había ido a trabajar y por eso no había regresado a la habitación.
—¿Te desperté?
—No.
—Te he traído esta sopa de vegetales. Tuve que cambiar el menú de último momento. Sé que odias los vegetales, pero me temo que tendrás que acostumbrarte a tu nueva dieta.
—¿Y esas pastillas?
—Vitaminas.
—Creí que sería una solamente.
—Deja de refunfuñar tanto. Te ayudarán a sentirte mejor y subirán tu hemoglobina, que la tienes por el piso por no cuidarte.
Me hacía falta algo caliente en el estómago.
—Odio los vegetales, pero Nany cocina delicioso.
—No le des mérito a otros, cuando quién lo hizo fui yo.
—Tomaré unas largas vacaciones, pero prometo que nos encontraremos nuevamente y disfrutaremos al aire libre.Los niños se despidieron cálidamente de nosotros, dándonos oportunidad de abandonar la sala de juego y dirigirnos a su oficina.—¿Aquí es donde te encuentras cuando no estás en casa?—Sí. Este es mi segundo hogar.—¿Por qué vas a tomar vacaciones largas?—Las necesito. Además, si no lo hago, serías capaz de volver a recaer en el hospital.—Por mí no tienes que preocuparte.—Por supuesto que sí. No te sabes cuidarte tu misma. En fin, he manejado la clínica desde hace varios años, no está demás tomar tiempo para mí y tratar de organizar mi vida.—¿En eso estás incluyendo la situación actual? Debemos hablar con el abogado.
RachelAl cabo de unos pocos minutos, la puerta de su oficina se abrió inesperadamente, y cuando miré pensando que se trataba de él, me di cuenta de lo equivocada que estaba. Mi cuerpo se paralizó al momento de ver a esa mujer. Fue la sensación más extraña que alguna vez haya experimentado en mi vida. Era como estar viéndome a mí misma desde otra perspectiva. Su cabello, sus facciones, su tono de piel, su estatura, todo era exactamente igual a la mía. Lo único que la distinguía y no por mucho, era el uniforme de enfermera que traía puesto. Si no la hubiera visto yo misma, no iba a ser capaz de creer que realmente es un clon. Un escalofrío recorrió el centro de mi espalda.—Hola, mi hermanita querida. ¿Cuánto tiempo sin vernos? — incluso su dentadura era igual.¿Qué hace ella aquí? ¿Cómo entró
Al cabo de varios minutos, Aiden regresó a la oficina y se percató de la situación al instante. Trató de tocarme, pero no quería que lo hiciera. Solo traía de nuevo esos vivos recuerdos a mi mente.—¿Qué tienes, duendecilla?—Estoy bien. No me toques.—¿Por qué me estás tratando así? ¿Pasó algo?—Aquí estuvo tu amante.—¿Qué amante?—Esa mujer, la que dices que se parece a mí y que hoy he descubierto que no quiero parecerme.—¿Aquí? ¿Qué estás diciendo?—No sé cómo entró, pero aquí estuvo hace unos minutos.—¿Te hizo algo? — se notó alterado o más bien preocupado—. ¿Estás bien? —trató de tocarme de nuevo, pero él mis
—Perdóname por decirte las cosas así. Se supone que debía a esperar un poco, pero sentía que mi cabeza iba a explotar si no lo hacía.Surgieron miles de preguntas, una detrás de la otra, pero que todas se respondían a medida que ataba los cabos. Mi periodo ni lo había echado de menos. Con todo lo que ha estado pasando, mi mente solo ha estado centrada en mis padres, en esa mujer que apareció de la nada y en Aiden. Los mareos, las náuseas, los vómitos, el cansancio, ahora todo tiene sentido.Solo podía pensar en la situación de mis padres. Mi madre no podía tener hijos y ambos deseaban formar una familia, ahí es donde entré yo. Fui bendecida al ser elegida, al ser tratada y querida como su verdadera hija, aunque haya nacido de otra mujer.Su trato hacia mí recientemente ha sido distinto. ¿Así que esta era la razón? Al m
Nuestra noche estaba siendo la mejor de todas. La cena estuvo exquisita, la compañía fue placentera y la conversación muy entretenida. Ha sido muy caballeroso y atento. Tan pronto salimos del restaurante, fuimos a un edificio el cual parecía abandonado. Subimos los escalones de la mano, pues él no quería soltarme ni un segundo. Según llegamos a la azotea, pudimos contemplar la hermosa vista. Era algo mágico poder contemplar la luna y las estrellas. No sé si era producto de mi imaginación, pero se ven mucho más brillantes que nunca. Daría lo que fuera porque mis padres hubieran podido ver esta hermosa vista.—Es hermoso.—¿Cómo te sientes? — sus manos rodearon mi cuerpo y descansó su barbilla en mi hombro.—Muy bien. Ha sido una noche espectacular.—Concuerdo contigo. La noche aún es joven. ¿Te gustaría
RachelLa mirada que me dedicó dio mucho que pensar. No lo sé, lucía como nervioso o inquieto. ¿De qué habrá hablado?—¿Sucedió algo malo? — cuestioné curiosa.—No, preciosa — se quitó la chamarra y la puso en el suelo—. ¿Por qué no nos sentamos a contemplar por más tiempo esta hermosa vista?—Claro, me gustaría.Nos sentamos en el suelo, pero no me atrevía a cortar el silencio. Luego de esa llamada ha estado actuando extraño y me tiene nerviosa.—¿Por qué no me cuentas un poco sobre ti? — su pregunta me estuvo curiosa.—¿Cómo qué? ¿Hay algo que no sepas? Creí haberte escuchado decir el otro día que sabías todo de mí.—Hay cosas que se deben preguntar directamente. ¿Te molestar&iacut
—¡No te acerques, Aiden!—¿Qué sucede? ¿Qué tienes?—Aléjate, por favor.—¿Por qué? ¿Qué sucede?Me enamoré de la persona que no debía, y en este momento es cuando lo he comprendido. Aiden y yo no podemos estar juntos. Me estaría convirtiendo en lo mismo que ella; una mentirosa e hipócrita. No lo merezco.—Esto no va a funcionar, Aiden. Lo mejor será terminar las cosas aquí…Me duele pronunciar esas palabras, porque en el fondo sí me enamoré de él. Lo amo como jamás he amado a alguien. Pero él jamás va a perdonarme que haya matado a su hermana. Solo es cuestión de tiempo para que lo descubra.—¿Qué estás diciendo? ¿Te sientes bien?—No me hagas repetirlo, Aiden.—¿Tuviste una
Su risa fue algo que me causó escalofríos.—Solo espero que esto sea una broma de muy mal gusto, Rachel.—No, no lo es, Aiden. Daría lo que fuera para que esto fuera algo que pudiera cambiar, pero es imposible. Quiero que sepas que yo…—Repite lo que has dicho, porque creo que he escuchado mal.—No, no has oído mal. Hay una explicación para lo que hice, te lo juro, pero necesito que me escuches — mis palabras se vieron silenciadas por el estallido del jarrón de la mesa de noche al romperse en miles de pedazos.—Te doy un solo instante para que te retractes de eso que has dicho y me digas que estás jugando conmigo porque estás aburrida o porque quieres que te deje ir a no sé dónde.—No estoy jugando, Aiden. Sé que debes sentirte muy mal en este momento y que no creo que existan las palabras adecuadas para calmar tu dol