Al cabo de varios minutos, Aiden regresó a la oficina y se percató de la situación al instante. Trató de tocarme, pero no quería que lo hiciera. Solo traía de nuevo esos vivos recuerdos a mi mente.
—¿Qué tienes, duendecilla?
—Estoy bien. No me toques.
—¿Por qué me estás tratando así? ¿Pasó algo?
—Aquí estuvo tu amante.
—¿Qué amante?
—Esa mujer, la que dices que se parece a mí y que hoy he descubierto que no quiero parecerme.
—¿Aquí? ¿Qué estás diciendo?
—No sé cómo entró, pero aquí estuvo hace unos minutos.
—¿Te hizo algo? — se notó alterado o más bien preocupado—. ¿Estás bien? —trató de tocarme de nuevo, pero él mis
—Perdóname por decirte las cosas así. Se supone que debía a esperar un poco, pero sentía que mi cabeza iba a explotar si no lo hacía.Surgieron miles de preguntas, una detrás de la otra, pero que todas se respondían a medida que ataba los cabos. Mi periodo ni lo había echado de menos. Con todo lo que ha estado pasando, mi mente solo ha estado centrada en mis padres, en esa mujer que apareció de la nada y en Aiden. Los mareos, las náuseas, los vómitos, el cansancio, ahora todo tiene sentido.Solo podía pensar en la situación de mis padres. Mi madre no podía tener hijos y ambos deseaban formar una familia, ahí es donde entré yo. Fui bendecida al ser elegida, al ser tratada y querida como su verdadera hija, aunque haya nacido de otra mujer.Su trato hacia mí recientemente ha sido distinto. ¿Así que esta era la razón? Al m
Nuestra noche estaba siendo la mejor de todas. La cena estuvo exquisita, la compañía fue placentera y la conversación muy entretenida. Ha sido muy caballeroso y atento. Tan pronto salimos del restaurante, fuimos a un edificio el cual parecía abandonado. Subimos los escalones de la mano, pues él no quería soltarme ni un segundo. Según llegamos a la azotea, pudimos contemplar la hermosa vista. Era algo mágico poder contemplar la luna y las estrellas. No sé si era producto de mi imaginación, pero se ven mucho más brillantes que nunca. Daría lo que fuera porque mis padres hubieran podido ver esta hermosa vista.—Es hermoso.—¿Cómo te sientes? — sus manos rodearon mi cuerpo y descansó su barbilla en mi hombro.—Muy bien. Ha sido una noche espectacular.—Concuerdo contigo. La noche aún es joven. ¿Te gustaría
RachelLa mirada que me dedicó dio mucho que pensar. No lo sé, lucía como nervioso o inquieto. ¿De qué habrá hablado?—¿Sucedió algo malo? — cuestioné curiosa.—No, preciosa — se quitó la chamarra y la puso en el suelo—. ¿Por qué no nos sentamos a contemplar por más tiempo esta hermosa vista?—Claro, me gustaría.Nos sentamos en el suelo, pero no me atrevía a cortar el silencio. Luego de esa llamada ha estado actuando extraño y me tiene nerviosa.—¿Por qué no me cuentas un poco sobre ti? — su pregunta me estuvo curiosa.—¿Cómo qué? ¿Hay algo que no sepas? Creí haberte escuchado decir el otro día que sabías todo de mí.—Hay cosas que se deben preguntar directamente. ¿Te molestar&iacut
—¡No te acerques, Aiden!—¿Qué sucede? ¿Qué tienes?—Aléjate, por favor.—¿Por qué? ¿Qué sucede?Me enamoré de la persona que no debía, y en este momento es cuando lo he comprendido. Aiden y yo no podemos estar juntos. Me estaría convirtiendo en lo mismo que ella; una mentirosa e hipócrita. No lo merezco.—Esto no va a funcionar, Aiden. Lo mejor será terminar las cosas aquí…Me duele pronunciar esas palabras, porque en el fondo sí me enamoré de él. Lo amo como jamás he amado a alguien. Pero él jamás va a perdonarme que haya matado a su hermana. Solo es cuestión de tiempo para que lo descubra.—¿Qué estás diciendo? ¿Te sientes bien?—No me hagas repetirlo, Aiden.—¿Tuviste una
Su risa fue algo que me causó escalofríos.—Solo espero que esto sea una broma de muy mal gusto, Rachel.—No, no lo es, Aiden. Daría lo que fuera para que esto fuera algo que pudiera cambiar, pero es imposible. Quiero que sepas que yo…—Repite lo que has dicho, porque creo que he escuchado mal.—No, no has oído mal. Hay una explicación para lo que hice, te lo juro, pero necesito que me escuches — mis palabras se vieron silenciadas por el estallido del jarrón de la mesa de noche al romperse en miles de pedazos.—Te doy un solo instante para que te retractes de eso que has dicho y me digas que estás jugando conmigo porque estás aburrida o porque quieres que te deje ir a no sé dónde.—No estoy jugando, Aiden. Sé que debes sentirte muy mal en este momento y que no creo que existan las palabras adecuadas para calmar tu dol
Los siguientes días han sido un infierno, y no, no es porque me haya hecho algo, todo lo contrario, porque su indiferencia es más notoria. No me ha dirigido palabra alguna. Solo se asegura de que Nany está haciendo su trabajo y me da mis vitaminas y la comida al pie de la letra. Ella regresó hace dos días, antes de eso era uno de sus hombres quien me traía la comida al cuarto.Es muy poco lo que he salido de la habitación, y no es porque no pueda, es que no quisiera encontrarme con él. No puedo darle la cara luego de todo lo que ha pasado.Todos los días cuando despierto, anhelo despertarme a su lado. La cama se siente vacía. Me hacen falta sus abrazos, sus caricias, sus atenciones y sus besos. Si quería castigarme, siento que extrañarlo y añorar lo que éramos es el peor castigo.De tanto llorar, ya mis lágrimas no salen, pero esa opresión en el pecho
—¿Se encuentra bien, señora?—Sí.—Es la Sra. Andrea— comentó uno de ellos.—Llevaré a la señora a su habitación. Debemos informarle de esto al Sr. Aiden.—¿Y Lucas? — cuestioné.—Se suponía que estuviera con usted.—No. Él desapareció de la nada.—No se preocupe por nada. Nosotros nos encargamos.Entramos a la casa y con quien me encontré fue con Nany.—¿Qué ha sido ese sonido?—Un disparo— respondí.—¿Un disparo?—Era la Sra. Andrea — comentó el hombre.—¿Andrea está aquí? — parecía muy sorprendida.—Estaba… — respondió él.—Mi hija… — murmuró Nany—. &iques
AidenRachel se quedó dormida y decidí salir del cuarto con cuidado para no despertarla.Me juré que no vendría a verla de nuevo y es lo primero que hice, como un idiota me he vuelto a fallar. Debo odiarla, necesito hacerlo, pero a medida que lo trato, mis intentos son infructuosos.Sé que debo sacarla de mi vida, de mi cabeza y de mi alma, pero ella sigue batallando ahí dentro, sin interés de marcharse.Tuve todo al alcance de mis manos. La tuve a ella durmiendo entre mis brazos, sin siquiera imaginar que podía ocultarse tanta maldad en un cuerpo tan pequeño y frágil.Le he fallado a mi hermana, a mi familia, pero sobre todo a mí mismo. Amarla sobre todas las cosas es mi castigo, porque incluso sabiendo la verdad, no puedo arrancarla de mi pecho como quisiera.No vi venir su engaño. Siempre quise pensar que las pruebas habían sido alteradas, que su in