Adriano esperó en silencio, no tenía intenciones de decir nada. Estaba buscando intimidarlo y sabía que el silencio pondría más nervioso a Ezio, así que solo se cruzó de brazos y lo miró con una ceja arqueada.
Se hacía una idea de lo que hacía allí, aunque tenía ligera sospecha de que Elaide no lo esperaba.
—Señor Adriano, buenas tardes —dijo Ezio en lugar de huir como había esperado que hiciera.
Esperó un momento antes de darle una respuesta.
—¿A qué debo el honor de tu visita?
Ezio parecía estar buscando una respuesta adecuada.
—Vine a ver a Elaide.
—No sabía que ella te había invitado, no comentó nada al respecto.
Había espantado a algunos sujetos que habían tratado de coquetear con Lia, la mayoría no había resistido más de algunos minutos antes de salir despavoridos. A favor del muchacho debía decir que él no parecía de ese tipo. Además no agachó la mirada y tampoco comenzó a temblar ante su intensa mirada.
Vanessa observó a su hermana con una sonrisa. No debería encontrar la situación divertida, pero así era. Era bueno ver a su hermana mostrar más emociones de las usuales. En definitiva, Ezio le hacía bien, él la ayudaba a salir de su zona de confort.Elaide tamborileaba los dedos sobre el brazo de su silla, parecía incapaz de quedarse quieta, aunque no parecía ser consciente de ese hecho. Era claro que estaba preocupada por Ezio y quizás ella también lo estaba un poco. Adriano podía ser intimidador, más aún cuando actuaba como un matón. No podía negar que cada minuto que pasaba pensaba que tal vez las cosas no resultarían bien. Esperaba que su esposo no lastimara al amigo nuevo “amigo” de su hermana.—¿Crees que le haga algo? —preguntó Elaide.—Lo averiguaremos cuando regresen. —No quería m
Adriano esperó mientras la secretaria de Matteo anunciaba su llegada a través del teléfono.—Señor De Luca, el señor Morelli está aquí para verlo.—Está bien —ella colgó el teléfono y se puso de pie—. Por aquí, por favor.No era la primera vez que estaba allí, así que ni se distrajo observando el lugar. En cuanto llegaron frente a la puerta, la secretaria dio un par de toques y luego abrió la puerta. Ella le indicó con la mano que pasara.Adriano escuchó cerrarse la puerta tras de él apenas ingresó.Matteo se levantó de su lugar y rodeó su escritorio.—Cuando mi secretaria dijo que un Morelli estaba aquí, debo de confesar de que no eras tú a quién me imaginaba.—No sabía que mis hermanos te vinieran a visitar con frecuencia —comentó en respuesta.Matteo soltó una carcajada.—A veces vienen a alegrarme un rato el día. —Había raras cosas que Matteo se tomaba en serio, la mayoría del tiempo tenía una sonrisa de niño bueno y
Conforme el auto se acercaba más a la casa del padre de Vanessa, su nerviosismo crecía. Quería creer que se podría llevar a su hermana de allí sin ningún escándalo, pero tratándose de su padre eso era imposible. Era bueno que Adriano y ella no estuvieran solos porque su padre no lo iba a estar, siempre tenía algunos guardias acompañándolo, así como cuidando la casa.—Tu padre está en el trabajo, pero llegará en cuanto los empleados le digan lo que sucede.—Quisiera creer que él no llegará a tiempo, pero no soy ingenua.—Tranquila, no importa cómo, saldremos de allí con tu hermana.—Espere este momento por tanto tiempo, era lo único que hizo que no perdiera las fuerzas. Elaide es lo único que me mantenía atada a esta casada, atada a mi padre. —Soltó un suspir&oa
Adriano esperó en completo silencio que Vanessa saliera. La forma en que ella había actuado solo hacía que la admirara más. Sabía con certeza que enfrentar a su padre después de tantos años en silencio, no había sido fácil para Vanessa e incluso así había defendido a Elaide como una leona protegiendo a su cachorro, no había demostrado ni una pizca de miedo y todo el tiempo se había mantenido en control.—Llamaré a la policía por allanamiento de morada —amenazó Filippo, recordándole su insignificante presencia.Lo evaluó con la mirada, se sentía tan tentado a darle una paliza. No recordaba cuando había sido la última vez que había golpeado a alguien y en eso se le vino a la mente el rostro de otro ser despreciable, el tío de Natalia. Si miraba bien a Filippo, podía ver que no era diferente de
Vanessa ayudó a su hermana a vestirse, aunque ella podía hacerlo sola. Elaide era independiente y hacía la mayoría de sus cosas por su cuenta. Sin embargo, quería ayudarla solo por esta vez y su hermana pareció entender su necesidad porque le dejó hacerlo sin ninguna queja. Todavía no podía creer que Elaide estuviera con ella y que no tuviera que dejarla en casa de su padre. Se sentía más que agradecida con Adriano y con el resto por haberla ayudado. No estaba segura de haberlo logrado sin ellos. Dejó a su hermana en manos de su suegra y de la madre de Ezio para que peinaran a Elaide. Ambas empezaron a debatir sobre lo que sería adecuado, Vanessa ni siquiera se molestó en recordarles que era una fiesta pequeña, en esa semana había entendido que a ellas les gustaba hacer todo por lo grande; además quería que su hermana disfrutara de todo lo que pudiera porque siempre lo recordaría como el día que salió de casa de su padre. Aun recordaba la cara de disgusto de Filippo cuando le dijo q
Adriano abrió los ojos y miró a la mujer que estaba durmiendo a su lado, una sonrisa apareció en su rostro sin todavía creer lo afortunado que era. La mujer de sus sueños estaba allí aun después de haber despertado.Inclinó un poco la cabeza y apoyó la nariz en sus cabellos de su esposa, luego inhaló su adictivo aroma. Después de haber pasado un par de días separados, era como estar en casa de nuevo.—Extrañé despertar en tus brazos —comentó Vanessa con la voz un poco ronca. Ella se giró en sus brazos para mirarlo.Su cabello estaba despeinado y sus ojos un poco rojos; pero, incluso así, ella lucía perfecta.—Yo también, apenas y dormí en el hotel, la cama se sentía vacía sin ti a mi lado.Adriano había tenido que viajar por un asusto de negocios y apenas había lleg
Vanessa se quedó mirando a través de la ventana de la cocina. Podía ver a todos sus invitados desde allí, estaban hablando y sonriendo mientras colocaban todo lo que habían preparado para ese día sobre la mesa. Ella y Adriano eran los únicos que faltaban, habían entrado a la cocina a conseguir cubiertos y vasos.Había llegado el día de decirles la verdad, una semana después de haberlo decidido. Lo hubieran hecho antes, pero los padres de Adriano tenían programado un viaje para ese fin de semana, así que habían optado por esperar. Inhalo y exhalo un par de veces tratando de tranquilizarse. Adriano colocó las manos sobre sus hombros y su toque la relajó un poco.—¿Aún quieres contárselos?—Sí. —Le hubiera gustado sonar más segura, pero su voz no le colaboró.—Déjame hacerlo a mí.—Debería ser yo quién se lo diga, después de todo fue mi idea.—No hará ninguna diferencia.—Está bien, pero abstente de contar cada detalle —ame
Un toque en la puerta llamó la atención de Vanessa y desvió su atención de los documentos que estaban revisando.—Adelante —indicó y su secretaria abrió la puerta antes de hacerse a un lado para dejar pasar a Bianca, quién entró empujando el coche de su bebé.Se puso de pie y caminó hasta ella.—Gracias, Fiorella —dijo mientras le recibía el bolso de Bianca. Por su diseño infantil, seguro contenía las cosas del pequeño Giovanni.—Hay algo que pueda traerles.—Un té, estará bien —indicó y su secretaria salió dejándolas a solas.—Bueno, mira esta oficina, ha cambiado desde que le pertenecía al anterior jefe. Me gusta más así.—¿Verdad que sí? —se acercó y la abrazó—Gracias por venir.&m