El sol comenzó a iluminar la habitación y le permitió a Adriano observar a Vanessa con mayor claridad. Ella estaba recostada boca abajo con las manos debajo de la frente y sus cabellos cubrían parcialmente su rostro. La sábana apenas la cubría hasta la cintura,
Su mano le picaba por tocarla, pero no quería despertarla. Era sábado y la noche anterior los dos había dormido tarde, Adriano no podía tener suficiente de Vanessa y no lo tendría en muchos años… o quizás nunca.
Apenas la semana pasada habían estado distanciados, algo que no quería repetir nunca más, y ahora Vanessa dormía junto a él sin ninguna barrera emocional entre ellos.
—Pareces un acosador —musitó Vanessa sin abrir los ojos, pero sonrió.
—Quizás deberías intentar huir —sugirió.
—No estoy segura que pueda llegar demasiado lejos, no pienso gastar energía en vano —dijo ella abriendo los ojos.
Esa era la forma en la que quería despertarse toda su vida, con ella a su lado y es
Vanessa se sentía nerviosa mientras esperaba que el abogado de su abuela contestara su llamada. Adriano le había dado el número apenas ella había aceptado ponerse en contacto. Su esposo, no se cansaba de decirle así, había estado ocupado haciendo sus propias averiguaciones. En todas semanas, incluso cuando no todo había estado bien entre ellos, él había estado buscando la manera de ayudarla. Si su declaración de amor no hubiera suficiente, detalles como ese seguro que si lo eran. Miró a Adriano y él le dio una sonrisa que calentó su corazón. —Buenos días, este es Aurelio Massini. —La voz proveniente del teléfono la sacó de su ensoñación—. ¿Quién habla? —Buenos días, soy Vanessa… Vanessa Giordano. —Usó su apellido de soltera esperando que él supiera de quién se trataba. —Señorita Giordano, es un placer hablar con usted —dijo Aurelio con voz cordial. —Señor Aurelio, lo llamaba porque me gustaría concertar una cita con usted. Tengo alguna
El impacto de descubrir que su esposa era dueña de una de las empresas más grandes del país, o lo sería en algunos meses, había sido grande. No es que le importara que ella fuera a ser probablemente más adinerada que él, esas cosas solo les importaba a hombres que se sentían inseguros. Lo que en realidad le preocupaba, era el riesgo que podía correr Vanessa. Su padre no parecía el tipo de persona que se queda sentada mientras le quitan lo que cree por derecho suyo. Filippo ya había intentado algunos de sus trucos, como meterse en su negocio o buscar la manera de anular su matrimonio. Adriano estaba al tanto de cada uno de sus movimientos. Había contratado a algunas personas, recomendadas por Alessandro, para seguirlo a él y lo que hacía. Quería creer que él se rendiría en algún momento, pero estaba seguro de que estaba tramando algo más grande, solo que no descubría de qué se trataba. Sabía que no se sentiría tranquilo hasta que tuviera la certeza de que su e
Adriano esperó en silencio, no tenía intenciones de decir nada. Estaba buscando intimidarlo y sabía que el silencio pondría más nervioso a Ezio, así que solo se cruzó de brazos y lo miró con una ceja arqueada. Se hacía una idea de lo que hacía allí, aunque tenía ligera sospecha de que Elaide no lo esperaba. —Señor Adriano, buenas tardes —dijo Ezio en lugar de huir como había esperado que hiciera. Esperó un momento antes de darle una respuesta. —¿A qué debo el honor de tu visita? Ezio parecía estar buscando una respuesta adecuada. —Vine a ver a Elaide. —No sabía que ella te había invitado, no comentó nada al respecto. Había espantado a algunos sujetos que habían tratado de coquetear con Lia, la mayoría no había resistido más de algunos minutos antes de salir despavoridos. A favor del muchacho debía decir que él no parecía de ese tipo. Además no agachó la mirada y tampoco comenzó a temblar ante su intensa mirada.
Vanessa observó a su hermana con una sonrisa. No debería encontrar la situación divertida, pero así era. Era bueno ver a su hermana mostrar más emociones de las usuales. En definitiva, Ezio le hacía bien, él la ayudaba a salir de su zona de confort.Elaide tamborileaba los dedos sobre el brazo de su silla, parecía incapaz de quedarse quieta, aunque no parecía ser consciente de ese hecho. Era claro que estaba preocupada por Ezio y quizás ella también lo estaba un poco. Adriano podía ser intimidador, más aún cuando actuaba como un matón. No podía negar que cada minuto que pasaba pensaba que tal vez las cosas no resultarían bien. Esperaba que su esposo no lastimara al amigo nuevo “amigo” de su hermana.—¿Crees que le haga algo? —preguntó Elaide.—Lo averiguaremos cuando regresen. —No quería m
Adriano esperó mientras la secretaria de Matteo anunciaba su llegada a través del teléfono.—Señor De Luca, el señor Morelli está aquí para verlo.—Está bien —ella colgó el teléfono y se puso de pie—. Por aquí, por favor.No era la primera vez que estaba allí, así que ni se distrajo observando el lugar. En cuanto llegaron frente a la puerta, la secretaria dio un par de toques y luego abrió la puerta. Ella le indicó con la mano que pasara.Adriano escuchó cerrarse la puerta tras de él apenas ingresó.Matteo se levantó de su lugar y rodeó su escritorio.—Cuando mi secretaria dijo que un Morelli estaba aquí, debo de confesar de que no eras tú a quién me imaginaba.—No sabía que mis hermanos te vinieran a visitar con frecuencia —comentó en respuesta.Matteo soltó una carcajada.—A veces vienen a alegrarme un rato el día. —Había raras cosas que Matteo se tomaba en serio, la mayoría del tiempo tenía una sonrisa de niño bueno y
Conforme el auto se acercaba más a la casa del padre de Vanessa, su nerviosismo crecía. Quería creer que se podría llevar a su hermana de allí sin ningún escándalo, pero tratándose de su padre eso era imposible. Era bueno que Adriano y ella no estuvieran solos porque su padre no lo iba a estar, siempre tenía algunos guardias acompañándolo, así como cuidando la casa.—Tu padre está en el trabajo, pero llegará en cuanto los empleados le digan lo que sucede.—Quisiera creer que él no llegará a tiempo, pero no soy ingenua.—Tranquila, no importa cómo, saldremos de allí con tu hermana.—Espere este momento por tanto tiempo, era lo único que hizo que no perdiera las fuerzas. Elaide es lo único que me mantenía atada a esta casada, atada a mi padre. —Soltó un suspir&oa
Adriano esperó en completo silencio que Vanessa saliera. La forma en que ella había actuado solo hacía que la admirara más. Sabía con certeza que enfrentar a su padre después de tantos años en silencio, no había sido fácil para Vanessa e incluso así había defendido a Elaide como una leona protegiendo a su cachorro, no había demostrado ni una pizca de miedo y todo el tiempo se había mantenido en control.—Llamaré a la policía por allanamiento de morada —amenazó Filippo, recordándole su insignificante presencia.Lo evaluó con la mirada, se sentía tan tentado a darle una paliza. No recordaba cuando había sido la última vez que había golpeado a alguien y en eso se le vino a la mente el rostro de otro ser despreciable, el tío de Natalia. Si miraba bien a Filippo, podía ver que no era diferente de
Vanessa ayudó a su hermana a vestirse, aunque ella podía hacerlo sola. Elaide era independiente y hacía la mayoría de sus cosas por su cuenta. Sin embargo, quería ayudarla solo por esta vez y su hermana pareció entender su necesidad porque le dejó hacerlo sin ninguna queja. Todavía no podía creer que Elaide estuviera con ella y que no tuviera que dejarla en casa de su padre. Se sentía más que agradecida con Adriano y con el resto por haberla ayudado. No estaba segura de haberlo logrado sin ellos. Dejó a su hermana en manos de su suegra y de la madre de Ezio para que peinaran a Elaide. Ambas empezaron a debatir sobre lo que sería adecuado, Vanessa ni siquiera se molestó en recordarles que era una fiesta pequeña, en esa semana había entendido que a ellas les gustaba hacer todo por lo grande; además quería que su hermana disfrutara de todo lo que pudiera porque siempre lo recordaría como el día que salió de casa de su padre. Aun recordaba la cara de disgusto de Filippo cuando le dijo q