—Eso fue interesante. Seguro que les dimos una sorpresa —dijo Vanessa cuando todos los invitados se marcharon. El bullicio había desaparecido y ahora solo quedaban ellos dos.
Adriano quería a su familia, pero le gustaba el silencio y la tranquilidad que se impuso después de su marcha.
Vanessa había estado impresionante durante toda la cena y siempre se había mantenido confiada. Más de una vez había lanzado un comentario en su dirección, buscando provocarlo. En ninguna ocasión había reaccionado, por el contrario, se había mantenido indiferente como si ni siquiera hubiera estado atento a lo que decía.
—¿Crees que sospechen algo?
Las cosas habían marchado demasiado bien; sin embargo, intuía que no los habían engañado del todo, pero eran demasiado prudentes como para inmiscuirse en su vida. Pese a que les gustaba protegerse entre ellos, había un límite que no cruzaban de no ser necesario.
—Esperemos que no —respondió para no preocuparla en vano.
Vanessa esperó que el agua le ayudara a dejar de soñar despierta, pero ni siquiera hizo mella en sus pensamientos. Por más que lo intentaba, el recuerdo de Adriano envuelto con solo una toalla, venía a su mente una y otra vez, así como aquella parte de su anatomía que había quedado evidente cuando él la había estado tentando.Había estado consciente en todo momento de que Adriano solo la estaba provocando como castigo por lo que le había hecho con sus padres e incluso con el conocimiento de eso, había actuado como una boba que no podía quitarle los ojos de encima.Su cerebro se había desconectado y solo había podido admirar el tonificado abdomen de Adriano como si fuera la primera vez que lo veía. No quería justificarse, pero era tan solo una humana con debilidades y Adriano era… deliciosamente perfecto.—¡¿Qué r
Adriano no tenía idea de cómo resistió dormir los dos días siguientes junto a Vanessa, sin llegar a nada más. Algo era seguro, durante las primeras horas acercaba tanto a él as siempre sufría antes de quedarse dormido y cuando por fin lo lograba, dormía mejor de lo que no había hecho en mucho tiempo. Independientemente de las torturas nocturnas, durante el día se las arregló para no provocarla más. Su repentino cambio pareció sorprender a Vanessa porque la encontró mirándolo, como si se tratara de un extraño, más de una vez. Era difícil no tocarla, ni acercarse a ella, pero estaba dispuesto a soportarlo. Las únicas veces que sus cuerpos estaban demasiado cerca, era cuando dormían. Vanessa no tardaba en apegarse a él apenas quedaba dormida. Su cercanía, incluso sin intención sexual, le agradaba más de lo que esta
Adriano debió dejar ir la mano de Vanessa en cuanto estuvieron lejos de la vista de sus padres, pero no encontró motivos para hacerlo.—Espero estés lista para una larga caminata.Planeaba llevar a Vanessa a un lugar alejado, uno al que le gustaba ir cuando quería estar solo.—Caminar no me asusta ni un poco.Esa era la respuesta que esperaba.Durante los siguientes quince minutos ninguno de los dijo nada. Cuando miró a Vanessa la notó distraída, parecía a kilómetros de allí. A Adriano le hubiera gustado saber que pasaba por su mente.No entendía a que se debía la necesidad de saber lo que sucedía con ella en todo momento, tampoco sabía el momento en que había empezado.—Ten cuidado —advirtió cuando llegaron a un sendero. Adriano fue primero, pero de rato en rato miraba hacia atrás para asegura
Vanessa podía sentir las caricias de Adriano en su abdomen. El sol ya no calentaba con la misma intensidad y adivinó que debía ser alrededor de las cinco. Se encontraba en un estado de letargo, todavía podía sentir sus músculos débiles por el orgasmo que Adriano le había regalado. E incluso así, sus pensamientos no se detenían. Había querido a Adriano desde que se casaron, pero todos esos días se había asegurado de negarse esa verdad. No sabía el momento exacto en el que había decidido ceder a ese deseo. Lo único de lo que estaba segura era que había sido mucho antes de llegar a esa playa. Tal vez cuando él le había asegurado que todo saldría bien, después de su ruptura emocional por sentir que estaban engañando a sus padres. O quizás cuando lo vio interactuar con su familia. Adriano era alguien de quién se podría enamorar con facilidad. Estaba segura de que, en ese mismo momento, su corazón corría el riesgo de caer por él. Cuando lo había considerado como ca
Sintió el momento en el que él entró al baño incluso estando de espaldas a la puerta. Una energía llenó el lugar con su presencia. No era la primera vez que le sucedía, cada vez que él estaba cerca pasaba lo mismo.Sin darse la vuelta comenzó a desvestirse. Primero se quitó el vestido, luego el corpiño y al final se retiró las bragas. Aunque trataba de aparentar seguridad, por dentro se estaba muriendo del nerviosismo. Su corazón resonaba en sus oídos y le costaba respirar con normalidad. Nunca había sido tan atrevida.Abrió la ducha y se aseguró de que estuviera tibia antes de entrar. Comenzó a bañarse esperando ávida del momento en que Adriano se uniera a ella por fin.El agua resbaló por su cuerpo e inclinó la cabeza hacia atrás mientras movía sus manos por su cuello.Un sonido ronco lle
Adriano sonrió internamente mientras miraba a los gemelos. Leonardo y Valentino habían llegado hace poco a su oficina y aunque no habían dicho nada aún, se hacía una idea del motivo que los había llevado hasta allí. Había pasado tres días desde que Vanessa y él habían regresado de la casa de sus padres. Las cosas parecían estar marchando bien. Nunca hubiera pensado que estar casado tenía algunas ventajas. Sabía que no duraría para siempre, así que disfrutaría mientras podía. Vanessa era alguien genuina y única. Su mente lo intrigaba y su cuerpo lo volvía loco. Ella respondía a su toque de una manera tan única y todavía no veía cerca el momento en que se cansara de ella. Era como si la necesitara en todo momento. Se decía que tarde o temprano dejaría de sentirse así, aunque no estaba ansioso porque sucediera. —Entonces ¿me piensan decir que los trae por aquí? —cuestionó al ver que sus hermanos no pensaban decir nada. —Entonces ¿te casaste?
Los hombres suelen decir que no pueden entender a las mujeres, que son todo un misterio. Pues ellos tampoco son fáciles de entender. O eso es lo que pensaba Vanessa.Los últimos días Adriano y ella habían estado mejor que bien y de pronto, en cuestión de segundos, todo parecía haber cambiado y, lo que era peor, no podía entender el motivo. Habían compartido un agradable almuerzo, habían bromeado y luego, en algún momento entre su salida del restaurante y su viaje a su trabajo, él había sufrido una transformación.Se dijo que no tenía nada que ver con ellos, tal vez se trataba de algún problema en el trabajo, pero incluso así no podía dejar de preocuparse.—¡Rayos! —dijo recordando que no le había dicho a Adriano que iba a visitar a su hermana esa noche.Agarró su celular y le escribió un mensaje para
Llegada la media noche Adriano estuvo más que seguro de que Vanessa no iba a llegar esa noche. Ni siquiera se preguntó porque ella no le había avisado, era obvio que después del mensaje que le había enviado, ella no quería hablar con él.Se dijo que era lo mejor o tenerla allí. Una noche a solas le serviría para comenzar a sacarla de su mente. Con ella lejos se daría cuenta de que era el deseo lo que lo estaba haciendo actuar tan irracional. No podía existir otra explicación.Después de tomar una ducha tibia para relajarse, se metió a la cama y cerró los ojos creyendo que no tardaría en dormirse. Estiró una mano para abrazarse al cuerpo de Vanessa, pero se topó con su lado frío de la cama y recordó que estaba solo.Un vacío se instaló en su pecho, pero lo pasó por alto. Se convenció que se trataba