Llegaron a la mansión de Filippo faltando diez minutos para las ocho de la noche. Habían venido directo del aeropuerto. En el vuelo Vanessa le había puesto al tanto de lo que su padre quería.
Adriano había sentido como la tranquilidad que los rodeaba había comenzado a desaparecer, cuanto más cerca habían estado de la casa de Filippo. Ella volvía a estar tensa y sus pensamientos parecían lejos de allí. Los muros que siempre parecían rodearle, estaban en su punto más álgido y no le gustó quedarse por fuera.
Cuando bajaron del auto Adriano decidió hacer algo para recuperar la desfachatez de Vanessa. La acorraló contra la puerta y se inclinó sobre ella.
—¿Qué… que haces?
—¿Qué parece? —susurró cerca de sus labios.
—No es momento para tus juegos mentales. —La
—¿Qué le dijiste? —le preguntó Vanessa a Adriano apenas subieron al auto. —Que no íbamos a anular el matrimonio. —¿Y él lo aceptó? ¿Así como así? —No parezcas tan sorprendida por mi capacidad de persuasión —musitó él. —¿Qué es lo que no me estás diciendo? —Nada. —Su “nada” sonó a todo lo contrario. —Adriano —amenazó. No era de las personas que le gustaba que la mantuvieran al margen. —Vanessa, lo único que importa es que por el momento él se mantendrá al margen, pero ambos sabemos que no durará para siempre. Tú mejor que nadie lo conoces y sabes de lo que es capaz. Necesitas estar preparada para cualquier movimiento que él pueda hacer hasta que encontremos una verdadera manera de combatirlo. El que no la tratara como una damisela a ser salvada aumentó su confianza en él. Aun no le había dicho que habían hablado en la oficina de su padre, pero tampoco era algo que por lo que debía preocuparse, no cuando apenas habían empezado. Adriano tenía razón, debía mantenerse concentrada en
Adriano detuvo su coche, frente al edificio en el que trabajaba Vanessa, cinco minutos antes de las seis. Esperó dentro del auto porque lo menos que quería era llamar la atención. Tenía la certeza de que a Vanessa no le agradaría que sus colegas comenzaran a hablar sobre su vida privada.Vanessa salió algunos minutos después de la seis. Paolo lo acompañaba y por primera vez no se sintió cómodo al verlos juntos. Se dijo que era porque se supone que ahora era su esposa.Ella vio el auto apenas unos segundos después y luego de despedirse de Paolo caminó hacia él. Esperaba verla nerviosa por lo que se venía, pero lo que vio fue una mujer segura.Se estaba acostumbrando a que Vanessa lo sorprendiera. Nunca sabía que podía esperar de ella. Hasta esa mañana la había sentido preocupada e incluso reacia a mudarse con él, pero ahora eso pare
La video llamada terminó y la pantalla quedó en negro. Eso había salido mejor de lo que esperaba. Después de la sorpresa inicial, los padres de Adriano los habían felicitado y les habían hecho prometer que los visitarían el próximo fin de semana. Adriano había tratado de escapar de ello, pero su madre había sido muy convincente. Vanessa se sentía mal por mentirles, pero no es como si pudieran ocultarles su matrimonio por el tiempo que durara, que bien podían ser años. Además, según el aspecto legal, su unión era verdadera. —Así es como me pagas mi ayuda —le dijo Adriano, aunque no parecía molesto, era seguro que tampoco estaba contento. Giró la cabeza en su dirección, asegurándose de sonreír con inocencia. Él se lo había buscado. Después de todas las provocaciones, él debería haber supuesto que iba a contratacar. —No es muy caballero de tu parte restregarme eso en la cara. —Ella se puso de pie y movió un dedo de un lado a otro—. Tsk, tsk, tsk,
—Eso fue interesante. Seguro que les dimos una sorpresa —dijo Vanessa cuando todos los invitados se marcharon. El bullicio había desaparecido y ahora solo quedaban ellos dos.Adriano quería a su familia, pero le gustaba el silencio y la tranquilidad que se impuso después de su marcha.Vanessa había estado impresionante durante toda la cena y siempre se había mantenido confiada. Más de una vez había lanzado un comentario en su dirección, buscando provocarlo. En ninguna ocasión había reaccionado, por el contrario, se había mantenido indiferente como si ni siquiera hubiera estado atento a lo que decía.—¿Crees que sospechen algo?Las cosas habían marchado demasiado bien; sin embargo, intuía que no los habían engañado del todo, pero eran demasiado prudentes como para inmiscuirse en su vida. Pese a que les gustaba protegerse entre ellos, había un límite que no cruzaban de no ser necesario.—Esperemos que no —respondió para no preocuparla en vano.
Vanessa esperó que el agua le ayudara a dejar de soñar despierta, pero ni siquiera hizo mella en sus pensamientos. Por más que lo intentaba, el recuerdo de Adriano envuelto con solo una toalla, venía a su mente una y otra vez, así como aquella parte de su anatomía que había quedado evidente cuando él la había estado tentando.Había estado consciente en todo momento de que Adriano solo la estaba provocando como castigo por lo que le había hecho con sus padres e incluso con el conocimiento de eso, había actuado como una boba que no podía quitarle los ojos de encima.Su cerebro se había desconectado y solo había podido admirar el tonificado abdomen de Adriano como si fuera la primera vez que lo veía. No quería justificarse, pero era tan solo una humana con debilidades y Adriano era… deliciosamente perfecto.—¡¿Qué r
Adriano no tenía idea de cómo resistió dormir los dos días siguientes junto a Vanessa, sin llegar a nada más. Algo era seguro, durante las primeras horas acercaba tanto a él as siempre sufría antes de quedarse dormido y cuando por fin lo lograba, dormía mejor de lo que no había hecho en mucho tiempo. Independientemente de las torturas nocturnas, durante el día se las arregló para no provocarla más. Su repentino cambio pareció sorprender a Vanessa porque la encontró mirándolo, como si se tratara de un extraño, más de una vez. Era difícil no tocarla, ni acercarse a ella, pero estaba dispuesto a soportarlo. Las únicas veces que sus cuerpos estaban demasiado cerca, era cuando dormían. Vanessa no tardaba en apegarse a él apenas quedaba dormida. Su cercanía, incluso sin intención sexual, le agradaba más de lo que esta
Adriano debió dejar ir la mano de Vanessa en cuanto estuvieron lejos de la vista de sus padres, pero no encontró motivos para hacerlo.—Espero estés lista para una larga caminata.Planeaba llevar a Vanessa a un lugar alejado, uno al que le gustaba ir cuando quería estar solo.—Caminar no me asusta ni un poco.Esa era la respuesta que esperaba.Durante los siguientes quince minutos ninguno de los dijo nada. Cuando miró a Vanessa la notó distraída, parecía a kilómetros de allí. A Adriano le hubiera gustado saber que pasaba por su mente.No entendía a que se debía la necesidad de saber lo que sucedía con ella en todo momento, tampoco sabía el momento en que había empezado.—Ten cuidado —advirtió cuando llegaron a un sendero. Adriano fue primero, pero de rato en rato miraba hacia atrás para asegura
Vanessa podía sentir las caricias de Adriano en su abdomen. El sol ya no calentaba con la misma intensidad y adivinó que debía ser alrededor de las cinco. Se encontraba en un estado de letargo, todavía podía sentir sus músculos débiles por el orgasmo que Adriano le había regalado. E incluso así, sus pensamientos no se detenían. Había querido a Adriano desde que se casaron, pero todos esos días se había asegurado de negarse esa verdad. No sabía el momento exacto en el que había decidido ceder a ese deseo. Lo único de lo que estaba segura era que había sido mucho antes de llegar a esa playa. Tal vez cuando él le había asegurado que todo saldría bien, después de su ruptura emocional por sentir que estaban engañando a sus padres. O quizás cuando lo vio interactuar con su familia. Adriano era alguien de quién se podría enamorar con facilidad. Estaba segura de que, en ese mismo momento, su corazón corría el riesgo de caer por él. Cuando lo había considerado como ca