Un auto se detiene al lado tocando la bocina, se baja el cristal. ─ ¿Las llevo preciosas? ─ las chicas se miran a las caras, escrutan el auto en cuestión, un Pontiac Clásico, era un hermoso auto, no es que ellas supieran de modelos o cosas así, solo la música si la reconocieron a todo volumen, sonaba algo de Busta Rhymes, sonríen en complicidad, luego abren las portezuelas del auto para abordarlo. ─ ¿Y bien?, ¿A dónde se dirigen? ─ pregunta el joven, que a juzgar por Jessica y las muchachas, era un pequeño idiota jugando a ser un chico malo de los suburbios, de piel oscura, cabello trenzado y sujeto en dos coletas, fumaba hierba, luces de neón dentro del auto, debajo y en las ruedas, y un buen equipo de sonido, y en él sonando música urbana, el auto se pone en marcha y las chicas riendo con algo gracioso mencionado por el joven incauto. Siete de la mañana, Jessica se detiene en una gasolinera, ¿Dónde estaba el joven incauto?, las chicas se adentran al local para comprar algu
Unos pasos acelerados se acercan al salón del trono, un guardia se interpone dando el aviso de no poder pasar, pero aquel intruso hace caso omiso. Una algarabía se siente desde las afueras del salón, Lenaya, con mirada expectante, contempla la puerta, lo mismo sus acompañantes, se les podía leer en la cara la intriga, la curiosidad de saber lo que acontecía afuera. Las grandes puertas se abren estrepitosamente siendo impulsadas por un cuerpo que salió disparado entre ellas, los mismos pasos se detienen abruptamente delante de la mesa dándole un fuerte golpe con la mano, desde el asiento de Lenaya, se podía contemplar a unos guardias inconscientes y el otro arrastrándose, disculpándose con Lenaya por no haber cumplido su cometido, Lenaya lo disculpa volviendo a reparar en el invitado no invitado. ─ Dime que es un maldito chiste ─ Gusto en verte de nuevo, Darién ─ saluda Lenaya perezosamente con una sonrisa casual, recostándose en el respaldo de la gran silla, cruzándose de piernas
Caroline mira por la ventana con una expresión meditabunda, como si su mente viajara a otro lugar. ─ Una vez luché contra un bendecido ─ ¿Y qué pasó? ─ ¿Qué crees?, casi muero, su sangre es toxica para mi ─ ¿Y por qué rechazaste la mía? ─ Dos razones ─ Dímelas ─ La primera, eres mi reina, no puedo aceptar tal cosa y la segunda… en el estado que te encontrabas, a medio recordar, tu sangre me hubiera matado ─ Y… ¿Qué hay de la sangre de los demonios o los ángeles? ─ Es casi lo mismo que la de los humanos, pero sabe horrible, es como comer comida descompuesta y la de los ángeles es veneno ─ Lenaya suspira profundamente, Caroline aun continuaba con la mirada fija en la ventana, frunce ligeramente el ceño al escuchar el tintineo de una copa. ─ Desnúdate ─ ordena Lenaya, Caroline se gira sorprendida por tal orden. ─ Desnúdate ─ repite Lenaya tranquilamente ─ ¿Estás loca? ─ No. Me debes lealtad y obediencia, así que desnúdate ─ con los dientes apretados y de malagana, Caroline se desnud
En la mansión, Lenaya corta la conversación con Caroline abruptamente, se tensa ante una extraña sensación que le hizo erizar cada bello de su cuerpo, lo mismo con Caroline. ─ ¿Sentiste eso? ─ pregunta Lenaya. ─ Están cerca ─ ¡Su majestad! ─ Darlen entra corriendo a la habitación de Lenaya. ─ Estoy bien, pero… ─ Están cerca ─ No, Darlen, ese poder está aún muy lejos, sin embargo, sea quien sea dueño de este poder, es sin duda alguien de tomar en cuenta. Caroline prepara la salida de Darién, ya sabes lo que tienes que hacer ─ Dalo por hecho ─ Caroline desaparece entre volutas de neblina negra. ─ Darlen, alista a los hombres, podrán estar lejos, no sabemos qué tan rápido se puedan mover ─ Como ordene ─ Darlen se retira a zancadas con una rápida reverencia. Aún más calmadas las amigas de Jessica, caminaban de regreso al auto, quejándose de lo apestosas que estaban y peleando por no haber hecho nada para salvar a su amiga Andrea, Flora se detiene en un claro, se da media vuelta
Con el sol despuntando en la mañana, un suave olor delicioso se colaba por el aire, la niña olfatea con sus ojitos aun cerrados, recordándole su estómago que no había comido quien sabe desde que hora, abriendo los ojos lentamente se encuentra con un hermoso paisaje, una cascada con una maravillosa caída formando un arco iris, unos emparedados y un vaso desechable de jugo de naranja, se levanta lentamente atenta a su alrededor, al no ver amenazas y sin pensarlo dos veces, toma el emparedado y come con avidez. Mientras comía se percata de unas risas que provenían del agua cerca de la cascada, la niña mira a su alrededor y observa a dos mujeres bañándose y otra preparando más comida, pero la mujer de ojos amarillos, ¿Dónde está?, Jessica nota que la niña se había despertado ofreciéndole una sonrisa, con ojos expectantes se mantenía quieta con el emparedado en la boca. ─ ¿Está delicioso? ─ pregunta Jessica, la niña asiente tentativamente. ─ ¿Quieres más? ─ la niña vuelve asentir.
Muchas horas pasaron en la sesión con Flora, gran parte de su conocimiento fue transmitido a todas las chicas, en cambio Adara mantuvo su concentración, fue lo bastante fuerte y estable para tener ocho años, como era de esperarse, era la hija de una Eterna. Flora corta sus vínculos lentamente, las muchachas se sintieron aturdidas pero felices, todo les daba vueltas. ─ Será todo por hoy, les sugiero que descansen ─ Ana trata de protestar, pero Flora le vuelve advertir sobre los riesgos de las sesiones, los peligros que acarrean en tratar de obtener todo el conocimiento de un solo golpe, una vez aclarado el tema, Flora decide que era ella quien debía conducir, pero antes de dar el primer paso. ─ ¿Qué pasó con el dueño del auto? ─ Quedó desnudo en algún motel ─ contesta Jessica. ─ Entonces será mejor que busquemos otra manera de movernos para no llamar tanto la atención, lo más seguro es que el auto esté siendo buscado por la policía ─ todas se miran a la cara. ─ Pero… ─ Tranquila J
Flora y Jessica con sus amigas y la niña Adara, llegan a un pueblo pequeño en busca de provisiones para el viaje, todos miraban con interés y aprensión a la extraña familia de tres señoritas, una niña y una anciana. Unas campanillas suenan al abrirse una puerta de una tienda, el vendedor presta atención a sus nuevas clientes. ─ Bienvenidas, ¿En qué les puedo ayudar? ─ Jessica se acerca con su nueva imagen, con unos vaqueros rasgados en las rodillas, una camisa de cuadros y una cola de caballo sujetando su negra cabellera y de ojos negros, le sonríe nerviosamente al vendedor mostrando sus dientes blancos y perfectos. ─ Hola, gracias, estamos buscando algunas provisiones ─ Jessica le muestra la lista al vendedor. ─ Una larga lista. ¿Largo viaje? ─ Eh… si, algo así, vamos a visitar algunos parientes ─ la niña se acerca al mostrador con algunos dulces. ─ Tía Jenny, ¿Puedes comprarme uno de estos? ─ No tengo tanto dinero Abby ─ Está bien querida, que los compre, yo pago la diferencia
Lenaya se vuelve a sobresaltar con el sentir de aquel poder. ─ ¿Ocurre algo? ─ pregunta Darlen ─ Están más cerca ─ comenta Lenaya con la mirada fija en la ventana. ─ ¿Es de él? ─ No, es alguien más, pero sea quien sea, debemos estar preparados. Informa a Sofía y a Wyatt en preparar la evacuación si es necesario ─ Darlen hace una reverencia antes de ponerse en marcha, por un instante los pensamientos de Lenaya se fueron con sus amigos, deseando que estuvieran bien en manos de Darién. Llegando a un restaurante de carretera de las que funcionan las veinticuatro horas, todas se bajan de la furgoneta, Carla se va para la parte de atrás a vomitar mientras que Ana le daba golpes por la espalda sujetándole el cabello, Adara miraba con ojos suplicantes, imploraba a Jessica en no volver a repetir lo sucedido en aquel pueblo ni mucho menos que vuelva a manejar de esa manera, Jessica consuela a la niña abrazándola con fuerza. ─ ¿Alguien quiere ir al baño? ─ pregunta Flora, la primera en