Unos pasos resuenan acercándose lentamente. ─ Creí haberte matado ─ dijo la mujer sin siquiera mirar. ─ No te lo dejaré fácil, puta ─ la mujer tira a Caroline a un lado como un guiñapo, ésta trata de arrastrarse con la mano en su garganta, luchando por la forma de recuperar la respiración, la mujer se gira con el ceño fruncido entornando los ojos. ─ ¿Cómo me has llamado? ─ Ya me oíste, puta ─ la mujer resopla y rueda la mirada dejándola en blanco. ─ Se más creativa, me han dicho cosas peores ─ de pronto se torna reflexiona. ─ Y ya que estás viva, te cobraré los lentes y el abrigo, que, por cierto, lo tengo hecho un asco, dos razones más para matarte esta vez ─ Darlen se prepara para atacar, pero una voz interrumpe el momento. ─ Si alguien tiene que matarla ese seré yo ─ un hombre aparece entre los callejones, abrigo marrón ladrillo, espada en hombro, caminando de forma relajada y lenta, de cabello largo blanco peinado a la moda, ojos azul-plata, de labios finos, de rasgos faciale
Darién dando la vuelta en “U”, choca varias veces. ─ ¡Procura sacarnos de aquí por lo menos vivas! ─ reclama Darlen. ─ ¡Lo siento!, nadie me pidió opinión si sabía manejar o no ─ protesta Darién a cambio. Manejando a toda velocidad, pudieron ver las patrullas y ambulancias corriendo en dirección al desastre y al caos, durante el trayecto, girando entre calles sin destino alguno, todos se preguntan a donde deberían ir, Harley, antes de perder la conciencia ofrece su apartamento, todos se miran a las caras, había heridas que tratar, por lo menos la de Caroline que aún faltaba por cerrar, los golpes de Darlen y chequear si Harley tenía heridas graves. Harley despierta en su cama abriendo los ojos con dificultad, busca de estirarse, pero los músculos de sus brazos y su cuerpo se quejaron; siseando de dolor, ya consciente de su alrededor, recorre con la mirada la habitación, las cortinas corridas oscurecían un poco su cuarto. Agudizando sus oídos lograba escuchar una discusión ah
Darién, con sonrisa en rostro y relajado, se sienta en el sillón a disfrutar de aquel debate. ─ Ni hablar, no irán y fin de la discusión ─ refuta Darlen plantándose frente al grupo de Harley. ─ Lo siento, bonita ─ interrumpe Sebas. ─ Pero los cuates no se abandonan y Harley… es parte de la familia ─ finaliza Sebas rodeando con su brazo los hombros de Harley con solemnidad. ─ Además, les apuesto que ustedes estuvieron cerca de aquel incidente ─ ¿Cuál incidente? ─ pregunta Caroline con expresión de asombro. ─ No se haga, señorita, esa herida en su ojo no es normal, ni mucho menos es exceso de rímel ─ refuta José seriamente con mirada inquisitiva, señalando al ojo de Caroline con la barbilla, Darién lucha con la risa por lo bajo, que sonó más como a un ronquido. ─ De seguro eso dejará marca en su lindo rostro ─ agrega José como punto final a la discusión. Darién se levanta de su puesto ajustando su camiseta que marcaba perfectamente los músculos bien definidos de sus pectorales
Saliendo de la residencia, notan la limosina hecha triza frente al edificio con un oficial colocando una multa sobre el vidrio del parabrisas o lo que quedaba de ella, éste los mira con el ceño fruncido, Darién recorre con la mirada aquella limosina con cara de desconcertado. ─ ¿Quién sería el loco psicópata que aparcó de esa manera? ─ Darlen lo fulmina con la mirada al igual que Caroline, pero con expresión de asombro. ─ Hoy día hay demasiados en este mundo… ¿Conocen al animal que hizo esto? ─ todos miran a Darién, éste se encoge de hombros. ─ No… para nada, suerte si lo atrapa, oficial ─ tomando dos taxis, ambos grupos se enfilan para el aeropuerto, Darlen junto a Caroline y Harley en el medio de ambas, Darién en el puesto de copiloto; tanto Darlen como Darién debían, prácticamente acurrucarse para poder entrar en el taxi; en el segundo taxi, José en el puesto de copiloto, Sebas en medio de Rosa y Renata. Durante el viaje se mantuvieron en silencio, tratando de no comentar
El avión llega a su destino, en algún lugar de España, de noche, con el tiempo frio y la pista algo húmeda, señal de haber llovido con antelación, en el aeropuerto son recibidas por dos hombres, uno se presenta como el chofer, y otro como uno de los escoltas asignados, el escolta le tiende la mano asintiendo disimuladamente una reverencia. ─ Bienvenida a España, es un placer y un honor conocerle ─ El placer es mío señor… ─ Alejandro, y él es su chofer, Orlando ─ Es un honor, su Majestad, la estábamos esperando ─ ¿Dónde están mis amigos? ─ Recibimos información de que el vuelo proveniente de México llegará en cuestión de media hora ─ Gracias, esperaré ─ Los señores Gilbert y Dietrich insistieron en llevarla a usted primero ─ Prefiero esperar, no me iré sin mis amigos ─ Si me permite insistir… ─ No. Si dicen que soy la “reina”… ─ Harley, con el debido respeto… ─ interviene Darlen. ─ Me aseguraré de que los lleven a la casa, Caroline puede llevarte, yo me quedaré con Darién a espera
Todos fueron recibidos por el mayordomo de la casa. ─ ¡Gustavo! ─ saluda Darlen con entusiasmo. ─ La señorita Dietrich los espera en el gran recibidor, señorita Darlen ─ ¿Y Harley? ─ En su habitación ─ Espero que no sea en uno de los huéspedes ─ Para nada, ella está en Su habitación ─ Bien, ella necesita descansar, ¿Y el joven Gilbert? ─ Está en su estudio, bajará en breve ─ Perfecto, por cierto, Gustavo, ellos son amigos de Harley, ubícalos por favor en sus habitaciones, facilítales y contéstales lo que haga falta ─ Desde luego, señorita Darlen… y supongo que el joven que está detrás de usted es su hermano, Darién ─ (suspiro desalentado) Por desgracia, lo es ─ Yo tampoco estoy muy feliz estando contigo, “hermanita” ─ Y ¿Por qué no te largas? ─ pregunta Darlen con una sonrisa sardónica con un deje de desdén. ─ No estoy aquí por ti, sino por tu amiga, la desmemoriada ─ Si te vas a dirigir a Harley, hazlo con más respeto ─ Lo haré si me demuestra lo contrario, mientras, seguirá sie
Harley, a pesar de estar cansada, no podía dormir, su gran habitación iluminada por velas no le inspiraba nada de sueño, no quería encender las luces, quizás con un tono mortecino de luz le daría ganas de dormir, pero solo daba vueltas en la cama, inquieta, una gran cama amplia con dosel y cortinas de seda blanca mate, una cama que prácticamente podían dormir los cinco, almohadas rellenas con plumas de ganso, moquetas importadas de Turquía, su propio baño amplio con jacuzzi, biblioteca y su cuarto de entretenimiento, inclusive hasta su propia cocina de línea blanca. ─ ¿Esto es un cuarto o una casa dentro de una? ─ pensó Harley sentándose en la cama, quiso prender la televisión de plasma pantalla de cine, pero pensó detenidamente, si con la cama tan grande y cómoda no podía dormir, la televisión no sería de gran ayuda, de pronto una sombra se aparece en un rincón de la gran habitación. ─ ¿No puedes dormir? ─ ¡Caroline! ─ contesta Harley con un respingo. ─ Casi me matas del su
Los primeros rayos de sol se hicieron sentir, el club ya estaba cerrado y los trabajadores salían por la puerta trasera con el mismo son de un zombie por la monótona rutina, el amigo de Richard contaba el dinero en una de las mesas de todo lo que se había hecho esa misma noche, firmando unos cuantos pagarés de algunos de sus empleados, y después de revisar algunas facturas, se enfila para la oficina de Richard a darle la noticia, toca a la puerta, nadie contesta, ¿se habrá quedado dormido?, abriendo la puerta con cautela para no despertarlo, los papeles y el dinero se le caen de las manos horrorizado ante aquella visión, algo con que jamás se topó en su vida, Richard acostado en un sofá, desnudo, con el pecho abierto sin su corazón, con su piel desecada como una momia, la expresión de su cara fue lo que más lo impactó, su rostro con la boca abierta, mostraba el verdadero horror vivido antes de morir. ─ Te esperaba ─ dijo una voz que fue casi un ronroneo, aquel hombre de color se