El sol ya se está poniendo en el horizonte, todos preparándose para bajar, organizando todo lo referente a los preparativos de la ceremonia y una silueta encapuchada se cuela entre las sombras de los árboles, verificando constantemente sobre sus hombros para ver si nadie le seguía, a pasos rápidos se enfila hacia la cripta, empuja la verja de la entrada, baja las escaleras de caracol, toma una antorcha iluminando el oscuro corredor, la capa, aun con la capucha levantada sobre su cabeza, ondeaba al son de los raudos pasos del extraño, los ojos brillantes en triunfo se van encendiendo a cada paso que daba, acercándose, saboreando el momento, cuando de pronto, su brillo de triunfo se apaga en el instante que mira la puerta de la cripta abierta, la silueta susurra vociferando improperios con los dientes apretados, preguntándose quien rayos tuvo la osadía de abrirla. Con la antorcha busca de iluminar lo que hay adentro, observa una vieja cama con dosel, un escritorio polvoriento y los
Tal cual como se había dicho, todos se encontraron en el salón comedor, se hallaba a reventar, las principales familias y sus herederos, todos presentes, mirándose a las caras, esperando, intrigados por las ideas que posiblemente se le puedan estar cruzando en éste instante a Ivana, ¿o querrán decir Paola?, sin ser tocada por mano alguna, las puertas del comedor se abren dándole paso a Ivana, seguida por Silvia, Kiev y Katherine, dejando todo el salón en un profundo silencio. ─ ¿No falta nadie?... bien, ahora supongo… por sus caras que no tienen ni idea de lo que pasará de ahora en adelante, para empezar, necesito que saquen sus colgantes y los coloquen sobre la mesa ─ indicó Ivana con un gesto de su mano, tentativamente cada uno fue sacando sus colgantes y los colocaron sobre la mesa, uno idéntico al otro, incluyendo el de Kiev, dando un total de trece. ─ ¿Son todos los colgantes? ─ Kiev frunce el ceño. ─ Faltan los Silveira ─ contesta Kiev. ─ ¿Dónde están? ─ pregunta Ivana con
Tal cual como se había dicho, todos se encontraron en el salón comedor, se hallaba a reventar, las principales familias y sus herederos, todos presentes, mirándose a las caras, esperando, intrigados por las ideas que posiblemente se le puedan estar cruzando en éste instante a Ivana, ¿o querrán decir Paola?, sin ser tocada por mano alguna, las puertas del comedor se abren dándole paso a Ivana, seguida por Silvia, Kiev y Katherine, dejando todo el salón en un profundo silencio. ─ ¿No falta nadie?... bien, ahora supongo… por sus caras que no tienen ni idea de lo que pasará de ahora en adelante, para empezar, necesito que saquen sus colgantes y los coloquen sobre la mesa ─ indicó Ivana con un gesto de su mano, tentativamente cada uno fue sacando sus colgantes y los colocaron sobre la mesa, uno idéntico al otro, incluyendo el de Kiev, dando un total de trece. ─ ¿Son todos los colgantes? ─ Kiev frunce el ceño. ─ Faltan los Silveira ─ contesta Kiev. ─ ¿Dónde están? ─ pregunta Ivana con
Ivana empuja al demonio y le propina una fuerte patada en el pecho atravesando otra pared, ahora ataca con fuerzas renovadas con una patada, pero es atrapada por el demonio, y con fuerza, estrella el cuerpo de Ivana contra el suelo, agrietando donde había impactado. Ivana da un grito ahogado gorgoteando sangre por la boca. ─ ¡Ups!, lo siento, no medí mi fuerza, creo que te cause una hemorragia interna, de verdad lo lamento, fue el furor de la pelea, tú sabes… ¿Sin rencores? ─ un matero enorme impacta contra la nuca de Dhaxos desequilibrándolo a duras penas, éste se gira para buscar quien fue, y en ese momento de descuido, los ojos de Ivana destellan en luz azul haciendo volar por los aires al demonio, estrellándolo contra el techo, aplastando la gran lámpara, Ivana se rueda para que el cuerpo de Dhaxos cayera con un ruido sordo totalmente aturdido, y la lámpara más atrás encima de él, Kiev corre en ayuda de Ivana, en cambio ésta, con su voz áspera le reprende. ─ ¿Dónde está Kathe
Toman las pertenencias de Ivana, y con manos en la puerta, recitan palabras que ninguna de ellas fueron conocidas por Caroline, la puerta brilla y se mueve cerrando la cripta nuevamente, solo una lámpara de aceite dejaron para iluminar la penumbra de aquella cámara mortuoria, Katherine no dejaba de sollozar a medida que veía como la gran puerta de piedra sellaba a su mejor amiga. Una vez sellada la puerta, Ivana mira a su lado el cadáver de Mónica. ─ Hola, hermanita… creo que llegué tarde otra vez, ¿Me perdonas?... supongo que no me quieres hablar y eso lo entiendo, pero… (tose sangre), no creo que sea para tanto, bueno si, casi cuatrocientos años de retraso, pero llegué que es lo importante ─ Ivana busca de sujetar la mano de Mónica y solo termina desprendiendo un dedo. ─ Perdona, no fue mi intención… solo espero que el cielo o el infierno no se hayan ensañado contigo por haberte aliado conmigo, aunque supongo que nunca lo sabré, ya que sería como una especie de regalo una media
Ciudad de México, siglo XXI, la actualidad. Una joven sale de una tienda de abarrotes con algunas botanas y unas latas de cervezas, vestida toda de negro, con una minifalda, unas medias de mallas rasgadas en la rodilla, una botas con tacones, chaqueta de cuero y una camiseta negra a rayas blancas, su cabello atado en una cola, el estilo gótico derrochándose hasta más no poder; camina un par de cuadras, cruza una calle, llega a una serie de edificios de apartamentos en renta, entra en uno de ellos, sube hasta el cuarto piso; es un fastidio que el ascensor estuviera averiado; saca sus llaves, y cuando introduce una en la cerradura, se detiene un instante, olfatea algo y resopla en frustración, entra al hogar dulce hogar con el ceño fruncido… ─ ¿Cuántas veces tengo que decir que no fumen hierba dentro de la casa? ─ reprendió encontrando a José y a Sebas, sus dos mejores amigos, de los más relajados en el sillón, ambos mexicanos y de cabezas rapadas, a diferencia de Sebas, José lleva
La puerta de la peluquería se abre tintineando campanillas, entra otra clienta, una mujer alta de cabello negro, zapatos de tacón alto, con lentes oscuros, vestida casual, con un conjunto entre azul oscuro y blanco, llevando un chal a juego, su cabello sujeto en un moño clásico, y es recibida por Renata. ─ Bienvenida, ¿En qué le puedo ayudar? ─ la mujer detalla el local con mucho cuidado mirando a su alrededor, luego posa su mirada en Renata con una sonrisa mostrando sus dientes blancos y perfectos, contestando: ─ Vengo por un servicio para el cabello ─ ¿Alguno en especial? ─ Solo alisado, nada más ─ Okay, tome asiento, ya la atenderemos… algún día ─ Renata con una sonrisa apenada le muestra lo abarrotado del local, apuntando con su secador. ─ Descuide, esperaré ─ la mujer toma asiento, se cruza de piernas y comienza a leer una revista. ─ ¿Dónde rayos se metió Mercedes?, ya se está tardando como que demasiado ─ preguntó Rosa en susurros, ya incómoda por la situación. ─ Y eso que dijo q
Harley toma otro taxi directo a su trabajo, llama a sus amigos para explicarles el asunto y se disculpa por no haberles avisado, desde luego tuvo que soportar un sermón lo suficientemente largo como para entretenerse hasta llegar a su trabajo. Tal y como esperaba, la mujer fue puntual, ésta vez sin sus lentes oscuros, sus ojos negros, tan humana como cualquier otra mujer, ésta le saluda con una sonrisa, Harley, algo nerviosa, fuerza un sonrisa, Rosa y Renata disimulaban el seguir arreglando la peluquería para la apertura, lanzando miradas furtivas a la extraña, en dado caso, si se ponía la cosa intensa, le golpearían con cualquier objeto que tuvieran a la mano, por lo menos pensó Renata, que para cuando vio lo que tenía en sus manos, hizo una mueca. ─ Una revista no servirá de mucho ─ pensó. ─ Llega puntual ─ Así somos en Inglaterra, la puntualidad ante todo, pero no sabía cómo dejar mi cabello para venir, si suelto o recogido ─ No, no, suelto es… mejor ─ solo un par de segundos