Durante un par de segundos, Paola estuvo esperando que Mónica dijera algo. ─ ¿Cuántos años tienes? ─ pregunta por fin, Paola abre sus ojos de par en par con asombro. ─ De todas las preguntas que se te pueden ocurrir… ¿Vienes y me haces esa?, además, ¿No es de mala educación preguntar la edad de una dama? ─ ¡¿Y yo qué sé?!, y ¿Tu eres una dama?, ¡esto nunca me ha pasado!, ¡¿Qué quieres que pregunte?! ─ ¡¿Yo qué sé?! ─ Wau, (bufido) alguien que posiblemente puede ser inmensamente sabia o lo que sea, con posibles miles años de vida, no tiene ni idea que responder ─ Los humanos son inmensamente inestables, se puede esperar cualquier cosa ─ Y me lo dices tú que no esperabas que te preguntara tú edad, además, se oye extraño eso viniendo de ti ─ ¿Qué puedo decir?, otra pregunta ─ Mónica comienza a pasear de un lado a otro por el estudio. ─ Déjame pensar… otra pregunta, otra pregunta, ¿Qué puedo preguntar?... (gruñido de frustración) ¡Mierda!, ¡ha!... entonces, ¿Cuál es tu verdadero nomb
o… no le digas a mamá que me has visto llorar ─ confesó Pietro forzando una triste sonrisa. ─ Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo. Quiero ver a mamá ─ solicitó Paola dándole un beso en la mejilla a su padre, Pietro mira a los ojos de su hija por un instante, reflexionando su petición, luego asiente y ambos se enfilan para la habitación para hablar con su madre. Llegando a la habitación de su madre, Claudia se encontraba a su lado sosteniendo de su mano tratando de consolarla, su llanto silencioso le produjo a Paola un vuelco en su pecho, Claudia al verlos entrar, se levanta excusándose para darles algo de privacidad. ─ ¿Mamá? ─ llamó Paola con la voz tan baja que pareció un susurro lleno de nostalgia y dolor, su madre levanta la vista hacia su hija con sus labios temblorosos y los ojos rojos de tanto llanto. ─ Estás delgada ─ Carlota hace un intento fallido por sonreírle a su hija, ella veía a su niña en un lugar la cual era imposible de alcanzar, un lugar donde su cuidado
A la mañana siguiente, Paola se llega al estudio de Dragnan, éste hojeaba algunos papeles, levanta la mirada y Paola cierra la puerta con cuidado. ─ Es bueno volverte a ver ─ saludó Dragnan esbozando una sonrisa; Paola avanzaba a pasos lentos con las manos entrelazadas a su espalda. ─ Sé que quieres ser… diferente, pero sonreír no es definitivamente lo tuyo ─ correspondió Paola tomando asiento delante de Dragnan. ─ ¿Cuántas veces tendré que repetir esto? ─ pregunta Paola frotándose las sienes. ─ ¿Repetir qué? ─ pregunta Dragnan frunciendo el ceño. ─ El tener que olvidar, es odioso tener que vivir así, o morir así, ¿Cómo suena mejor? ─ Es lo que elegiste y te recuerdo… ─ inició Dragnan señalándola con pluma en mano. ─ Si, si, ya sé lo que me vas a decir ─ interrumpió Paola dejando la mirada en blanco. ─ Y entiendo que fue lo que elegí, y de verdad lo acepto y no me arrepiento, Dragnan, si me pasara millones de veces, millones de veces lo aceptaría gustosa de verdad, es solo que a
La cena está lista, la mesa preparada, ambas contemplan con satisfacción y aprobación su gran esfuerzo, manteles blancos con bordados de melocotón, candelabros dorados con sus velas listas, adornos florales sobre la mesa, cortinas blancas haciendo juego con la iluminada sala, únicamente hacía falta la presencia de los invitados de honor, sus padres y los padres de Mónica, solo era cuestión de tiempo para la hora de la cena y ambas debían lucir radiantes; se cruzan de miradas sonriendo con complicidad, luego se enfilan a la carrera a sus habitaciones a alistarse para la noche. Claudia preguntaba incontables veces sobre lo que pasaba, sin embargo, Dragnan, tratando de ser su mejor anfitrión, les daba respuestas vagas sobre una sorpresa, comprando algunas ropas y vestidos, pinturas y algunos regalos para sus hijas. Dragnan mira la hora en su reloj de bolsillo, Mario y Pietro contemplan fascinados el curioso objeto, Dragnan les explica los usos de aquel interesante artefacto y s
El silencio reinó por unos minutos mientras todos contemplaban a Paola, llenos de asombro, ¿acaso las sorpresas nunca se iban a acabar? ─ ¿De, de, desde cuándo hablas como si fueras toda una mujer de edad? ─ pregunta Pietro exasperado parpadeando de espabile. ─ Papá, por si no te has dado cuenta ya, Mónica y yo tenemos edad ─ refutó Paola con una tierna sonrisa. ─ Solo tienen veinte años ─ replicó Claudia con una sonrisa triste. ─ Veinte años agradecidas por todo lo que nos han dado ─ objetó Mónica con amor. ─ Ahora es nuestro turno de devolverles todo ese amor que nos han dado ─ añadió Paola abriendo sus brazos como queriendo abrazarlos a todos al mismo tiempo; más silencio se hizo presente en el gran salón por un largo minuto. ─ No espero que lo entiendan al momento o lo acepten, si lo desean pueden pensarlo… por favor, piénsenlo. Son nuestros padres y los amamos profundamente y queremos darles lo mejor ─ finalizó Paola retirándose del comedor seguida por Mónica con la vista fi
Nubes de lluvia y frío encapotaron el cielo azul, Mónica y Paola, sumergidas en la conversación, no se percatan de tan repentino cambio del clima, ya que fue tan sutil como una caricia desapercibida, sin embargo a pesar de las diversas conversaciones y ruidos de las bulliciosas calles venecianas, algo parecía ser diferente, Paola comienza a mirar a su alrededor prestando atención a cualquier indicio de algo, de pronto no escucha ni los ladridos de los perros, ni aves, fueron solo cuestiones de segundos cuando todo vuelve a la normalidad. ─ ¿Paola?, Paola, ¿Qué pasa? ─ pregunta Mónica con la preocupación ya comenzándose a reflejar en su rostro. ─ No, no es nada, creí oír algo, pero tal vez solo… solo sean ideas mías… será mejor volver a casa ─ Mónica estuvo de acuerdo. Mónica fue la primera en entrar a la casa permitiéndole paso a Paola para poder entrar con los obsequios para sus padres, ambas comienzan a recorrer con la mirada por los alrededores, todo se encontraba sumergi
Ambas aprovecharon las sombras de las calles y callejones para ocultarse de las personas; cruzando por una oscura avenida, cerca de La Piazza, Paola mira a un lado, luego al otro, afinó sus oídos, nada se escuchaba, ni el cantar de los animales nocturnos, solo la brisa fría de la noche y la luz taciturna de la luna, Mónica se confía y se adelanta, pero es frenada por Paola tirando de su brazo, obligándola a ocultarse detrás de unos barriles; una turba de personas pasaban por las calles con antorchas, palos, cuchillos y tridentes repiqueteando al paso de la gente, el grupo se detiene, consultando entre sí por donde deberían buscar, unos decían para volver a entrar al callejón oscuro, otras a las avenidas, hasta que toman la decisión en separarse en tres grupos, dos se adelantaron, otros se quedaron para prepararse, el corazón de Paola y Mónica se aceleran retumbando hasta en sus oídos al oír los pasos de los hombres armados con cuchillos y palos. Cuando ya solo estuvieron a pasos
Pasos sonaron entre los pasillos de la bodega, algunas de las antorchas se fueron encendiendo a cada paso sopesado, de pronto una figura sombría hace acto de presencia entre los toneles de vino. ─ Tristán ─ dijo Paola en voz baja por el asombro. ─ Mm… si y no… “hermanita” ─ contestó el hombre meditando lo mencionado por Paola. ─ ¿Cuántas veces vamos a repetir la misma historia?, tu naces, yo te busco, familias mueren y tu desapareces, a veces esas cosas se vuelven… (suspiro perezoso), aburridas ─ Cuantas veces sea necesaria ─ escupió Paola con desdén fulminándolo con la mirada, en cambio Tristán muestra una sonrisa socarrona. ─ Sabes que no puedes matarme, no en tu condición, y el único que puede o podía hacerme frente, ya no está ─ Tú mataste a Dragnan ─ Mm, si, muy resistente al final, pero si… ahora… ¿Qué dices?, ¿Vendrás conmigo?, te recuerdo que ya no tienes aliados ─ Ni en un millón de años ─ Eso lo veremos, pero falta todavía ─ ¿Quién es él? ─ pregunta Mónica preparada par