Nubes de lluvia y frío encapotaron el cielo azul, Mónica y Paola, sumergidas en la conversación, no se percatan de tan repentino cambio del clima, ya que fue tan sutil como una caricia desapercibida, sin embargo a pesar de las diversas conversaciones y ruidos de las bulliciosas calles venecianas, algo parecía ser diferente, Paola comienza a mirar a su alrededor prestando atención a cualquier indicio de algo, de pronto no escucha ni los ladridos de los perros, ni aves, fueron solo cuestiones de segundos cuando todo vuelve a la normalidad. ─ ¿Paola?, Paola, ¿Qué pasa? ─ pregunta Mónica con la preocupación ya comenzándose a reflejar en su rostro. ─ No, no es nada, creí oír algo, pero tal vez solo… solo sean ideas mías… será mejor volver a casa ─ Mónica estuvo de acuerdo. Mónica fue la primera en entrar a la casa permitiéndole paso a Paola para poder entrar con los obsequios para sus padres, ambas comienzan a recorrer con la mirada por los alrededores, todo se encontraba sumergi
Ambas aprovecharon las sombras de las calles y callejones para ocultarse de las personas; cruzando por una oscura avenida, cerca de La Piazza, Paola mira a un lado, luego al otro, afinó sus oídos, nada se escuchaba, ni el cantar de los animales nocturnos, solo la brisa fría de la noche y la luz taciturna de la luna, Mónica se confía y se adelanta, pero es frenada por Paola tirando de su brazo, obligándola a ocultarse detrás de unos barriles; una turba de personas pasaban por las calles con antorchas, palos, cuchillos y tridentes repiqueteando al paso de la gente, el grupo se detiene, consultando entre sí por donde deberían buscar, unos decían para volver a entrar al callejón oscuro, otras a las avenidas, hasta que toman la decisión en separarse en tres grupos, dos se adelantaron, otros se quedaron para prepararse, el corazón de Paola y Mónica se aceleran retumbando hasta en sus oídos al oír los pasos de los hombres armados con cuchillos y palos. Cuando ya solo estuvieron a pasos
Pasos sonaron entre los pasillos de la bodega, algunas de las antorchas se fueron encendiendo a cada paso sopesado, de pronto una figura sombría hace acto de presencia entre los toneles de vino. ─ Tristán ─ dijo Paola en voz baja por el asombro. ─ Mm… si y no… “hermanita” ─ contestó el hombre meditando lo mencionado por Paola. ─ ¿Cuántas veces vamos a repetir la misma historia?, tu naces, yo te busco, familias mueren y tu desapareces, a veces esas cosas se vuelven… (suspiro perezoso), aburridas ─ Cuantas veces sea necesaria ─ escupió Paola con desdén fulminándolo con la mirada, en cambio Tristán muestra una sonrisa socarrona. ─ Sabes que no puedes matarme, no en tu condición, y el único que puede o podía hacerme frente, ya no está ─ Tú mataste a Dragnan ─ Mm, si, muy resistente al final, pero si… ahora… ¿Qué dices?, ¿Vendrás conmigo?, te recuerdo que ya no tienes aliados ─ Ni en un millón de años ─ Eso lo veremos, pero falta todavía ─ ¿Quién es él? ─ pregunta Mónica preparada par
Es el año de 1912, Rusia, la época de la explotación de la era industrial, el futuro llamado siglo XX, grandes edificios con enormes chimeneas soltando grandes bocanadas de humo, los primeros autos, toda una avalancha de creatividad y novedades para el nuevo milenio; una joven camina sin alguna dirección aparente a la cual llegar, solo esconderse para protegerse del inclemente frío del duro invierno, las calles atestadas de personas corriendo de un lado al otro, saliendo de sus trabajos apresurados y deseosos a llegar a sus hogares, la joven muchacha cruza por unas de las esquinas de la ciudad de San Petersburgo, frotándose las manos y soplándoselas para entrar en calor. ─ ¡Ivana!, ¡Ivana! ─ grita un hombre en una esquina, la muchacha se gira al ver que éste le hace señas para entrar en un edificio abandonado, un antiguo teatro derruido, la muchacha cruza la calle al trote mirando a ambas direcciones y entra al edificio. Dentro se encontraban otros dos más tratándose de mantener
Reporteros tomando declaraciones y fotografiando el lugar, mirones rodeando la cinta de seguridad, policías y detectives realizaban su trabajo de investigación, interrogando al celador y otros presuntos testigos, revisando evidencias, tomando notas; ya el cuerpo de Lilian había sido retirado. Los murmullos de las personas compadeciéndose de Lilian, hicieron sentir a Ivana enferma, personas que nunca la conocieron, ni mucho menos trataron con ella, sin embargo debía darles crédito a lo que decían, era la mujer que les daba trabajo, conocía gente, y era de buen corazón, ¿Quién pudo haber hecho tal monstruosidad?, ¿Cómo pudo suceder si Lilian era una mujer fuerte?, ella podía defenderse de un hombre o dos, se preguntaban entre la multitud, incluyendo Ivana, sin embargo alguien contestó desde atrás, oculto entre algunas personas, la cual misteriosamente solo lo pudo oír Ivana. ─ Fue un mensaje ─ Ivana abre los ojos como platos de asombro y comienza a buscar entre la gente detrás de e
Poco a poco Ivana va recobrando la conciencia gimiendo de dolor, con su mirada algo borrosa, no pudo distinguir a su captor, una ceja rota marca el lugar donde fue golpeada; en el borde de la inconsciencia, Ivana logra percatarse de una sombra que vuela por los aires golpeando una pared distante con ruido sordo, luego todo se puso negro otra vez. ─ *Ivana… ¡Ivana!* ─ repetían su nombre en la distancia como un eco lejano. ─ ¿Estás bien?, Ivana, mírame, abre los ojos ─ instaba la voz chasqueando los dedos, Ivana parpadea varias veces tratando de sacudir su cabeza para reaccionar y centrar sus pensamientos, pero le era imposible. ─ Que bueno que te encontré a tiempo ─ añadió la voz en un tono de preocupación y alivio cortando las sogas que la ataban a una farola inservible. ─ Don… donde… ¿Dónde estoy? ─ pregunta Ivana ebria por el golpe. ─ Estás a salvo, te llevaré al teatro ─ Gracias, Zack ─ dijo Ivana desmayándose nuevamente en los brazos de aquel desconocido. A la mañana sig
Aun marcando distancia en el pequeño camerino, se acomoda el cabello, sudando, se mordía las uñas mirando constantemente el colgante que aun brillaba sobre el cuello de Kiev. ─ Esta mierda no me puede estar pasando a mí, si soy solo una huérfana ─ farfullaba Ivana para si misma mirando a todas partes con nerviosismo. ─ ¿Vendrás? ─ pregunta Kiev nuevamente con mirada expectante. ─ Ve, ve, verás, a mí se me enseñó a no salir con extraños, me, me, me, ¿Me entiendes? ─ Si no somos extraños, somos parientes. ─ ¡YA!, basta de esa Mierda de que somos parientes ─ ¡Pero si es la verdad!... el diario de Mónica… ─ ¡A la mierda el diario!, y ¡sí!, ya sé que el diario de Mónica dice un montón de porquerías sin sentido… a… a… a ver, ¿Qué más dice ese tal diario? ─ Que Paola, o sea tú, la dejaste a responsabilidad de muchas cosas, un conocimiento prohibido, y que ahora reposa en Portugal y solo tú puedes acceder ─ ¡¿Cómo?!, ¿Qué quieres decir?, ¡¿Quieres que viaje a Portugal?!, ¡si ni tengo un
Par de horas más tardes, llega Krügger con Zackaeff discutiendo por la irresponsabilidad y el descuido de haber dejado salir a Ivana a tan altas horas de la noche, desde luego Krügger trataba de excusarse a su manera, no obstante, en el corazón de Ivana, sintió un alivio al escuchar las voces de sus amigos que tanto quería como una familia. ─ ¿Ves?, te dije que nada le había pasado ─ señaló Krügger con las manos extendidas hacia Ivana. ─ Esa no es excusa, Krügger, era de noche y fue peligroso, pudo haberle pasado algo ─ Pero no me pasó nada ─ refuta Ivana en respuesta abrazándolos a ambos con cariño, Zack le frunce el ceño. ─ Pero pudo haberte pasado… ¿Y ese golpe? ─ No es nada, me caí… estoy bien, ya pueden estar tranquilos ─ contestó Ivana enmarcando el rostro de Zackaeff y el de Krügger en sus manos como si fueran niños pequeños. Una vez todo un poco más calmado, Ivana se le antoja por preguntar tirándose sobre el sofá levantando una nube de polvo. ─ ¿Qué hay para comer?, muer