Paola se sienta a un lado de la cama, el ventanal que conducía al balcón se encontraba abierto, con la luz de la luna iluminando la habitación, el viento agitando las cortinas suavemente, como danzares de fantasmas en una coreografía espectral. ─ ¿Mónica? ─ nombró Paola en voz baja, casi susurrando, después de un largo y tenso silencio. ─ ¿Qué haces aquí? ─ pregunta Mónica con voz áspera y monótona, sin despegar la vista del techo con mirada sombría que hizo estremecer a Paola. ─ Me pediste que viniera ─ Yo jamás haría tal cosa ─ Me pediste ayuda ─ Mónica lentamente desvía su mirada hacia Paola, inexpresiva, vacía, Paola traga saliva nuevamente haciendo una mueca, mostrando preocupación por su amiga. ─ ¿Qué puedo hacer para ayudarte? ─ Morir ─ contestó Mónica con los dientes apretados, demostrando toda su ira. ─ ¿Qué hice para merecer tu odio? ─ Mónica resopla por la nariz. ─ ¿Y todavía preguntas? ─ la habitación cada vez se volvía más fría, la respiración y las palabras se volví
El desayuno ya estaba servido, todos se encontraban presentes en el comedor, menos Dragnan, que hizo otra vez sentir su ausencia, todos los presentes quedan atónitos ante la presencia de Mónica en el comedor, la joven expresa una sonrisa apenada pidiendo disculpas por todo lo que había pasado, se disculpó con los padres de Paola dejando escapar un par de lágrimas de arrepentimiento, los padres de Paola asintieron aceptando las disculpas, levantándose de sus puestos abrazándola, comprendiendo por lo que había pasado, ya que ella no sabía con quien se estaba enredando, las cosas eran mucho más que ni sus mismos padres podrían manejar, Claudia y Mario, con lágrimas en los ojos, se levantan para abrazar a su hija con mucho amor y júbilo por su recuperación, cuando los padres de Mónica pasaron al lado de Paola, ésta se estremece por un escalofrío que le invadió de los pies a la cabeza, algo no andaba bien, sin embargo trató de no pensar mucho en el asunto, su amiga se había recuperado
Paola, centrada en su clase de arte libre, trazaba algunas líneas de ejercicios para la soltura de su muñeca, ¡ja!, que fácil, y una prueba que era supervisada por el mismo director Alberti, a muchos de los estudiantes los miraba con aprobación, a otros simplemente los miraba de manera impasible, pero al llegar al caballete de Paola, frunce el ceño con alto desagrado. ─ ¿Qué estás haciendo? ─ Los ejercicios, señor ─ No puedo negar que las líneas son perfectas, pero no es la postura correcta para la mano, estás matando el contraste y ridiculizando la técnica ─ alguno de los estudiantes ríen por lo bajo ante la humillación, el director levanta la mano para acallarlos. ─ Señor, con el debido respeto, usted me dijo en su oficina que el arte es… vida, es la expresión de la vida en nuestras manos ─ Así es, por lo tanto, hay que darle la subjetividad y el trato que se merece, con la gracia y la delicadeza… ─ Si encierra la libertad de la vida y lo que representa con tantas reglas y limi
A una distancia prudencial, Mónica y Paola seguían a Dragnan en silencio. Saliendo de la institución, el extraño se disculpó con Dragnan al no poder detener a Mónica, en cambio éste fulminaba con la mirada a la pobre chica, llegando al gran portón principal, Mario confundido y algo preocupado, miraba a su hija que venía acompañada con Paola y Dragnan encabezando la marcha, se detienen en la entrada. ─ ¿Ahora vas a retener a mi hija como rehén? ─ protesta Mario al ver a su hija aferrada a Paola, Mónica busca de llevar a rastras a Paola, pero Dragnan intercede colocando su brazo, impidiendo que avanzaran otro paso más. ─ Mónica… ¿Recuerdas el objeto que te dije que no todo el mundo puede sostener? ─ Dragnan saca de su bolsillo el objeto envuelto en el pañito blanco, se lo entrega a Paola, Mónica insiste en que no acepte el objeto, pero Paola tiende la mano dubitativamente ante aquel empaque envuelto que la llamaba. Una vez descubierto, toda su atención yacía centrada en la daga, a
Entrando a su estudio, Dragnan saca un baúl de un rincón, lo abre y le hace un gesto a Paola y a Mónica para que se acerquen, ambas miran dentro del baúl. Unos brazales hermosos de oro y plata encontraron dentro, Mónica nunca había visto nada igual, sin embargo, por alguna razón, a Paola le resultaban familiares, la espada de hoja negra y delgada, y en un cofre dentro del baúl, Paola lo abre, era la daga blanca. Contemplando el contenido de aquella caja, llena de confusión y horror, Dragnan le anuncia: ─ Todo esto te pertenece. Son tuyos ─ ¿Míos?, ¿Cómo que míos?, ¿Qué quiere decir? ─ Tú los creaste. Son tuyos ─ ¿Yo los creé?, ¿Cuándo? ─ Los vas a necesitar ahora más que nunca ─ ¡Si yo no sé pelear!, ¿Cómo esperas que blanda una espada?, es más, odio pelear ─ Tendrás que aprender, ya saben dónde estás, te buscarán y si no aprendes a defenderte, todos a los que amas morirán ─ ¡Esto es una locura! ─ protestó Mónica con los ojos tan abiertos como platos. ─ Ya aquí no es seguro, hay
La maravillosa ciudad de Venecia, ya han pasado seis meses desde que Paola arribó a la ciudad a una nueva gran mansión, retomó sus clases en el colegio de arte, incluyendo las lecciones de Dragnan junto a Mónica en las salas privadas en el sótano, ambas practicando, para la sorpresa de Dragnan, ambas eran buenas en la lucha, Paola con daga y espada, Mónica con un sable de hoja fina, el estoque, aprendieron rápido, y más Paola; por un instante Mónica sintió celos de su amiga por su tan pronta y rápida manera de aprender, sin embargo no duró mucho sus celos ya que Paola le había contado su gran secreto; durante su relato, Mónica se mostraba renuente a creer, pero poco a poco fue entendiendo, aceptando la idea y la verdad sobre la vida de Paola, desde ese entonces, Mónica se propuso a alcanzar en nivel a su amiga entrenando el doble de duro. Los únicos momentos separadas, eran en sus días de clases, cada una iba a colegios diferentes, los más caros desde luego, y gracias al patrocin
Durante un par de segundos, Paola estuvo esperando que Mónica dijera algo. ─ ¿Cuántos años tienes? ─ pregunta por fin, Paola abre sus ojos de par en par con asombro. ─ De todas las preguntas que se te pueden ocurrir… ¿Vienes y me haces esa?, además, ¿No es de mala educación preguntar la edad de una dama? ─ ¡¿Y yo qué sé?!, y ¿Tu eres una dama?, ¡esto nunca me ha pasado!, ¡¿Qué quieres que pregunte?! ─ ¡¿Yo qué sé?! ─ Wau, (bufido) alguien que posiblemente puede ser inmensamente sabia o lo que sea, con posibles miles años de vida, no tiene ni idea que responder ─ Los humanos son inmensamente inestables, se puede esperar cualquier cosa ─ Y me lo dices tú que no esperabas que te preguntara tú edad, además, se oye extraño eso viniendo de ti ─ ¿Qué puedo decir?, otra pregunta ─ Mónica comienza a pasear de un lado a otro por el estudio. ─ Déjame pensar… otra pregunta, otra pregunta, ¿Qué puedo preguntar?... (gruñido de frustración) ¡Mierda!, ¡ha!... entonces, ¿Cuál es tu verdadero nomb
o… no le digas a mamá que me has visto llorar ─ confesó Pietro forzando una triste sonrisa. ─ Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo. Quiero ver a mamá ─ solicitó Paola dándole un beso en la mejilla a su padre, Pietro mira a los ojos de su hija por un instante, reflexionando su petición, luego asiente y ambos se enfilan para la habitación para hablar con su madre. Llegando a la habitación de su madre, Claudia se encontraba a su lado sosteniendo de su mano tratando de consolarla, su llanto silencioso le produjo a Paola un vuelco en su pecho, Claudia al verlos entrar, se levanta excusándose para darles algo de privacidad. ─ ¿Mamá? ─ llamó Paola con la voz tan baja que pareció un susurro lleno de nostalgia y dolor, su madre levanta la vista hacia su hija con sus labios temblorosos y los ojos rojos de tanto llanto. ─ Estás delgada ─ Carlota hace un intento fallido por sonreírle a su hija, ella veía a su niña en un lugar la cual era imposible de alcanzar, un lugar donde su cuidado