Cap. 34.3

Imploró a su reina con voz seca por salvación, Mónica trata de interceder, Lenaya buscó a Judas por todas partes, pero ya se había ido, en el latido en que Mónica iba tomar la moneda, José la empujó a un lado, gritando un “no” a los cuatro vientos, Sofía ya no tenía fuerzas ni para tirar la moneda que reposaba en su mano boca arriba, sus huesudos dedos seguían aferrándose a la moneda. ─ ¡Hay que salvarla! ─. Replicó Mónica fulminándolo con la mirada.

Sofía lanzaba bocanadas como un pez en agonía, mirando la lustrosa moneda, sus ojos ya secos no mostraban nada de vida, ya no se podía hacer nada por ella, solo tristeza había en los ojos de José, en cambio dijo. ─ Si hubieras tocado esa moneda, sufrirías el mismo destino que ella ─ ¡Soy una Eterna!, ¡soy inmortal! ─. José negó con la cabeza. ─ No con una moneda como ésta ─. Señaló acuclillándose al lado del cuerpo de Sofía, sacudió ligeramente su inerte mano, dejando caer la moneda al suelo, Mónica contempló en la moneda dorada
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