Las chicas miraban revistas de cortes de cabello y otras tendencias de la moda mientras comían algunos emparedados y bebían jugos, en una mesita reposaba una enorme bandeja repleta de comida. ─ Veo que ya tienen todo lo que necesitan ─. Señalaba Elenya, las gemelas levantan la mirada, al tener la boca llena no les quedó de otra que asentir con la cabeza, Elenya esboza una sonrisa maternal, eran como dos niñas otra vez, unas niñas muy peligrosas. ─ Cuando quieran descansar me avisan ─ ¿Dónde dormirás tu? ─. Preguntó Renata. Elenya hace un ligero encogimiento de hombros, restando importancia. ─ Hay muchas habitaciones ─ Duerme con nosotras ─. Propuso Renata con ojos muy abiertos, Rosa no despegaba la mirada de las revistas. ─ ¿Segura? ─. Rosa levanta la mirada. ─ ¿Cuál es el problema? ─. Preguntó con mirada expectante sobre Elenya. ─ Creí que Renata dormiría con Darién ─ Hoy es noche de chicas ─. Apuntó Renata levantándose donde estaba, y muy alegremente, tomando de las manos
─ Renata vamos ─. Renata hizo caso omiso de sus palabras, buscando por toda la habitación, Rosa insistió, pero ella buscaba en la nada. ─ ¿Ese fue Darién? ─ Si, nos llamó ─ ¿Cómo? ─ A través de lo que llamamos vinculo, tu lo tienes, yo también ─ ¿Yo lo tengo? ─ Si, si no lo tuvieras no lo hubieras oído ─ Pero…─. Rosa recordó que su hermana sufría de amnesia, tal vez se le había olvidado como usar el vinculo. ─ Tu vinculo con Darién es más fuerte, inclusive pueden hablar mutuamente sin hablar ─ No entiendo ─ (gruñido de frustración) Telepatía, Renata, telepatía, eso quiero decir ─ Pero yo no sé hacer eso ─ ¡Uy!, contigo ya no se puede. Ya lo recordarás ─. Dijo tomando la mano de su hermana, tomó sus espadas y salieron de la habitación. Cuando hicieron acto de presencia, ambas lucían como salidas de una película, listas para matar, Rosa con un conjunto de cuero blanco ajustado, con unas botas haciendo juego, el cierre de su chaqueta abierta hasta cierto punto, dejando algo par
Nunca pensó que por primera vez en su vida se pudiera enamorar de una demonio, durante las semanas de la ausencia de Caroline, las horas fueron prácticamente eternas, inclusive los días parecían ser interminables, solo los días de trabajo en el consulado de Lenaya lo mantenían lo suficientemente ocupado para olvidarse hasta de si mismo, aprender, solo aprender las leyes de Lenaya, impuestas por Eva, se había dejado crecer un poco el cabello y se había rasurado la corta barba que siempre trataba de cuidar y mantenerlo corto y a la moda, sintiéndose feliz y agradecido por tener a alguien como Caroline. Miró hacia su retrato en el escritorio, en ella estaba ella tomando la foto desde un ángulo alto mientras el besaba su mejilla, abrazándola por la espalda, ella sonreía, suspiró, la extrañaba a rabiar, José consideró aquella propuesta el día en que ella estuvo a punto de comérselo, un matrimonio para afianzar lazos con el cielo, en verdad ella no quería una guerra, solo se quer
Pasos de una armadura se sintieron en la grama, el hombre se tensa ante aquel espectáculo imponente, era Lenaya con su espada Morrel en mano. ─ Me es extraño ver al hombre que estuvo más cerca de Joshua pisando estas tierras mundanas ─. Por primera vez en su vida, Sofía sintió tal vuelco en su corazón, la reina había venido, sintió horror y alivio a partes iguales, con la duda y el temor en su corazón desbocado en saber si su llegada era debido para reclamar su ejecución por su traición o salvarle, sintió ambos poderes ejercer en ella que dolía en su pecho y en su mente, se mantuvo tirada en el suelo, temblando, contemplando aquella conversación de un rostro a otro. ─ Tiempo sin verte… Judas Iscariote, Juez de los traidores y los mentirosos ─. Saludó con una sonrisa casual, parándose al lado derecho de Mónica, Judas solo asintió en gesto de reverencia. ─ Y tu, siempre haciendo el papel de victima, del mismo modo en que lo hice cuando regaron la voz de que lo había traicionado ─ ¿Y lo
Imploró a su reina con voz seca por salvación, Mónica trata de interceder, Lenaya buscó a Judas por todas partes, pero ya se había ido, en el latido en que Mónica iba tomar la moneda, José la empujó a un lado, gritando un “no” a los cuatro vientos, Sofía ya no tenía fuerzas ni para tirar la moneda que reposaba en su mano boca arriba, sus huesudos dedos seguían aferrándose a la moneda. ─ ¡Hay que salvarla! ─. Replicó Mónica fulminándolo con la mirada. Sofía lanzaba bocanadas como un pez en agonía, mirando la lustrosa moneda, sus ojos ya secos no mostraban nada de vida, ya no se podía hacer nada por ella, solo tristeza había en los ojos de José, en cambio dijo. ─ Si hubieras tocado esa moneda, sufrirías el mismo destino que ella ─ ¡Soy una Eterna!, ¡soy inmortal! ─. José negó con la cabeza. ─ No con una moneda como ésta ─. Señaló acuclillándose al lado del cuerpo de Sofía, sacudió ligeramente su inerte mano, dejando caer la moneda al suelo, Mónica contempló en la moneda dorada
El beso se vio forzado a cortarse bruscamente. ─ Rosa ─. Susurró Renata, ambos se enfilaron a la carrera, cuando llegaron, ya Elenya estaba a su lado, tratando de calmarla mientras que Rosa se aferraba a ella como un salvavidas, su cara mostraba pánico puro, sus manos temblorosas, toda ella temblaba, miraba a la nada y un lugar a la vez, miraba el sueño horrendo que había vivido, Elenya trató de llegar a sus oídos pero no pudo, Darién tiró del vinculo, fue como Rosa pudo responder, los miró, a los dos los miró y solo dijo un nombre con labios temblorosos. ─ Arthax ─. Darién les indica quedarse juntas, salió a zancadas de la habitación, exploró la casa hasta el último rincón, no había señales, nada que revelara la presencia del rey demonio, amplió sus sentidos, nada. Regresó al dormitorio una vez que se aseguró que no había peligro, se sentó a un lado de la cama. Ella seguía aferrada a Elenya. ─ ¿Qué pasó? ─. Preguntó Renata. ─ Era Arthax, lo vi, estaba, (gimoteo), estaba, (g
Cruzando el estacionamiento del aeropuerto internacional de Perú, se podía apreciar cuanto silencio, cuanta oscuridad, una noche prácticamente sin vida, aun así Cerbero se mantuvo atento ante cualquier amenaza, Darlen y Caroline miraban a todas direcciones. ─ Nos observan ─. Anunció el demonio, ambas mujeres asienten en acuerdo. ─ Debemos darnos prisa ─. Propuso la arqueóloga aferrándose a su morral, entonces recordó la lente, abrió su morral rápidamente con los nervios corriendo a mil por su cuerpo. ─ ¿Dónde coño está? ─. Se preguntó con dientes apretados mientras revolvía todo impacientemente. ─ ¿Buscas algo? ─. Preguntó Cerbero parándose a un lado, Youlin respinga, la había tomado por sorpresa, juró varias palabrotas por lo bajo ya que no había oído al demonio acercarse, lo fulminó con la mirada. ─ Uno: no es tu problema, dos: no es tu peo y tres: no es asunto tuyo ─. Respondió volviendo a rebuscar entre sus cosas. ─ Bingo ─. Dijo con alegre triunfo, se lo puso y lo activó, Ca
Y en efecto, Caroline recordó en una noche, las tres, Darlen, Caroline y Lenaya, habían discutido sobre apellidos y castas nobles, le preguntaron a Lenaya que si era de la realeza, debería tener uno de esos apellidos, Lenaya resopla con una sonrisa, Darlen optó por uno que fuera extraño y que infundiera temor a sus enemigos, Caroline optó por un apellido con más estilo, más clase, como el de ella, “Caroline Lidell”, Lenaya consideró por unos latidos, cavilando cual sería el apellido apropiado para ella, levanto un dedo al aire al tener en mente el apellido y dijo aclarando algunos puntos primero. ─ Los apellidos vinieron siglos, muchos siglos después al ver como las casas nobles se expandían a sus anchas por todo el mundo…─. Darlen y Caroline iban asintiendo, comprendiendo la explicación, Lenaya prosiguió. ─…Diluyendo la sangre entre las familias, es por eso los dos nombres y los dos apellidos, sería muy tedioso decir todo el maldito árbol genealógico solo para dar a entender