Youlin y Rosa aún seguían paradas delante del espejo como dos estúpidas, una voz le susurra al oído de Rosa, ésta escanea el oscuro corredor. ─ ¿Hola? ─. Llamó Rosa dubitativamente, Youlin advierte en no moverse recordándole lo que le había dicho Darién. ─ No me iré lejos ─ Rosa, no creo…─ Solo será un momento ─. Youlin llamó otra vez con los dientes apretados, abriendo los ojos como platos, pero Rosa hizo caso omiso, buscó entre los oscuros rincones, entre los espejos, un reflejo, que no era el de ella, caminó a su lado, cruzó por una esquina y encontró a una pareja besándose apasionadamente, corrección, eran dos chicos besándose, Rosa sintió un vuelco en su estómago. ─ Que asco ─. Pensó, se regresó sobre sus pasos. Un reflejo en uno de los espejos le llamó la atención, Rosa se acerca con cautela, una mujer de cabello blanco se acercaba a ella de la misma forma en que Rosa se movía, lo extraño es que la imagen miró a un lado luego al otro, se alisa el vestido y el cabello y
─ ¡Youlin! ─. Grito Rosa apareciendo por un corredor a la izquierda, la arqueóloga respira de alivio, quiso ayudar, pero no se podía mover, ¡mierda!, ¡mierda!, solo podía motivar a su amiga en seguir corriendo con todas sus fuerzas, los cristales seguían lloviendo y explotando más espejos, uno prácticamente explota a su lado derecho, Youlin respinga, Rosa se resbala cayendo en los brazos de Youlin, los espejos dejaron de estallar, solo quedaban unos pocos, cristales se oían aun caer en la lejanía, pero no más estallidos. El remolino oscuro vuelve aparecer y el Nefilim salta de él, bañado en sangre y resollando, con los ojos como platos escaneó de un lado a otro con espadas en mano. ─ ¡Corran! ─. Fue lo único que gritó, guardó sus espadas y las tomó de las manos, más hombres de Bulgrin aparecieron con la intención de matarle, una mano sujeta el cabello de Rosa, Youlin apuñala con su daga prosiguiendo con su huida, las chicas se adelantaron en la carrera mientras que Darién sa
Renata se despierta en una cama con dosel bastante amplia, cortinas de seda blanca la cubrían, recorrió con la mirada hasta donde pudo alcanzar sin moverse, una silueta entre las sombras la escudriñaba. ─ ¿Darién? ─. Preguntó Renata entornando la mirada en aquella sombra. ─ Bastante cerca, pero no ─. Un hombre alto bastante atractivo de cabello negro y ojos claros, vestido de blanco, salió a relucir a la luz, Renata se aterra saltando de la cama, tratando de estar lo más lejos de él. ─ ¿Quién eres? ─. El hombre enarca las cejas algo asombrado. ─ ¿Cambiaría algo si me dejara llamar Darién? ─. Contestó el hombre con una sonrisa traviesa, Renata lo fulmina con la mirada. ─ ¿Quién eres? ─ Puedes llamarme Tristán o Arthax si te apetece ─. Mierda, estaba delante de un demonio, ella había escuchado ese nombre antes. Tensando cada músculo de su cuerpo, Renata buscó cualquier cosa para defenderse, a pesar de que su corazón martilleaba desbocado, no le demostraría miedo, así
Una chispa brilló en los ojos del Nefilim, suena la campana, ambos contendientes dan vueltas por la arena, midiéndose, la montaña, así lo llamó Rosa, arremete contra Darién velozmente, Darién esquiva haciéndose a un lado, la montaña gruñe enfurecido, vuelve arremeter con más ferocidad, golpes tras golpe, Darién esquivó, detuvo, el Nefilim arremetió, cada golpe era como si nada, la montaña ni se inmutaba ante sus golpes, Darién ataca, la montaña ataja un golpe, pero ésta vez Darién no fue tan rápido, es interceptado por un golpe, sin embargo éste lo desvía a tiempo, la montaña le da un rodillazo en el estómago haciéndolo tambalear, comienza a lanzar golpes y patadas, Rosa y Youlin se sorprenden al ver lo rápido de sus ataques a pesar de las proporciones musculares que tenía. Un segundo de descuido de Darién lo sujetan por el cuello, Darién da patadas, pero no logra efecto alguno, la montaña lo golpea mandándolo directo al suelo, las chicas se sobresaltan, Darién se levanta al
En los días anteriores, Steffany practicaba sus habilidades tal cual como le había enseñado Adara, en el primer día le había explicado que el cuerpo humano era una batería andante, entre otros detalles para adaptar la materia al entorno y el cuerpo mismo al universo, desde luego Steffany no entendió ni media palabra, así que le mostró en su explicación que el universo poseía energía en todos sus sentidos, y que el ser humano malgastaba todo ese poder, le mostró algo sencillo, mover un lápiz con su dedo sin tocarlo, lo hizo girar, rodar, levantarse sobre su punta. El asombro de Steffany no tenía precio, ella lo haría, lo practicaría, y así lo hizo, practicó y practicó hasta que su cabeza dolió y sus dedos dolieron, pero lo consiguió a la semana, cuando llegó a casa de Adara para contarle su logro, desde luego ella estaba en una extraña danza, moviendo en círculos sus brazos y su cuerpo, marcando en círculos sus pasos, moviendo cada elemento en el aire, un hilo de fuego, uno d
Cortaron el beso una vez más, sus respiraciones aceleradas los delataban, su ansiedad, su deseo de estar juntos, sus labios llamando a otro demandante beso, en medio de la sala, abrazados, sus frentes apoyándose entre sí, sintiendo cada latido del otro y sus alientos, en un instante de silencio se dijeron tantas cosas que con las palabras no alcanzaban a ser suficientes, José la cargó entre sus brazos, Caroline se aferró a él en un jadeo sorpresivo, ella quería reír, gritar, besarlo y nunca dejarlo ir, quería tantas cosas, pero sobre todo quería estar con él, entraron a la habitación, Caroline queda sin habla al ver el decorado, luz suave de velas aromatizantes en algunos rincones de la habitación, flores en la cama, las paredes color crema, sábanas blancas en una cama matrimonial. José coloca a Caroline en la cama dulcemente, casi reverencial, ella era su mundo sumergiéndose en un beso suave, sus labios rozándose a cuenta gotas, Caroline suspiró entre besos, buscando de atr
Caroline sintió como el cuerpo de José se tensaba ante aquella petición, sintiendo como su garganta se contraía tragando con dificultad, Caroline sintió su pecho hacerse pequeño, ella no quería ni lastimar, ni mucho menos hacer algo que le afectara de manera negativa, Lenaya prosiguió. ─ Creo que no deberías…─. José la interrumpió, tomando un fuerte respiro, inclinándose hacia delante apoyando sus codos sobre sus rodillas, masajeando sus dedos mientras consideraba la solicitud de Lenaya, Caroline lo miró en asombro. ─ Acepto tu decisión ─ ¿Qué? ─. Preguntó Lenaya frunciendo ligeramente el ceño con asombro. ─ Aceptaré tu decisión de dejar de ser tu embajador si es por el porvenir de Caroline, me conoces demasiado bien, (carraspeo), hasta no me importaría en trabajar de lo que hacía antes, tu sabes─. con los ojos abiertos como platos, Caroline le implora en no hacer tal cosa, abandonar su cargo para protegerla, pero la expresión de José se mantuvo firme, sosteniendo la mirada de Le
Darién miró al horizonte, en dirección donde se había ido Renata cuando se la quitaron de sus brazos, suspiró y siguió andando, no supo cuánto tiempo caminaron, siempre en silencio, con la lluvia sobre sus cabezas, se detuvo nuevamente y sin mirar a Youlin… ─ Dame el celular ─ ¿Qué? ─ Lo que oíste, come libros, dame el celular ─. Se había tardado tanto, siempre sería la come libros, jamás Youlin, se sintió tan bien escuchar su nombre en su boca. Farfullando resignada se lo entrega, repara intrigada viendo al Nefilim marcar un número. ─ ¿Qué piensas hacer? ─ Una llamada ─. Que novedad, la arqueóloga rodó la mirada, en realidad hizo su llamada, pero lo mejor del caso, no llamó a la reina, llamó a su hermana, quiso ocultar su derrota con su típica arrogancia, pensó Youlin, sin embargo, el tiempo que siempre compartió con él, le hizo entender que cada sonrisa y cada palabra dejaba un mensaje oculto, no para los demás, sino para todo aquel que prestara bien atención, tenía un pla