Las pequeñas vacaciones de Nancy fueron las mejores de toda su vida. Celebró un año más de vida de su abuela, compartió con sus hermanos y familia y su amor por Mason se acrecentó en cuestión de horas.Esa chica triste y de mirada preocupada se desvaneció de la nada, de la misma forma en la que apareció. Mason inyectaba alegría pura a su vida, haciendo de ella una joven risueña, positiva y con grandes ganas de salir adelante. Al regresar a su rutina diaria, luego de aquel descanso para la familia Brooks, tomaron la decisión de contratar dos personas que le ayudaran a la abuela en el restaurante. Ella se negaba a dejar de trabajar, es por ello, que sus nietos le pusieron condiciones a la anciana mujer, después de todo, su salud empezaba a deteriorarse y lo menos que querían era que su abuela enfermara. Además de que ya no estaba en edad para hacer sacrificios tan grandes, sabiendo que ellos podían valerse por su propia cuenta y empezar a velar por ella. El restaurante cada día se hac
A Nancy no le gustaba mentirle a su abuela, pero en ese caso no podría decirle que se quedaría con Mason. Eso desencadenaría que una charla que sabía muy bien se llevaría a cabo y se sentiría avergonzada de que su abuela supiera que había mantenido intimidad con su novio.En cuanto salió de la casa, caminó un par de calles antes de encontrarse con su novio. Entre risillas cómplices y nerviosas, se dirigieron al hotel en el que él se estaba hospedando.Nancy llamó a su amiga para pedirle que la encubriera, lo que la llevó a decirle que se quedaría con Mason, burlas y comentarios sátiros que hacían sonrojar a la morena. Pero al final, le dijo que no se preocupara por nada, que le diría incluso que se quedaría por el resto de semana con ella, sabiendo muy bien que la pareja debía desfogar toda su pasión.—No me gusta mentirle a mi abuela.—Es por una buena causa, ¿no crees, mi amor?La chica enarcó una ceja y él soltó una risita, antes de acercarse a ella y proclamar sus labios como suyo
Por una semana entera, Nancy y Mason vivieron en una burbuja de amor que nadie podía quebrantar. Ambos vivían en lo más alto del cielo, amándose como tanto lo aclamaban sus corazones en el nido que construyeron con sus interminables besos y caricias.Aunque ella le dijo a su abuela que se quedaría en casa de su amiga Carla, la anciana no era tonta. Sabía a la perfección que su nieta se quedaba con su novio. Ya Nancy no era ninguna niña para saberse cuidar, y ella no era quién para interponerse en la felicidad de sus nietos. Suficiente habían sufrido con la partida de sus padres. Ella lo único que deseaba era verlos felices. —¿Por qué no te quedas en casa? —la pregunta tomó por sorpresa a la pareja, en especial a Nancy que no podía creer lo que su abuela estaba diciéndole a su novio—. Pagar hotel te debe salir un ojo de la cara. —Sra. Brooks no quiero incomodarlos. Créeme, no tengo problema alguno en pagar hotel. —En casa hay una habitación disponible para que te quedes, además, lo
El pueblo de donde Mason era procedente quedaba a cuatro horas y media de la ciudad de donde Nancy vivía, por lo que ella tuvo tiempo suficiente para pensar y mermar los nervios que sentía en su interior.Conocer a la familia de su novio era un paso importante para su relación, le hacía pensar que todo iba muy en serio entre ellos y ese hecho la hacía sentir feliz y emocionada.Admiró el paisaje desde la ventana del bus y se maravilló con lo bonito que era el lugar. Había extensos campos y ríos de agua cristalina que parecían sacados de un cuento. Ella veía todo con ojos brillantes y una sonrisa en los labios.En cuanto el conductor avisó la parada en un pueblo que apenas había oído hablar, Mason se levantó de su silla y le extendió la mano, dándole la señal de que habían llegado a su destino.Nancy frunció el ceño y miró hacia afuera. No se veía una sola casa por los alrededores, todo era un campo extenso que parecía no tener fin.Bajaron del bus con sus equipajes y Mason tomó a su n
Aunque Nancy se sentía tímida, poco a poco fue soltándose con la familia de su novio. Las hermanas de Mason eran divertidas y la hacían reír con sus comentarios y bromas. La madre de él era dulce y amable, siempre preguntándole si sentía a gusto en su pequeño hogar.Cuando llegó la hora de dormir, Nancy se sorprendió de que Mason la guiara a su habitación. Ella por supuesto quería pasar las noches a su lado, pero le avergonzaba lo que pudieran pensar sus hermanas y su madre.—Somos una pareja y es muy normal que durmamos en la misma cama, mi amor. Pero si te sientes más cómoda durmiendo sola, me quedaré en el sofa —le dijo el hombre, viéndola con diversión y dulzura.—¿En qué sofá te vas a quedar?—En el de abajo.—Pero es muy pequeño, además de que no es justo que te saque de tu propia habitación.—Entonces duerme conmigo y no pienses en lo que mi familia pueda pensar de nosotros —la tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo—. Eres mi novia.Nancy soltó una risita y asintió, apoyand
Mason esperó paciente a que Nancy llegara a su cita, era en lo alto de la colina y se podía apreciar los campos de los alrededores bajo el hermoso manto del atardecer.Se sentía inquieto y muy nervioso y no lograba entender por qué pedir su mano lo ponía ansioso, pero tampoco iba a pensar demasiado o terminaría arrepintiéndose. Su corazón latía fuerte y rápido, una señal clara que anticipaba la respuesta de la chica.Observó el panorama dándole la espalda a la mesa, tratando de ordenar sus pensamientos y de calmar su inquieto corazón. Si Nancy le decía que sí sería el hombre más feliz del mundo, pero si le decía que no, no sabía cómo reaccionar ante ello y su corazón dolía nada más con imaginar la negativa. ¿Se estaba precipitando? Se volvió a hacer la misma pregunta por milésima vez, pero como respuesta se dijo así mismo; ¿por qué esperar más si es a ella a quien amo tanto? ¿Por qué ocultar que deseo una vida a su lado? Suspiró con pesadez, alegando sus pensamientos contradictorios
Tres meses pasaron demasiado rápidos para la pareja que vivía en un idilio de amor. Tanto Nancy como Mason no querían que el fin de las vacaciones del hombre llegaran, pero la realidad reventó su burbuja y los hizo pensar una vez más en la angustia que de nuevo sentirían al momento que se alejaran.Pero ahora había promesas de por medio y era por ellas que la ilusión de un pronto reencuentro les golpeaba el pecho con fuerza y los hacía anhelar con un todo.Durante los tres meses que pasaron se amaron tanto, se juraron un amor que no sería derrocado por nada ni por nadie, pese a que ellos sabían que el futuro era incierto e impredecible. No obstante, sus corazones latían en la misma sincronía y solo la muerte podría quebrantar ese amor tan bonito y sincero que se tenían.Se encontraban envueltos en un abrazo que ninguno de los dos quería romper. Se despedían una segunda vez, pero el sentimiento de Nancy de no dejarlo ir de sus brazos se arraigó en su ser. Así que se sujetó de su novio
Mason estaba acostumbrado a sus duros entrenamientos, a cumplir estrictamente con cada orden que su superior le dictara, después de todo, llevaba muchos años sirviendo a su país y acatando órdenes sin rechistar. Pero esa vez era diferente, y no se trataba de su entrenamiento, sino de esa sensación que lo agobia y no le permitía concentrarse por completo.Nancy estaba en su mente a cualquier hora del día. Su dulce sonrisa, sus carnosos labios, su piel canela, sus ojos marrones y grandes lo ponían bajo tensión. Podía palparla en sueños, como si se tratara de una realidad alterna, pero no era más que un espejismo que le trataba de decir que ahí estaba con él y para él.La extrañaba con gran locura y no había pasado más que unas cuantas semanas desde la última vez que la vio. Nunca había extrañado tanto a una persona, lo que le dejaba en claro que era la mujer correcta de su vida, con la que anhelaba formar una familia y ser feliz por el resto de sus días.Sonrió al recordar la promesa qu