La joven que se encontraba realizando algunas cuentas en el restaurante, levantó la mirada al televisor que estaba encendido cuando una noticia resonó en sus oídos y captó toda su atención. Hizo un gesto de compasión al ver cómo las personas corrían y eran atacadas, mostrando el caos que toda guerra traía consigo. No entendía cómo podía existir tanto mal en el mundo y que cayeran justos por pecadores, niños inocentes que apenas estaban empezando a vivir y familias enteras que no podían escapar de un infierno que no merecían vivir. La reciente guerra que se había desatado en Siria le daba vuelta al mundo. —¿Qué haces? —su amiga la interrumpió.—Estoy haciendo cuentas ya que Liam no puede hacerse cargo de ellas —Nancy hizo un gesto gracioso que le sacó una sonrisa a su mejor amiga. aun sin apartar la mirada del televisor—. Aun se me dificultan las matemáticas. —¿Necesitas ayuda en algo?—De hecho...—El gobierno de los Estados Unidos ha dispuesto miles de hombres para apoyar la actu
—¿Cómo has estado? —le inquirió la mujer de mediana edad a la chica, mientras tomaban juntas una taza de café y comían algunos panecillos de queso. Nancy miró su taza de café por largo rato sin decir ni una sola palabra. Desde hacía unos meses se había convertido en una chica de pocas palabras y mirada ausente.No se encontraba nada bien si era completamente honesta, pero no le iba a decir a la madre de su novio que estaba mal y que sentía morir de una manera muy lenta y agónica. Así que fingió una sonrisa que la mujer supo interpretar de inmediato y la miró a los ojos, —He estado muy bien —respondió finalmente—. ¿Cómo están las cosas en la granja? Lamento no haber podido venir antes a visitarlas, pero había tenido mucho trabajo en la universidad y en el restaurante.—No te preocupes, entiendo a la perfección que tienes tus cosas que hacer en casa. Nosotras estamos bien, aunque ya sabes... —la tomó de la mano y el corazón de Nancy se arrugó—. Nos hace falta Mason, al menos saber
Carla se mordía las uñas mientras veía a su mejor amiga dar vueltas en la habitación y apoyar la frente en la puerta de su baño. La ansiedad, el miedo y los nervios la tenía hecha pánico y a punto de volarse la cabeza.Llevaba dando vueltas con una ansiedad crónica por más de veinte minutos, indecisa de entrar de nuevo al baño, negándose a que estuviera pasando una situación de esas justo en ese punto de su vida. —¡Esta angustia va a matarme, Nancy! —exclamó la rubia, poniéndose de pie de un salto—. Si no entras tú, lo haré yo.—No puedo... Tengo miedo, Carla.Su amiga se acercó a ella y la tomó por los hombros, mirándola fijamente a los ojos. Debía admitir que se sentía igual de nerviosa y temerosa, pero tampoco era como si una prueba de embarazo casera fuese una bomba.—Es mejor si sabemos la respuesta de una vez por todas. Quizás solo se trata de un susto, ya sabes, Andrés suele hacer de las suyas y pegarnos sustos para que seamos más precavidas y responsables. Nancy suspiró, baj
El tiempo parecía haberse detenido para Nancy a pesar de que los días pasaban con suma rapidez ante sus ojos. Las horas parecían que se habían convertido en segundos, nada más era parpadear y ya estaba volviendo a amanecer. Nunca se le había pasado el tiempo tan rápido y a la vez tan lento y agónico.Su mirada brillaba diferente y cientos de emociones la invadían desde hacía un tiempo. Se sentía feliz y emocionada, pero también triste y melancólica. Durante su embarazo sus sentimientos y emociones se habían agudizado de una manera que no podía entender. Había días en los que solía llorar por los recuerdos y la distancia de su amor, encerrarse en un caparazón de soledad y tristeza, y otros, simplemente reír y hacerse ilusiones tras tocar su abultado vientre.Ya había perdido la cuenta de cuántos meses habían pasado desde la última vez que había visto Mason, pero eran muchos desde su punto de vista. Su embarazo estaba sumamente avanzado y sentía temor de que no pudiera darle la noticia
La sonrisa en el rostro de Nancy no podía ser más sincera y brillante. Por largos meses vivió llena de miedo y angustia, pero nada más con escuchar su voz, la esperanza creció en su pecho con gran fuerza e hizo que todos esos temores menguaran considerablemente. Se encontraba dejando todo listo para la universidad cuando su mejor amiga llegó con toda clase de cosas para el bebé. Algunos de sus profesores le habían dado tiempo para presentar los trabajos, ya que pronto daría a luz y tendría que ausentarse por un par de meses de sus clases. Quería dejar todo organizado para que no se le acumulara tanto trabajo después luego del nacimiento.—El director te dio el permiso, no entiendo por qué debes hacer trabajos que son para después. —Porque después será mucho más complicado dividirme en dos. Si puedo adelantar algo ahora, no tengo problema con ello —miró los paquetes que había dejado sobre su cama—. ¿Qué compraste?—Ropa, zapatos y cositas que mi sobri necesita —dijo mientras dejaba b
Estallidos, balas y gritos rezumbaban en los oídos de la mujer que estaba dando a luz, como un eco lejano de una realidad lejana de sí misma, pero no era más que el recuerdo de lo que había visto horas antes en las noticias y se había quedado grabado en su mente.Nancy cerró los ojos llenos de lágrimas, dando el último aliento de su cuerpo antes de que el llanto de un bebé inundara la sala de partos y el doctor gritara "Es un niño", disipando todo ese mal recuerdo que no podía sacar de su cabeza. Cayó sudorosa y cansada, tratando de normalizar su respiración y la fuerza y rapidez con la que su corazón latía. Veía las enfermeras ir y venir de un lado a otro y al doctor darle una breve felicitación.Sus lágrimas salieron a borbotones de sus ojos al ver a lo lejos cómo una enfermera acercaba a su hijo y lo ponía sobre su pecho. Todo imaginó esa mañana cuando despertó, menos que ese día al fin conocería la cara de su bebé. Cientos de emociones la dominaban, desde la felicidad absoluta h
Meses después—¿Puedo comer helado, tía Nan? —la pregunta de la pequeña Vicky trajo a la mujer a la realidad y le recordó el día en que conoció a Mason. —Por supuesto que sí —le sonrió con el corazón afligido ante el recuerdo—. ¿Qué sabor quieres? —¡Chocolate!Se levantaron de la banca del parque y caminaron por el sendero hasta llegar al semáforo. La mente y el corazón de Nancy se llenaba de recuerdos, de cuando Vicky se perdió de su vista y conoció la mirada más hermosa y atrayente que ha podido tener el gusto de admirar en su vida.El tiempo había pasado tan rápido y ella sentía que no había disfrutado lo suficiente a su lado, que aún tenía mucho que darle, así como él entregarle. Pero su esperanza de que pudieran cumplir sus promesas moría con el paso de los días. Ahora, tiempo después y en diferentes circunstancias, se sentía tan sola como en aquel tiempo cuando sus caminos se cruzaron, caminando por un laberinto sin salida. Meses de incertidumbre, de dolor, de llanto, de so
Después de tantas noches en vela y días verdaderamente infernales, deseando estar en casa y no en medio de un campo de guerra donde veía morir a personas inocentes y compañeros, el mundo que Mason conocía dio un vuelco al escuchar cuatro palabras que lo dejaron tan sorprendido como en una muerte súbita.Era imposible, pero a la vez era de esperarse ya que en sus últimos encuentros había olvidado por completo usar protección. ¿Acaso lo había hecho adrede? Se vio preguntando mientras sus ojos claros y con un nuevo brillo se enfocaban fijamente en su hijo. Su hijo, esa verdad detonó a su corazón. Si al ver a Nancy después de tanto y cuando pensó que iba a morir su corazón latía como un loco, saber que tenía un hijo con ella, desató el caos en su interior. No lo podía creer, quizás porque pensaba que estaba en uno de sus tantos sueños, pero el firme agarre de su hijo en sus dedos le decía que sí estaba pasando, que sí era muy real y no una ilusión como las que tuvo durante la guerra. Vi