Por una semana entera, Nancy y Mason vivieron en una burbuja de amor que nadie podía quebrantar. Ambos vivían en lo más alto del cielo, amándose como tanto lo aclamaban sus corazones en el nido que construyeron con sus interminables besos y caricias.Aunque ella le dijo a su abuela que se quedaría en casa de su amiga Carla, la anciana no era tonta. Sabía a la perfección que su nieta se quedaba con su novio. Ya Nancy no era ninguna niña para saberse cuidar, y ella no era quién para interponerse en la felicidad de sus nietos. Suficiente habían sufrido con la partida de sus padres. Ella lo único que deseaba era verlos felices. —¿Por qué no te quedas en casa? —la pregunta tomó por sorpresa a la pareja, en especial a Nancy que no podía creer lo que su abuela estaba diciéndole a su novio—. Pagar hotel te debe salir un ojo de la cara. —Sra. Brooks no quiero incomodarlos. Créeme, no tengo problema alguno en pagar hotel. —En casa hay una habitación disponible para que te quedes, además, lo
El pueblo de donde Mason era procedente quedaba a cuatro horas y media de la ciudad de donde Nancy vivía, por lo que ella tuvo tiempo suficiente para pensar y mermar los nervios que sentía en su interior.Conocer a la familia de su novio era un paso importante para su relación, le hacía pensar que todo iba muy en serio entre ellos y ese hecho la hacía sentir feliz y emocionada.Admiró el paisaje desde la ventana del bus y se maravilló con lo bonito que era el lugar. Había extensos campos y ríos de agua cristalina que parecían sacados de un cuento. Ella veía todo con ojos brillantes y una sonrisa en los labios.En cuanto el conductor avisó la parada en un pueblo que apenas había oído hablar, Mason se levantó de su silla y le extendió la mano, dándole la señal de que habían llegado a su destino.Nancy frunció el ceño y miró hacia afuera. No se veía una sola casa por los alrededores, todo era un campo extenso que parecía no tener fin.Bajaron del bus con sus equipajes y Mason tomó a su n
Aunque Nancy se sentía tímida, poco a poco fue soltándose con la familia de su novio. Las hermanas de Mason eran divertidas y la hacían reír con sus comentarios y bromas. La madre de él era dulce y amable, siempre preguntándole si sentía a gusto en su pequeño hogar.Cuando llegó la hora de dormir, Nancy se sorprendió de que Mason la guiara a su habitación. Ella por supuesto quería pasar las noches a su lado, pero le avergonzaba lo que pudieran pensar sus hermanas y su madre.—Somos una pareja y es muy normal que durmamos en la misma cama, mi amor. Pero si te sientes más cómoda durmiendo sola, me quedaré en el sofa —le dijo el hombre, viéndola con diversión y dulzura.—¿En qué sofá te vas a quedar?—En el de abajo.—Pero es muy pequeño, además de que no es justo que te saque de tu propia habitación.—Entonces duerme conmigo y no pienses en lo que mi familia pueda pensar de nosotros —la tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo—. Eres mi novia.Nancy soltó una risita y asintió, apoyand
Mason esperó paciente a que Nancy llegara a su cita, era en lo alto de la colina y se podía apreciar los campos de los alrededores bajo el hermoso manto del atardecer.Se sentía inquieto y muy nervioso y no lograba entender por qué pedir su mano lo ponía ansioso, pero tampoco iba a pensar demasiado o terminaría arrepintiéndose. Su corazón latía fuerte y rápido, una señal clara que anticipaba la respuesta de la chica.Observó el panorama dándole la espalda a la mesa, tratando de ordenar sus pensamientos y de calmar su inquieto corazón. Si Nancy le decía que sí sería el hombre más feliz del mundo, pero si le decía que no, no sabía cómo reaccionar ante ello y su corazón dolía nada más con imaginar la negativa. ¿Se estaba precipitando? Se volvió a hacer la misma pregunta por milésima vez, pero como respuesta se dijo así mismo; ¿por qué esperar más si es a ella a quien amo tanto? ¿Por qué ocultar que deseo una vida a su lado? Suspiró con pesadez, alegando sus pensamientos contradictorios
Tres meses pasaron demasiado rápidos para la pareja que vivía en un idilio de amor. Tanto Nancy como Mason no querían que el fin de las vacaciones del hombre llegaran, pero la realidad reventó su burbuja y los hizo pensar una vez más en la angustia que de nuevo sentirían al momento que se alejaran.Pero ahora había promesas de por medio y era por ellas que la ilusión de un pronto reencuentro les golpeaba el pecho con fuerza y los hacía anhelar con un todo.Durante los tres meses que pasaron se amaron tanto, se juraron un amor que no sería derrocado por nada ni por nadie, pese a que ellos sabían que el futuro era incierto e impredecible. No obstante, sus corazones latían en la misma sincronía y solo la muerte podría quebrantar ese amor tan bonito y sincero que se tenían.Se encontraban envueltos en un abrazo que ninguno de los dos quería romper. Se despedían una segunda vez, pero el sentimiento de Nancy de no dejarlo ir de sus brazos se arraigó en su ser. Así que se sujetó de su novio
Mason estaba acostumbrado a sus duros entrenamientos, a cumplir estrictamente con cada orden que su superior le dictara, después de todo, llevaba muchos años sirviendo a su país y acatando órdenes sin rechistar. Pero esa vez era diferente, y no se trataba de su entrenamiento, sino de esa sensación que lo agobia y no le permitía concentrarse por completo.Nancy estaba en su mente a cualquier hora del día. Su dulce sonrisa, sus carnosos labios, su piel canela, sus ojos marrones y grandes lo ponían bajo tensión. Podía palparla en sueños, como si se tratara de una realidad alterna, pero no era más que un espejismo que le trataba de decir que ahí estaba con él y para él.La extrañaba con gran locura y no había pasado más que unas cuantas semanas desde la última vez que la vio. Nunca había extrañado tanto a una persona, lo que le dejaba en claro que era la mujer correcta de su vida, con la que anhelaba formar una familia y ser feliz por el resto de sus días.Sonrió al recordar la promesa qu
La joven que se encontraba realizando algunas cuentas en el restaurante, levantó la mirada al televisor que estaba encendido cuando una noticia resonó en sus oídos y captó toda su atención. Hizo un gesto de compasión al ver cómo las personas corrían y eran atacadas, mostrando el caos que toda guerra traía consigo. No entendía cómo podía existir tanto mal en el mundo y que cayeran justos por pecadores, niños inocentes que apenas estaban empezando a vivir y familias enteras que no podían escapar de un infierno que no merecían vivir. La reciente guerra que se había desatado en Siria le daba vuelta al mundo. —¿Qué haces? —su amiga la interrumpió.—Estoy haciendo cuentas ya que Liam no puede hacerse cargo de ellas —Nancy hizo un gesto gracioso que le sacó una sonrisa a su mejor amiga. aun sin apartar la mirada del televisor—. Aun se me dificultan las matemáticas. —¿Necesitas ayuda en algo?—De hecho...—El gobierno de los Estados Unidos ha dispuesto miles de hombres para apoyar la actu
—¿Cómo has estado? —le inquirió la mujer de mediana edad a la chica, mientras tomaban juntas una taza de café y comían algunos panecillos de queso. Nancy miró su taza de café por largo rato sin decir ni una sola palabra. Desde hacía unos meses se había convertido en una chica de pocas palabras y mirada ausente.No se encontraba nada bien si era completamente honesta, pero no le iba a decir a la madre de su novio que estaba mal y que sentía morir de una manera muy lenta y agónica. Así que fingió una sonrisa que la mujer supo interpretar de inmediato y la miró a los ojos, —He estado muy bien —respondió finalmente—. ¿Cómo están las cosas en la granja? Lamento no haber podido venir antes a visitarlas, pero había tenido mucho trabajo en la universidad y en el restaurante.—No te preocupes, entiendo a la perfección que tienes tus cosas que hacer en casa. Nosotras estamos bien, aunque ya sabes... —la tomó de la mano y el corazón de Nancy se arrugó—. Nos hace falta Mason, al menos saber