—Nancy.La chica soltó un largo suspiro antes de limpiar las lágrimas que habían caído de sus ojos y se giró al escuchar el llamado del hombre.Roque la miró sin saber cómo empezar a hablar, por lo que solo extendió el sobre que tenía en sus manos y era para ella.—¿Está bien? —inquirió, viendo del hombre al sobre en sus manos—. Al menos quiero saber si lo está.—Lo está —insistió y ella recibió el sobre con el corazón latiendo con mucha fuerza—. Ahí te explica por qué no ha podido llamarte. No creas que no ha tenido intención alguna de hacerlo, pero en el lugar que está no hay buena comunicación.—Gracias —fue lo único que ella dijo, dándole un abrazo a Roque y salió de la cocina.Se despidió de su amiga y le dijo que disfrutara mucho de los días que iba a compartir con Roque, asegurándole a la rubia que estaba bien luego de que la increpara al verla tan afligida y con el rastro del llanto en sus mejillas.De camino a casa no dejó de pensar en las palabras que el militar le había dic
Mason terminó de acicalarse y se apresuró a salir del campamento antes de que el camión lo dejara. Era su día libre junto al de otros dos soldados, por lo que no iba a dejar pasar la oportunidad para descansar, en especial, para llamar a su familia y a esa chica que no había abandonado sus pensamientos ni un solo día.Había pasado más de un mes en los adentros de una selva, por lo que se preguntaba a diario si Nancy seguía pensando en él, así como se lo había hecho saber en las dos cartas que le había enviado. Ese fin de semana no le escribiría, puesto que le daría la sorpresa haciéndole una llamada.Necesitaba escuchar su voz, porque sentía que ya no recordaba cómo sonaba.El pueblo más cercano quedaba a tres horas del campamento en el que estaban. Hacía mucho tiempo no cumplía una misión en un lugar tan apartado, por lo que empezaba a extrañar cosas simples de la ciudad, tener contacto constante con más personas y no estar tan incomunicado como lo estaba en la selva. Por más que bus
Nancy estuvo toda la tarde con Trevor trabajando en su reportaje, por lo que no había tenido tiempo siquiera de mirar su teléfono. Ahora el fotógrafo invitaba a la chica a comer algo ligero sentados en una banca en el parque mientras el atardecer hacía su espectáculo de colores en el cielo.Entre más la miraba, más se sentía atraído por ella. No entendía por qué antes no se había fijado en sus hermosos ojos grandes y brillantes, en esa sonrisa tan dulce que le hacía latir con fuerza el corazón y, en especial, cómo había sido tan tonto de no darse cuenta en que tenía curvas mortales para todo aquel que las viera. Le gustaba de pies a cabeza y no permitiría que otro hombre se quedara con ella.—Aquí tienes tu hamburguesa doble carne —le entregó a la chica, dándole una sonrisa divertida—. Tengo una duda.—¿Cuál?Nancy abrió la hamburguesa ajena a los pensamientos del hombre y le dio un gran mordisco, deleitándose con los sabores y soltando un gemido satisfactorio que tensó a su receptor.
La lluvia repiqueteaba con fuerza en la ventana y afuera hacía un frío del infierno que calaba hondo en los huesos de las personas. Nancy, que observaba la copiosa lluvia con una taza caliente de chocolate en sus manos y cubierta con una manta de algodón por los hombros, soltó un largo y profundo suspiro mientras se dejaba gobernar por los recuerdos de sus padres. El cielo estaba cubierto de un nebuloso manto gris y así como el día se sentía frío, triste y solitario, así mismo se sentía ella. Hacía días no sentía ese sentimiento que la llevó a ser una chica solitaria y esconder su dolor tras una sonrisa, pero de nuevo lo estaba sintiendo y ahora era más intenso que antes y no lograba entender por qué el dolor en su pecho persistía.Tal vez era porque extrañaba en demasía a sus padres y quería que la vida fuese como cuando era una niña y ellos estaban para darle ánimos y fuerzas. Quizás se sentía agotada física y mentalmente de la universidad y de trabajar arduamente en el restaurante
La casa de campo de los padres de Carla era pequeña, pero bastante acogedora para la opinión de todos. Quedaba a las afueras de la ciudad y estaba rodeada de un inmenso campo y un pequeño lago.Solían ir allí cuando eran pequeños a celebrar algún cumpleaños o pasar las festividades. Nancy recordó que la última vez que estuvo en la casa de su amiga fue cuando su madre cumplió años.Habían pasado varios años de eso, así que fue inevitable no llenarse de recuerdos y sonreír con nostalgia ante ellos.Soltando un suspiro, tomó sus maletas y entró a la casa seguido de su abuela y el resto de su familia. Todos estaban emocionados, después de todo, hacía mucho que no tomaban unas pequeñas vacaciones. La más animada y que correteaba por todo el lugar era Victoria, emocionada de ir a explorar los alrededores y la casa misma.Cada uno se instaló y acomodó sus cosas. En la tarde irían al lago a pasar un día relajante, alimentando los patos y jugando juegos de mesa como en los viejos tiempos.Cier
Nancy se zafó del suave agarre del hombre y se giró para verlo y asegurarse que no se trataba de su imaginación haciendo de las suyas. En cuanto vio esa mirada entre azulada y verdosa y esa sonrisa tan encantadora, no aguantó más y saltó sobre él, abrazándolo con todas sus fuerzas mientras sentía la necesidad de echarse a llorar.No comprendía lo que le sucedía y por qué estaba tan sentimental, pero verlo ante ella le generaba cientos de sentimientos encontrados.Mason, por su parte, estrechó con fuerza a la joven entre sus brazos y aspiró el aroma de su perfume, sintiendo paz en su alma.Todas las dudas que sentía en su corazón se esfumaron de la nada ante tal recibimiento, en especial, cuando ella se levantó en sus propios pies y lo besó con tanta ternura y extrañeza, abrazándolo y acercándolo a su cuerpo lo que más podía.Las manos del hombre vagaron por su espalda hasta su cabello y profundizó un beso que en cuestión de segundos se volvió intenso y apasionado. Se besaban con la ur
Las pequeñas vacaciones de Nancy fueron las mejores de toda su vida. Celebró un año más de vida de su abuela, compartió con sus hermanos y familia y su amor por Mason se acrecentó en cuestión de horas.Esa chica triste y de mirada preocupada se desvaneció de la nada, de la misma forma en la que apareció. Mason inyectaba alegría pura a su vida, haciendo de ella una joven risueña, positiva y con grandes ganas de salir adelante. Al regresar a su rutina diaria, luego de aquel descanso para la familia Brooks, tomaron la decisión de contratar dos personas que le ayudaran a la abuela en el restaurante. Ella se negaba a dejar de trabajar, es por ello, que sus nietos le pusieron condiciones a la anciana mujer, después de todo, su salud empezaba a deteriorarse y lo menos que querían era que su abuela enfermara. Además de que ya no estaba en edad para hacer sacrificios tan grandes, sabiendo que ellos podían valerse por su propia cuenta y empezar a velar por ella. El restaurante cada día se hac
A Nancy no le gustaba mentirle a su abuela, pero en ese caso no podría decirle que se quedaría con Mason. Eso desencadenaría que una charla que sabía muy bien se llevaría a cabo y se sentiría avergonzada de que su abuela supiera que había mantenido intimidad con su novio.En cuanto salió de la casa, caminó un par de calles antes de encontrarse con su novio. Entre risillas cómplices y nerviosas, se dirigieron al hotel en el que él se estaba hospedando.Nancy llamó a su amiga para pedirle que la encubriera, lo que la llevó a decirle que se quedaría con Mason, burlas y comentarios sátiros que hacían sonrojar a la morena. Pero al final, le dijo que no se preocupara por nada, que le diría incluso que se quedaría por el resto de semana con ella, sabiendo muy bien que la pareja debía desfogar toda su pasión.—No me gusta mentirle a mi abuela.—Es por una buena causa, ¿no crees, mi amor?La chica enarcó una ceja y él soltó una risita, antes de acercarse a ella y proclamar sus labios como suyo